?Qu¨¦ hacemos con los genios infames?
Grandes artistas han defendido ideas que promueven el odio - El veto en Francia al aniversario de la muerte de C¨¦line reabre el debate sobre c¨®mo celebrar a los creadores inc¨®modos
La historia de la literatura universal y la historia universal de la infamia son dos tomos distintos de la misma enciclopedia. De ah¨ª que, de tanto en tanto, surjan varias preguntas: ?Es posible que sean la misma persona el artista que crea una obra llena de humanidad y el ciudadano que promueve ideas inhumanas? ?Se puede conmemorar al primero sin celebrar al segundo? La primera pregunta tiene una respuesta clara: s¨ª, es posible. La segunda sigue siendo un campo de minas.
El mes pasado se abri¨® en Francia un nuevo cap¨ªtulo de esa antigua diatriba. Tras incluir a Louis-Ferdinand C¨¦line, fallecido el 1 de julio de 1961, en las Celebraciones Nacionales para este a?o, el Ministerio de Cultura franc¨¦s decidi¨® sacarlo de la lista. Acced¨ªa as¨ª a la petici¨®n de Serge Klarsfeld, presidente de la asociaci¨®n de hijos de deportados jud¨ªos, de que no se celebrase oficialmente a un antisemita.
El autor de 'Viaje al fin de la noche' se libr¨® de ser fusilado por una amnist¨ªa
A la muerte del novelista, su viuda prohibi¨® la reedici¨®n de varios panfletos
"Lo peor que se puede hacer con el pasado es borrarlo o ignorarlo", dice Mat¨¦
Seg¨²n una autora, es un error suspender la conmemoraci¨®n una vez programada
Despu¨¦s incluso de haber colgado en la p¨¢gina de los Archivos Nacionales una publicaci¨®n conmemorativa, el ministro Fr¨¦deric Miterrand, sobrino del c¨¦lebre presidente, orden¨® que el cincuentenario de C¨¦line no tuviera reconocimiento oficial. Aun reconociendo el valor literario de su obra, Miterrand fue rotundo: "El hecho de haber puesto su pluma a disposici¨®n de una ideolog¨ªa repugnante, la del antisemitismo, no se inscribe en el principio de las celebraciones nacionales". La pol¨¦mica, eternamente congelada y descongelada, est¨¢ otra vez servida.
"Estoy un poco indignado, cre¨ªa que este tema estaba solucionado cuando se me pidi¨® escribir la nota", dijo Henri Godard, bi¨®grafo de C¨¦line, refiri¨¦ndose al texto colgado en la web oficial. "Pensaba que la opini¨®n hab¨ªa evolucionado y que las clases dirigentes lo ten¨ªan en cuenta". El revuelo, que todav¨ªa dura, ha demostrado que ni la herida estaba cerrada ni el tema solucionado ni la opini¨®n hab¨ªa evolucionado tanto. La pregunta sigue en el aire: ?qu¨¦ hacemos con los genios infames?
En 1932, el doctor Louis-Ferdinand Destouches, C¨¦line, public¨® una de las grandes novelas de la historia de la literatura, Viaje al fin de la noche. Aquella obra puso a su autor a la altura de Proust como renovador de la lengua francesa al tiempo que lo convert¨ªa en uno de los mejores retratistas de los tiempos modernos: de la guerra mundial al colonialismo pasando por el turbio sue?o americano. La novela est¨¢ escrita con un lenguaje crudo y antisentimental, lo que hace que, en esa noche, cualquier sentimiento se convierta en una estrella que desprende humanidad y emoci¨®n.
Cinco a?os m¨¢s tarde, en diciembre de 1937, el mismo C¨¦line public¨® una obra violentamente racista que terminar¨ªa contaminando la recepci¨®n de sus novelas: Bagatelas para una masacre. Aunque el panfleto, un imparable desahogo alucinado de 240 p¨¢ginas, trata muchos temas, ha entrado en la historia del odio por pasajes como estos: "Me gustar¨ªa establecer una alianza con Hitler (...) A ¨¦l no le gustan los jud¨ªos... A m¨ª tampoco... No me gustan los negros fuera de su lugar... No veo ninguna delicia en que Europa se vuelva completamente negra... No me har¨ªa ninguna gracia... Son los jud¨ªos de Londres, de Washington y de Mosc¨² los que impiden la alianza franco-alemana (...) Dos millones de boches campando por nuestro territorio nunca podr¨¢n ser peores, m¨¢s saqueadores ni infames que todos esos jud¨ªos que nos revientan (...) Siempre y en todas partes, la democracia no es m¨¢s que el biombo de la dictadura jud¨ªa".
