Una reforma injusta y con trampa
La reforma de las pensiones que se va a llevar a cabo es simplemente reducir a medio y largo plazo las pensiones. Las medidas b¨¢sicas que se proponen adem¨¢s de injustas (el coste del ajuste recae sobre los trabajadores) son insuficientes para garantizar la sostenibilidad del sistema. Por ello la reforma esconde una trampa, denominada factor de sostenibilidad, que es una puerta a m¨¢s reducciones en las pensiones futuras. La reforma, por tanto, dice: se bajan las pensiones y si en el futuro no da para pagarlas con los niveles actuales de cotizaci¨®n (que no dar¨¢), se bajar¨¢n m¨¢s.
La reducci¨®n inicial de las pensiones se apoya en dos medidas b¨¢sicas. Primero, aumentar progresivamente el periodo sobre el que se promedian los salarios para calcular la pensi¨®n inicial. Cuando acabe el proceso (10 a?os) se incluir¨¢n en el c¨¢lculo 10 a?os m¨¢s que ahora. Segundo, aumentar progresivamente (15 a?os) la edad de jubilaci¨®n hasta los 67 a?os. Esta medida se aten¨²a permitiendo que quienes hayan cotizado 38,5 a?os puedan seguir jubil¨¢ndose a los 65 a?os, a?adiendo excepciones y computando a?os adicionales de cotizaci¨®n por causas varias.
La primera medida hace que para calcular la pensi¨®n inicial se incluyan salarios reales m¨¢s antiguos que, en general, son m¨¢s bajos que los salarios reales recientes. La p¨¦rdida promedio ser¨¢ alrededor de un 1% de pensi¨®n por a?o adicional que se incluya en el c¨¢lculo. Esto implica una reducci¨®n del 10% de la pensi¨®n al final del proceso. La reducci¨®n ser¨¢ mayor para quienes hayan estado en paro en los nuevos a?os incluidos y menor para quienes hayan estado en paro en los ¨²ltimos a?os (sin estarlo en los a?os a?adidos). En algunos casos, estos ¨²ltimos trabajadores pueden incluso aumentar su pensi¨®n. El aumento de la edad de jubilaci¨®n reduce la pensi¨®n vitalicia en alrededor del 10%. Las concesiones de ¨²ltima hora minoran el impacto de esta medida, porque una parte sustancial de la poblaci¨®n cumplir¨¢ los requisitos para seguir jubil¨¢ndose a los 65 a?os. Los m¨¢s perjudicados ser¨¢n quienes han estado m¨¢s a?os en paro.
Tomando como base las estimaciones de la comisi¨®n es probable que, una vez las medidas est¨¦n funcionando plenamente (hacia 2050), la reducci¨®n en el coste de las pensiones sea inferior a tres puntos del PIB. Este ahorro es menos de la mitad del necesario para garantizar la solvencia a largo plazo del sistema (si no se aportan m¨¢s recursos). Por ello, las medidas b¨¢sicas de la reforma no garantizan la solvencia a largo plazo del sistema. Entonces entrar¨¢ en juego el factor de sostenibilidad. Sus efectos dependen de c¨®mo se dise?e. Si efectivamente restablece el equilibrio financiero, la reducci¨®n adicional de pensiones puede ser sustancial.
En el recuento final, pierden los trabajadores porque de entrada se dejan hasta un 20% de pensi¨®n vitalicia a cambio de nada, y en el futuro pueden dejarse mucho m¨¢s. Ganan las instituciones financieras que, a pesar de haber demostrado ser m¨¢s expertas en cobrar comisiones que en dar rentabilidad, vender¨¢n m¨¢s planes privados (parcialmente financiados con dinero p¨²blico v¨ªa IRPF). Pierden los sindicatos porque han demostrado su falta de fuerza y liderazgo. Solo han logrado retrasar y reducir marginalmente el recorte. El Gobierno gana porque ver¨¢ legitimada su actuaci¨®n reciente por unos sindicatos que criticaron muchas de las medidas que ahora apoyan. Tambi¨¦n ser¨¢ alabado por las instituciones internacionales a pesar de que las medidas aprobadas no afectan a la salida de la crisis porque tardar¨¢n m¨¢s de veinte a?os en reducir el gasto significativamente.
La reforma de las pensiones se ha basado en una premisa ideol¨®gica presentada como t¨¦cnica: las pensiones deben financiarse solo con cotizaciones a los tipos actuales. Esto implica que todo el ajuste debe ser v¨ªa reducci¨®n de pensiones. Frente a esto, se podr¨ªa haber hecho una reforma que repartiera el coste adicional de las pensiones de forma justa entre generaciones, individuos y tipos de renta. Los trabajadores hubieran soportado su parte del coste, pero a cambio se habr¨ªa dotado al sistema con m¨¢s recursos (cotizaciones, impuestos, fondo de reserva, deuda). -
Ignacio Zubiri es catedr¨¢tico de Hacienda en la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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