El r¨¦gimen libera a la mayor¨ªa de l¨ªderes juveniles de la revuelta
Wael Ghoneim, directivo de Google, estuvo en paradero desconocido dos semanas
A pesar de que en los ¨²ltimos d¨ªas no han cesado las detenciones en las calles de El Cairo, m¨¢s de 50 activistas, blogueros y l¨ªderes de diferentes movimientos juveniles que han estado organizando las protestas, han sido liberados. Wael Ghoneim, responsable de mercadotecnia de Google y un miembro destacado de la oposici¨®n juvenil, fue puesto en libertad ayer despu¨¦s de haber sido secuestrado y permanecer en paradero desconocido desde el pasado 27 de enero, seg¨²n denunciaron familiares y amigos.
Amer Sabah, Wael Abbas, Hisam Mohaedim o Shady El Adly, impulsores de la revuelta, se encuentran entre los afortunados que han dejado la prisi¨®n en los ¨²ltimos d¨ªas. Desde el 25 de enero ha habido m¨¢s de 2.000 casos como los de estos activistas, seg¨²n la Red ?rabe para la Informaci¨®n de Derechos Humanos (ANHRI, en sus siglas inglesas). "Detenciones y secuestros ilegales, en plena calle, de ciudadanos normales", constata Gamal Eid, director de la organizaci¨®n. "Muchos de ellos han sido liberados, pero somos incapaces de saber cu¨¢ntos siguen en prisi¨®n porque las retenciones no han cesado", constata Eid. Las fuerzas de seguridad se han empleado a fondo para capturar a los que se considera l¨ªderes de la protesta.
"Nos cogieron entre una veintena de polic¨ªas antidisturbios y de paisano y nos dieron una buena paliza. Despu¨¦s nos subieron a un cami¨®n. ?ramos 37". Mark Gamal dice que tuvo suerte aquella noche. La del martes de la ira egipcia. A pesar de los golpes solo acab¨® magullado. Al compa?ero que detuvieron junto a ¨¦l, le abrieron la cabeza. "Apenas le limpiaron la herida con un poco de alcohol", detalla Gamal. Tambi¨¦n cree que tuvo suerte porque le soltaron pronto. "Nos interrogaban y solo permanecieron all¨ª los que consideraban l¨ªderes de la protesta o activistas de alg¨²n movimiento", concluye.
Esa misma noche, su esposa, Elvira Gir¨¢ldez, pas¨® las 24 horas m¨¢s estresantes. Cuando el tel¨¦fono son¨® a las dos de la madrugada no hab¨ªa buenas noticias al otro lado. Gamal avisaba de que iba hacia un centro de detenci¨®n. Este traductor y profesor de ¨¢rabe, de 26 a?os, hab¨ªa empezado el d¨ªa llamando tambi¨¦n por tel¨¦fono. Avisaba a sus amigos para que "vieran algo que nunca hab¨ªa ocurrido en Egipto".
Gamal no pertenece a ning¨²n partido y jam¨¢s ha formado parte de ning¨²n movimiento. Por eso trata de encontrar las palabras para explicar por qu¨¦ estaba en la calle cuando le detuvieron: "Tengo 26 a?os y quiero ver otro presidente. El cambio deber¨ªa ser lo normal. Es sano". Su esposa le mira por encima del ordenador mientras consulta en Facebook lo que ocurre en la plaza de Tahrir: "No entend¨ªa lo que pasaba. Puse su nombre en la lista de detenidos y me sent¨¦ a esperar".
Mientras tanto, Gamal estaba encerrado junto a otros 170 hombres. "Comimos, dormimos e hicimos nuestras necesidades en el suelo. Est¨¢bamos en un dormitorio de los antidisturbios. No ten¨ªamos mantas ni agua, pero algunos soldados nos dieron las suyas". Tambi¨¦n les dieron algo de desayunar y una comida ligera a base de arroz y verduras. No volvieron a ponerles la mano encima. Algo que con el paso de los d¨ªas de protesta fue cambiando, seg¨²n muchos de los detenidos que afirman haber sufrido torturas y palizas a su llegada a las comisar¨ªas. Una pr¨¢ctica que no resulta ajena a la polic¨ªa egipcia, que se encuentra en el punto de mira de las organizaciones de derechos humanos internacionales por su pr¨¢ctica sistem¨¢tica de tortura en las c¨¢rceles y centros de detenci¨®n.
Gamal no tuvo miedo en el cami¨®n, ni en el centro de detenci¨®n -"creo que estaba en estado de shock"-, pero se ech¨® a temblar cuando durante el interrogatorio encontraron en su cartera un texto sat¨ªrico que hab¨ªa escrito sobre pol¨ªtica. "El oficial lo ley¨® y al final se ech¨® a re¨ªr". Lo rompi¨® en cuanto puso un pie en la calle. Despu¨¦s tard¨® solo un d¨ªa en decidirse a volver a la protesta.
Su mejor amigo, Tamer, le llama por tel¨¦fono para decirle que ma?ana volver¨¢ a gritar contra Mubarak. Mark apunta un ¨²ltimo recuerdo: "Nos dijeron: el que vuelva aqu¨ª, no volver¨¢ a ver la calle".
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