El padre putativo de los Goya
Un asturiano afincado en Torrej¨®n talla durante tres meses las 29 estatuillas
El olor a cera fundida se concentra en la habitaci¨®n donde Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez tiene su mesa de trabajo. Un cazo de metal, oscuro y viejo, rugoso, sostiene en el borde las virutas que el escultor va retirando de la cara blandita de Francisco de Goya. Est¨¢ tratando de acentuar esa expresi¨®n adusta que actores, actrices o directores de cine contemplan y admiran al menos durante unos segundos cuando reciben el premio.
La ceremonia de los Goya se celebra ma?ana con 2000 invitados en el Teatro Real. 28 categor¨ªas con 112 nominados (m¨¢s el premio de honor) que esperan llenar con el busto de Francisco de Goya el espacio que seguramente ya han hecho en alguna estanter¨ªa de su casa. No todos los premiados sabr¨¢n que se est¨¢n llevando una obra del asturiano Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez. Lleva tres meses tallando cabezas en bronce preparadas desde hace 15 d¨ªas. "Es un trabajo de equipo, por lo que no se hace repetitivo. Es igual que para los actores representar la misma obra una y otra vez", afirma el artista. Fern¨¢ndez lleva 24 a?os interpretando el mismo papel, desde la segunda edici¨®n.
El dise?o es el mismo desde 1988, cuando se celebr¨® la segunda edici¨®n
"Mi trabajo es como el de los actores que representan la obra una y otra vez"
Le pidieron que la escultura fuese manejable, aparente y del pintor
"Trabajamos como en el Renacimiento, en el taller tenemos la fundici¨®n"
El primer padre del busto de Goya no fue el escultor ovetense sino Miguel Ortiz Berrocal. Pero se descart¨® su obra para sucesivas ceremonias porque pesaba demasiado. Los ¨²nicos requisitos del encargo se centraron en "que fuera manejable, de un tama?o aparente y que fuera Goya", asegura Fern¨¢ndez. De ah¨ª que toda la carga escult¨®rica est¨¦ en el frente, en la cara del pintor. "La espalda est¨¢ idealizada, pensada para que la mano se adapte bien, sin obst¨¢culos", explica.
La figura es la misma desde 1988. "Est¨¢ tan consolidado que no creo que se cambie la imagen, aunque un director de la Academia de cine lo intent¨®", cuenta Fern¨¢ndez. Sin ¨¦xito. Lo que comenz¨® siendo un boceto basado en autorretratos de Goya, "porque no hab¨ªa fotograf¨ªas de ¨¦l", es ahora un molde de silicona del que se saca la escultura en cera. El busto de Goya se perfecciona y se introduce en un cilindro que se rellena de barro. Se deja secar y luego se calienta para que la cera se derrita y deje un molde resistente, apto para introducir en ¨¦l el bronce de la estatuilla. "Aqu¨ª trabajamos como en el Renacimiento, en el taller tenemos tambi¨¦n la fundici¨®n", se?ala con humildad. No es habitual que los escultores tengan estas instalaciones. De hecho, entre Goya y Goya hay un premio TP recibiendo la p¨¢tina. "Es de otro escultor que nos lo ha mandado a nuestra fundici¨®n", explica este hombre, que primero fue alumno de maestros y ahora es quien ense?a a otros.
A sus 68 a?os, no le faltan an¨¦cdotas sobre los Goya. "Un a?o se cay¨® una estatuilla en el escenario y se rompi¨® en pedazos. Me asust¨¦ porque esa figura no pod¨ªa ser m¨ªa. El bronce no se habr¨ªa roto, sino que habr¨ªa hecho un agujero en el suelo". Tambi¨¦n quiere hablar del resto de su obra. "Compaginamos el encargo de la Academia de Cine, sin abandonar el resto de la obra". Habla en plural porque en su taller y en sus creaciones, trabaja una decena de personas, entre los que se encuentran sus dos hijos entre ellos. Lijan, sueldan, modelan y dan p¨¢tinas. Es el proceso para envejecer las piezas aplicando una mezcla de agua y ¨¢cido.
En la planta de arriba de su taller acumula cerca de cien esculturas. De todas sus ¨¦pocas, aunque abundan las formas sinuosas y redondeadas. "Me caracterizan las esculturas inspiradas en huesos", a?ade. Desde peque?o sufre una lesi¨®n de rodilla de la que a¨²n hoy arrastra una leve cojera. "Hasta hoy, he vivido de la escultura", asegura este hombre de pelo canoso que a¨²n conserva el gesto juvenil que reflejaban las fotos de cuando emigr¨® de Oviedo camino de Madrid.
Sin olvidar la seguridad, econ¨®mica sobre todo, que le ha proporcionado ser el padre de la estatuilla de los Goya, no deja de reprochar a sus paisanos asturianos el poco reconocimiento que tienen con el resto de su obra. "Siempre me citan como el escultor de los Goya y soy m¨¢s que eso", deja caer mientras perfecciona con una paleta de fabricaci¨®n casera otra cabeza de cera. Los bustos que todav¨ªa deambulan por el taller de Torrej¨®n de Ardoz son para el resto de miembros de equipo ganador en cada categor¨ªa. "Para la gala me han pedido 29 y ya est¨¢n todos en una c¨¢mara de seguridad", apunta Fern¨¢ndez.
Lejos del estereotipo de artista bohemio, Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez dice ser muy disciplinado. Se levanta a las seis y media de la ma?ana y a las ocho ya est¨¢ en el taller, retomando modelos de cuando era joven. Pura nostalgia. "Tengo tanta vocaci¨®n que no puedo dejar de pensar, de tener ideas".
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