Lejos de convertirse en piedra de esc¨¢ndalo en Francia, el libro vendi¨® en poco m¨¢s de un a?o 75.000 ejemplares, una cantidad que hoy mismo alcanzan muy pocos autores con sus novelas, no digamos ya con un texto de no ficci¨®n. El hecho de que el antisemitismo sea un invento franc¨¦s del siglo XIX es mucho m¨¢s que un dato ilustrado por el famoso affaire Dreyfus. Aunque en 1939 un decreto oblig¨® al editor a retirarlo de las librer¨ªas, el asentamiento del gobierno colaboracionista de Vichy convirti¨® Bagatelas para una masacre de nuevo en un best seller.
Con la liberaci¨®n de Francia, C¨¦line huy¨® a Alemania para terminar siendo capturado en Dinamarca. Se libr¨® de ser fusilado por la amnist¨ªa que, en 1951, le permiti¨® volver a su pa¨ªs una vez que su abogado consigui¨® deshacer la relaci¨®n entre el doctor Destouches y el escritor C¨¦line, algo, por cierto, que no ha conseguido medio siglo de cr¨ªtica literaria.
A la muerte del novelista, su viuda, Lucette Destouches, prohibi¨® la reedici¨®n de los panfletos -Escuela de cad¨¢veres y Les beaux draps am¨¦n de las famosas Bagatelas-. Adem¨¢s, se fue querellando con todos los que los trataban de publicarlos clandestinamente dentro y fuera de Francia. No es dif¨ªcil, sin embargo, encontrarlos completos en Internet. En sus memorias, la se?ora Destouches recordaba la actitud de su marido hacia unos textos a los que, dec¨ªa, algunos atribuyen "un poder mal¨¦fico": "Cuando supo lo que realmente hab¨ªa pasado en los campos de concentraci¨®n se qued¨® horrorizado, pero nunca fue capaz de decir: 'Lo lamento'. No se le perdon¨® el no haber reconocido sus culpas y ¨¦l jam¨¢s dijo: 'Me equivoqu¨¦'. Siempre asegur¨® que hab¨ªa escrito sus panfletos con una finalidad pacifista, nada m¨¢s. En su opini¨®n, los jud¨ªos incitaban a la guerra [¨¦l hab¨ªa sido herido en la del 14] y quer¨ªa evitarla. Eso era todo".
Aunque nunca han faltado pacifistas empe?ados en apagar el fuego con una lata de gasolina, C¨¦line ha alcanzado una categor¨ªa de icono que no tienen reaccionarios tan citados como Robert Brasillach o Drieu La Rochelle. La raz¨®n es simple: como novelista es uno de los m¨¢s grandes. Lo que no es tan simple es c¨®mo reconocer esa grandeza sin mancharse las manos. La equivocaci¨®n ser¨ªa, para muchos expertos, seguir barriendo las verg¨¹enzas debajo de la alfombra.
Bernard-Henri L¨¦vy lo dijo as¨ª el mismo d¨ªa que se anunci¨® la decisi¨®n del ministerio de Cultura de su pa¨ªs: "Aunque la conmemoraci¨®n sirviese solo para eso, para empezar a entender la oscura y monstruosa relaci¨®n que ha podido existir entre el genio y la infamia, habr¨ªa sido no solo leg¨ªtima, sino ¨²til y necesaria".
Para Esther Bendahan, escritora y directora de cultura de Casa Sefarad-Israel en Madrid, es un error suspender la conmemoraci¨®n una vez programada: "Era una oportunidad de reflexi¨®n. No digo que est¨¦ de acuerdo con el planteamiento, pero una vez planteado, hay que defenderlo y aprovecharlo".
La pol¨¦mica, seg¨²n Bendahan, surge por la cercan¨ªa del horror que aliment¨® el racismo de muchos intelectuales: "Hablamos de algo muy cercano y, dir¨ªa, de gran actualidad todav¨ªa. Eso hace dif¨ªcil separar la persona de su obra". Algo perfectamente f¨¢cil de hacer, sin embargo, en el caso de autores como Quevedo, cuyo antisemitismo no hace ya tanto da?o como el de un contempor¨¢neo. Por no hablar de la misoginia o la defensa de la esclavitud de no pocos de sus vecinos en los barrios bajos de la historia del arte.
