(Des)orden est¨¦tico
Desde la antropolog¨ªa del cuerpo, este se concibe como un bioartefacto fruto de complejos procesos de incorporaci¨®n de normas sociales que nos convierten en miembros de una especie caracterizada por un alto grado de sofisticaci¨®n cultural. El cuerpo humano no se considera, pues, como un ente natural, dado que su percepci¨®n siempre es mediada por la cultura. Su importancia como signo de identidad personal y ¨¦xito en la cultura visual de consumo contempor¨¢nea fue impulsada en los Estados Unidos durante las primeras d¨¦cadas del siglo XX.
Tras desarrollar t¨¦cnicas de cirug¨ªa pl¨¢stica para reconstruir a los heridos de la I Guerra Mundial, los cirujanos buscaron nuevos mercados coincidiendo con la incorporaci¨®n masiva de las mujeres al trabajo. La psiquiatr¨ªa acu?¨® el "complejo de inferioridad" que asocia el bienestar psicol¨®gico con un f¨ªsico modelado seg¨²n los patrones de belleza normativos. Se consolida una noci¨®n del cuerpo como una posesi¨®n individual, pl¨¢stica y moldeable, cuya transformaci¨®n promete liberarse de complejos y lograr la felicidad, entendida esta como el resultado de la movilidad social ascendente de las mujeres mediante el acceso a mejores lugares de trabajo y/o a un matrimonio ventajoso.
Se consolid¨® una noci¨®n del cuerpo como posesi¨®n individual, pl¨¢stica y moldeable
Las im¨¢genes y narrativas de ¨¦xito mediante el trabajo y la capitalizaci¨®n corporal, ejemplificadas por modelos o profesionales del espect¨¢culo, son el veh¨ªculo publicitario de dicha promesa, que ya se concibe como un derecho al perfeccionamiento personal. Sin embargo, sus representaciones visuales, lejos de ser inocentes o neutrales, transmiten pautas de comportamiento que regulan g¨¦nero, expresi¨®n emocional, sexualidad, etc¨¦tera, colonizan nuestra imaginaci¨®n y conforman una noci¨®n de lo est¨¦tico no desprovista de violencia simb¨®lica. Los ideales, tanto de masculinidad como de feminidad, conllevan pesados mandatos de g¨¦nero que conviene cuestionar.
La industria propone y el/la consumidor/a dispone: es hora de promover el alfabetismo visual cr¨ªtico para descodificar los valores encriptados en las im¨¢genes, de desarrollar un nuevo modo de ver m¨¢s representativo de la diversidad y de exigir modelos de belleza que reconduzcan lo est¨¦tico, de la mera posesi¨®n de cuerpos supuestamente ideales al ¨¢mbito de los sentidos y la erotizaci¨®n de toda la personalidad. Se respira la necesidad de un nuevo estilo: una organizaci¨®n sensorial (o aisthesis, en griego, origen etimol¨®gico de "estilo") m¨¢s consciente y soberana, ajena al incesante cambio de las modas (del artificial is beautiful al retorno de lo natural), eximida del mandato de la posesi¨®n y cercana a la experiencia gozosa del ser que comparte en libertad.
Patricia Soley-Beltran es doctora y miembro honorario del departamento de Sociolog¨ªa de la Universidad de Edimburgo. www.patriciasoley.com
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