La historia, en la puerta
Nicolas Sarkozy, Angela Merkel y David Cameron han hablado, por fin, sobre los acontecimientos de Egipto. No lo ha hecho la Uni¨®n Europea, y tampoco Espa?a, uno de los Estados miembro que, en su d¨ªa, situ¨® la pol¨ªtica mediterr¨¢nea como una prioridad de su acci¨®n exterior. En el caso de la Uni¨®n, todo parece indicar que se debe a una mezcla de par¨¢lisis burocr¨¢tica y simple incompetencia de la Alta Representante para Asuntos Exteriores, Catherine Ashton; en el de Espa?a, es sobre todo resultado del provincianismo al que conduce instalarse un a?o tras otro en un debate pol¨ªtico que solo consiste en vigilar de reojo al adversario y en salir al quite de sus declaraciones con otras declaraciones parecidas aunque contrarias.
La fatigosa inanidad de Zapatero y Rajoy ha hecho perder de vista que el Gobierno no est¨¢ en funciones
La fatigosa inanidad del toma y daca entre Mariano Rajoy y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, al que ahora hay que sumar, adem¨¢s, terceras voces, ha llevado a perder de vista cosas tan elementales como que Espa?a se encuentra en el mundo y que el Gobierno no est¨¢ en funciones, por adversas que sean las encuestas. Como tampoco est¨¢ en funciones la oposici¨®n, aunque sus dirigentes den la impresi¨®n de estar embalando las fotograf¨ªas y los objetos personales en sus sedes de partido para trasladarse a los despachos oficiales. No cabe duda de que el futuro de Zapatero es un asunto que merece atenci¨®n pol¨ªtica, es verdad que algo desganada a estas alturas por el constante manoseo de la margarita. Pero, bueno, quiz¨¢ no tanta como para que nadie, ni desde el Gobierno ni desde la oposici¨®n, disponga del tiempo y sosiego necesarios para decir desde un pa¨ªs como Espa?a una palabra sobre el futuro de Hosni Mubarak, ya que sobre el de Zine el Abidine Ben Ali solo se lleg¨® a confirmar la vuelta a casa de los turistas a los que la revoluci¨®n sorprendi¨® en T¨²nez.
Tantos a?os escuchando calificar de hist¨®ricos hechos que, como un dato econ¨®mico en una serie o una victoria deportiva, se diluyen en la actualidad tan pronto amanece un nuevo d¨ªa, y ahora que parece que s¨ª, que los hechos que est¨¢n ocurriendo T¨²nez y en Egipto lo son, ahora, precisamente ahora, a nadie se le ocurre nada que decir. Ni siquiera lo poco que han dicho Sarkozy, Merkel y Cameron, que con su comunicado han salvado algunos muebles de Europa como entidad geogr¨¢fica pero a costa de sacrificar los de la Uni¨®n como proyecto pol¨ªtico, cuyas instituciones solo encuentran una voz com¨²n cuando est¨¢n rigurosamente calladas.
En la revoluci¨®n tunecina, lo mismo que en las que podr¨ªan producirse en su estela, han desempe?ado un importante papel la tecnolog¨ªa y los nuevos sistemas de comunicaci¨®n. Bien est¨¢ tomar conciencia de ello, pero no rellenar el silencio pol¨ªtico de la Uni¨®n y de la mayor parte de los Gobiernos europeos, incluido el espa?ol, con una exaltaci¨®n de Twitter y Facebook, hasta el punto de confundir las causas y fines de las revueltas populares con los instrumentos que se est¨¢n empleando para convocarlas.
Los manifestantes en El Cairo y otras capitales no participan en un juego virtual sino en una revoluci¨®n que, de triunfar en las calles donde se enfrentan a unos ej¨¦rcitos y polic¨ªas que usan armas reales, abrir¨¢ un periodo de esperanza en una regi¨®n que hasta ahora s¨®lo emit¨ªa se?ales de cat¨¢strofe.
Alguien que pusiera gesto de absoluto pasmo ante la eficacia de las octavillas en las revoluciones de Europa del Este, elevando el ciclostil a la categor¨ªa de causa de la ca¨ªda del comunismo, pasar¨ªa por v¨ªctima de un grave error de perspectiva, capaz de confundir acerca de las razones por las que miles de ciudadanos desafiaron a unos reg¨ªmenes tir¨¢nicos.
En el caso de T¨²nez y Egipto, adem¨¢s de los restantes pa¨ªses de la zona a los que pudiera extenderse la revoluci¨®n, son esas razones las que hay analizar y poner en valor. Los tunecinos hace unas semanas, lo mismo que ahora los egipcios, rechazan en ¨²ltimo extremo que la ¨²nica alternativa a la tiran¨ªa de los fan¨¢ticos sea la tiran¨ªa de los aut¨®cratas, seg¨²n han coincido en defender tanto estos como aquellos. Si la Uni¨®n Europea no ha querido o no ha podido hablar todav¨ªa es porque tambi¨¦n ella ha asumido que esa alternativa era la ¨²nica, con lo que la revoluci¨®n democr¨¢tica en el Mediterr¨¢neo se est¨¢ llevando a cabo indirectamente contra ella adem¨¢s de contra los aut¨®cratas que ha venido apoyando con sus pol¨ªticas.
De ah¨ª la importancia de que, por fin, Sarkozy, Merkel y Cameron hayan dicho algo, aunque sea poco. Y de ah¨ª tambi¨¦n la urgencia de que lo diga Espa?a, ahora que, como al resto de la Uni¨®n, se le ha plantado la historia en la mism¨ªsima puerta.
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