?Y cu¨¢ndo queda el horror lo suficientemente lejos? Para responder, la autora de D¨¦jalo, ya volveremos recurre a una serpiente que se muerde la cola: "Cuando no levanta pol¨¦mica. Cuando se vive como un fen¨®meno ajeno a nosotros que ha formado parte de una locura hist¨®rica. Cuando es ya m¨¢s historia que memoria".
El fil¨®sofo Reyes Mate, Premio Nacional de Ensayo en 2009 por La herencia del olvido, ha consagrado muchos de sus trabajos a la relaci¨®n entre historia y memoria a la luz, sobre todo, del Holocausto, pero tambi¨¦n de la Guerra Civil y de la dictadura argentina. Para ¨¦l, "la memoria decisiva no es la de los hechos felices sino la de los infelices, y esa memoria negativa es la que puede ser un elemento cr¨ªtico importante para una construcci¨®n diferente del presente". Adem¨¢s, apunta, una cosa es conmemorar y otra, celebrar: "Se celebran los triunfos, se conmemoran las derrotas".
Lo curioso es que, a veces, tanto de unos como de otras se pretende dar una versi¨®n as¨¦ptica. Cuando, en noviembre de 1996, los restos de Andr¨¦ Malraux fueron trasladados al Pante¨®n de Par¨ªs, junto a los de Rousseau, Victor Hugo o Marie Curie, se emiti¨® un sello con un retrato del escritor al que le hab¨ªan borrado por ordenador el cigarrillo que llevaba la fotograf¨ªa original. En el mismo Pante¨®n, por cierto, reposa Voltaire, cuya obra est¨¢ trufada de comentarios sobre los jud¨ªos que hoy ser¨ªan un esc¨¢ndalo.
Lo peor que se puede hacer con el pasado, dice Mate, es borrarlo o ignorarlo: "A autores como C¨¦line, cuyas posiciones pol¨ªticas contribuyeron al desastre, conviene recordarlos porque fueron muy significativos. Si no los tienes en cuenta no te explicas lo que sucedi¨®. Hay que leer cr¨ªticamente a C¨¦line, como a Heidegger o a J¨¹nger, porque representa un momento del pasado que ha tenido una importancia enorme en la historia. Dif¨ªcilmente se puede construir una historia diferente a lo que ellos significaron si no se tiene en cuenta que existieron".
En su opini¨®n, ese argumento sirve tanto para un libro como para un monumento. De ah¨ª su contrariedad al comprobar que en el edificio central de la instituci¨®n en la que trabaja, el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), ha desaparecido la inscripci¨®n en lat¨ªn que "honraba" a Franco como presidente del patronato del Consejo: "Han quitado el fresco y han puesto unas baldosas neutras. No hay rastro del pasado. Habr¨ªa que haber dejado esa inscripci¨®n y, al lado, poner una explicaci¨®n". Para el autor de Justicia de las v¨ªctimas, sin huellas se vuelve m¨¢s dif¨ªcil leer el pasado. Por eso, dice, "lo que hay que hacer no es eliminar el Valle de los Ca¨ªdos, sino explicarlo".
Lo mismo cabr¨ªa decir de los nombres de las calles: "La soluci¨®n no es eliminarlas. No deber¨ªamos olvidar que hubo una sociedad para la que los generales franquistas fueron personas ilustres. Si hay muchas, como en Madrid, habr¨ªa que dosificarlas, pero no se puede borrar de la ciudad ese pasado. Ah¨ª la Ley de la Memoria Hist¨®rica afin¨® poco".
En lo que se refiere a los escritores, la gran pregunta es, apunta Esther Bendahan, si la obra de un autor y sus opiniones tienen genes distintos, es decir, si el arte tiene "su propia verdad". La cuesti¨®n es m¨¢s espinosa en el caso de un fil¨®sofo -que trabaja con sistemas que a veces conllevan una ¨¦tica- que, por ejemplo, en el de un arquitecto, pero parece que no hay duda de que se puede ser un amoral y un gran artista. "La experiencia nos dice que s¨ª. Se ha dicho mil veces: los nazis se emocionaban con la m¨²sica cl¨¢sica".
Para Reyes Mate, el arte permite la contradicci¨®n de que una forma brillante albergue contenidos terror¨ªficos. Eso s¨ª, lo que ha cambiado es la mirada sobre el arte: "Despu¨¦s de Auschwitz no podr¨ªamos decir de ciertos poemas que sean malos, pero s¨ª que son ¨¦ticamente discutibles. Lo que a?ade la experiencia de Auschwitz es el juicio ¨¦tico, ya no te puedes detener solo en el nivel est¨¦tico. Nuestra visi¨®n de una obra tiene algo que sin esa experiencia no tendr¨ªa por qu¨¦ tener. El deber de memoria pide que se incluya el juicio moral".
