El aire de Madrid es un veneno
La vida est¨¢ llena de paradojas. Y si no se lo creen, f¨ªjense en ¨¦sta secuencia: uno: el aire de Madrid se envenena y nuestro ¨ªndice de di¨®xido de nitr¨®geno est¨¢ tal alto que si en lugar de ser un gas fuera un l¨ªquido se le podr¨ªa echar en la oreja a un rey de Shakespeare mientras duerme y quitarle el trono; dos: el alcalde intenta solucionar el inconveniente aplicando por arriba la misma soluci¨®n que por abajo, es decir, que igual que afront¨® el problema del tr¨¢fico enterr¨¢ndolo en un mill¨®n de t¨²neles -o sea, que cuando digo soluci¨®n no hablo de resolver, sino de disolver-, ahora cambia de sitio las antenas que miden la contaminaci¨®n, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria se analiza el nivel de poluci¨®n de la capital enchufando la m¨¢quina en La Florida, como quien dice, y punto, lo cual deber¨ªa de apuntar el presidente del Real Madrid para ganar alg¨²n t¨ªtulo este a?o: como al Barcelona no les ganamos ni at¨¢ndole los pies a sus jugadores, pues pongamos el Santiago Bernab¨¦u en Dubl¨ªn y salimos campeones de la Liga irlandesa seguro; y tres: llega la ministra de Medio Ambiente y le afea la trampa a Alberto Ruiz Gallard¨®n, lo cual es como si Judas acusara a Jesucristo de traidor y luego se fuese bailando G¨®lgota abajo mientras las monedas le sonaban en el bolsillo. "Mujer, es que despu¨¦s de marcharte del Ayuntamiento de C¨®rdoba tirando el bast¨®n de mando por la ventana a media legislatura para pasarte de Izquierda Unida al PSOE como quien se cambia de camiseta en mitad de un partido y le mete un gol a su portero, no est¨¢s t¨² para venir a dar sermones de esa clase", me dice Juan Urbano, subiendo un poco la voz como si en lugar de estar conmigo en una cafeter¨ªa de la calle del Arenal estuviera con ella en el Congreso.
La contaminaci¨®n m¨¢s importante, que es la de los coches, permanece fuera de la discusi¨®n
En este mundo lleno de contrasentidos ocurren esa clase de cosas, o que mientras la ley antitabaco convierte el humo de un cigarrillo en Hiroshima, los tubos de escape de los coches parezca que emitan vapor de menta y sean beneficiosos para los pulmones, cuando solo lo son para la econom¨ªa de los municipios, que a base de multas, multas y m¨¢s multas, unas reales y otras inventadas, peajes, carreteras radiales, tasas, impuestos de circulaci¨®n y parqu¨ªmetros, no sacan la mano del bolsillo de los ciudadanos ni para saludar a su familia cuando se cruzan con ella.
Pero el caso es que lo que dice Rosa Aguilar es muy sensato a pesar de que lo diga ella: hay que afrontar de una vez por todas el problema del tr¨¢fico; hay que limitarlo; hay que peatonalizar el centro de la ciudad para que no sea una carretera con peatones a los lados; hay que fomentar el transporte p¨²blico en lugar de encarecerlo; hay que hacer los carriles para las bicicletas que se prometen en cada carrera electoral y se olvidan despu¨¦s de cada mayor¨ªa absoluta. Porque todo eso parece mucho m¨¢s sensato que pedir una moratoria para poder continuar en esos ¨ªndices asesinos de poluci¨®n que superan por mucho los m¨¢ximos admitidos por la Uni¨®n Europea y calificados como peligrosos para la salud por los m¨¦dicos.
En estos momentos en que las autoridades parecen tan preocupadas porque no nos hagamos da?o con el tabaco, el alcohol y dem¨¢s, parece algo incongruente que la contaminaci¨®n m¨¢s importante, que es la de los coches, permanezca fuera de la discusi¨®n: tiren los cuchillos, pero pueden quedarse con las ametralladoras. Eso no tiene raz¨®n de ser.
El alcalde de Madrid tiene una buena oportunidad de arreglar el laberinto del tr¨¢fico y echarle la culpa a Bruselas como quien se lava las manos en el Manneken Pis, as¨ª que Juan Urbano y yo pensamos que deber¨ªa de aprovecharla. Si no lo hace, el peso del aire caer¨¢ sobre ¨¦l y despu¨¦s de hacer tantas cosas perdurables sobre las calles y debajo de ellas, al final va a dejar una mala herencia, que es un mont¨®n de veneno sin resolver, y eso nos va a costar caro; de hecho, a algunos les va a costar la vida.
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