El d¨ªa que C¨¦line nos resulte tan lejano como Quevedo algo se habr¨¢ ganado pero algo se habr¨¢ perdido. Significar¨¢ que el horror que contribuy¨® a encender se ha vuelto para nosotros m¨¢s ajeno que la belleza que ¨¦l mismo consigui¨® crear. Entre tanto, habr¨ªa que prescindir de la brocha gorda para asumir de una vez por todas que los buenos escritores son a veces malas personas. Y, de paso, asumir que para reconocer la grandeza de un artista no hace ir con flores a su tumba.
La bondad de Stalin y las preciosas manos de Hitler
"?C¨®mo puede ser gobernada Alemania por un hombre de tan escasa formaci¨®n como Hitler?" La pregunta es de Karl Kaspers. La respuesta, de Martin Heidegger: "?La formaci¨®n es indiferente por completo, mire usted solamente sus preciosas manos!" El hechizo que Hitler ejerci¨® sobre Heidegger, afiliado al partido nazi en 1933, ser¨ªan solo una t¨¦trica curiosidad si no fuera porque el autor de Ser y tiempo es tal vez, con Ludwig Wittgenstein, el fil¨®sofo m¨¢s influyente del ¨²ltimo siglo. Como dec¨ªa Jean-Fran?ois Revel, "si el fascismo y el comunismo solo hubieran seducido a los imb¨¦ciles, habr¨ªa resultado m¨¢s f¨¢cil librarse de ellos". C¨¦line es el gran emblema de la seducci¨®n del lado oscuro, pero nombres no faltan.
Para unos fue un sarampi¨®n -Mies van der Rohe, Mircea Eliade, G¨¹nter Grass-; para otros -Giuseppe Terragni, Pierre Drieu La Rochelle o el Nobel noruego Knut Hamsun-, una enfermedad cr¨®nica. Eso en la versi¨®n fascista, porque la versi¨®n estalinista del sarampi¨®n afect¨® a medio Parnaso, de Pablo Neruda a Rafael Alberti, que en 1937, durante una visita a la URSS, qued¨® fascinado por Stalin, por "su bondad, su conocimiento de la gente, su deseo de verla feliz".
En Espa?a, la Guerra Civil fue la prueba de fuego para muchos escritores. Y, en cierto sentido, lo sigue siendo. En octubre de 2009, el Ayuntamiento de Sevilla vet¨® un homenaje literario a Agust¨ªn de Fox¨¢ despu¨¦s de haberlo autorizado. El motivo: la filiaci¨®n franquista del escritor. Volv¨ªa a tener raz¨®n el ya cl¨¢sico aserto de Andr¨¦s Trapiello, autor del imprescindible Las armas y las letras: "Los que ganaron la guerra perdieron la historia de la literatura". Una lectura lastrada por las anteojeras ideol¨®gicas que su propio libro ha ayudado a matizar. Para Jordi Amat, estudioso de Fox¨¢, "en ning¨²n caso" se debe ignorar su obra -por m¨¢s que solo sea "interesante" frente a la de C¨¦line, "que es excelente"-. Tampoco que existe un conflicto moral: "Si el pasado fuese una pel¨ªcula de dibujos animados, ser¨ªa muy sencillo, pero est¨¢ lleno de muertos y de arte nacido de la abyecci¨®n.
La obligaci¨®n del Estado es dar respuesta intelectual p¨²blica a un personaje conflictivo. Si se limita a canonizar lo mejor de nuestro pasado o a blanquear los conflictos, est¨¢ falseando la historia. Debemos ayudar a contar esa complejidad porque venimos de ella, para bien y para mal".
"Que la inhumanidad moral genera calidad literaria es una realidad", contin¨²a Amat. "Y si solo es literaria es una suerte. La posibilidad de experimentar el mal a trav¨¦s de la literatura hace grande a esta ¨²ltima porque pulsa resortes del individuo que no son encomiables pero que existen". El antisemitismo de C¨¦line es, dice, "una forma de desprecio del otro, y pensar que nosotros no despreciamos a alguien es una ingenuidad. Una de las funciones de la literatura es ense?arnos hasta qu¨¦ punto el mal anida en nosotros".
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