La deuda triplica al patrimonio neto en las grandes firmas de Nueva Rumasa
Los principales negocios del grupo empresarial apenas generan efectivo
La situaci¨®n patrimonial de Nueva Rumasa contin¨²a siendo una gran inc¨®gnita ante el incumplimiento de la promesa del grupo de elaborar unas cuentas consolidadas y someterlas a la auditor¨ªa de una firma de prestigio. Sin embargo, los datos disponibles dan una impresi¨®n muy diferente de la que se?ala la familia Ruiz-Mateos. Las ¨²ltimas cuentas depositadas en el Registro Mercantil por las empresas que se han acogido a la ley concursal muestran que sus deudas financieras triplican su patrimonio neto y representan m¨¢s de 50 veces el flujo de efectivo generado por sus actividades de explotaci¨®n.
Las firmas Carcesa, Clesa, Dhul, Complejo Bodeguero Bellavista (Garvey), Queser¨ªa Menorquina, Nuevos Hoteles Agrupados, Rayo Vallecano, Chocolates Elgorriaga e Hibramer sumaban unas deudas financieras de 524 millones de euros frente a un patrimonio neto de 159 millones, seg¨²n sus propias cuentas. La documentaci¨®n corresponde en la mayor¨ªa de los casos a 2009 y en algunos a 2008, es decir, antes de que la crisis econ¨®mica terminase de golpear con toda su crudeza.
La mayor parte de las obligaciones del grupo est¨¢ en manos de bancos
Las valoraciones de Ruiz-Mateos no est¨¢n sujetas al control regulatorio
La mayor parte de esa deuda lo era con entidades de cr¨¦dito (285 millones de euros), mientras que el resto son otros pasivos financieros, entre ellos 70 millones en pagar¨¦s emitidos por Carcesa y colocados entre inversores particulares. La cifra no incluye las deudas con proveedores, Hacienda o la Seguridad Social. La familia Ruiz-Mateos ha cifrado la deuda bancaria total de las empresas de Nueva Rumasa en 700 millones y la deuda con proveedores en otros 300 millones. Por el contrario, mantiene la opacidad y apenas hace p¨²blica informaci¨®n actualizada sobre el estado de su grupo ni de sus empresas.
Las cuentas depositadas en el Registro suponen, por tanto, una fotograf¨ªa incompleta (son una parte de Nueva Rumasa) y algo desfasada que, con todo, permite sacar algunas conclusiones importantes. Por ejemplo, que los principales negocios del grupo apenas generaban caja y que en algunas de las empresas como Carcesa (Apis, Fruco), Dhul o Queser¨ªas Menorquina el flujo de efectivo de las actividades de explotaci¨®n era negativo. Esos problemas de tesorer¨ªa ayudan a explicar que la familia Ruiz-Mateos destinase a otros fines el dinero que ped¨ªa a los inversores para hacer compras, como revel¨® EL PA?S el pasado viernes.
Las empresas analizadas muestran, por tanto, un alto endeudamiento tanto en relaci¨®n con su patrimonio neto, como con su flujo de caja de explotaci¨®n, lo opuesto a lo que vende Nueva Rumasa. La familia Ruiz-Mateos, sin desglosar la informaci¨®n ni publicar las cuentas e informes correspondientes, cifra la valoraci¨®n del patrimonio neto del grupo en 5.000 millones. Se entiende que en este caso no se habla del patrimonio neto contable sino que ha usado valoraciones externas. El problema es que en alg¨²n caso las premisas se han incumplido y hasta sus autores se han desmarcado del uso que los propietarios de Nueva Rumasa hacen de sus informes.
Es curioso que en febrero de 2009, cuando empez¨® a colocar pagar¨¦s entre inversores, Nueva Rumasa se presentaba como "uno de los grupos empresariales m¨¢s importantes de nuestro pa¨ªs con una valoraci¨®n patrimonial neta de 3.000 millones de euros". En solo dos a?os, pese a la dureza de la crisis econ¨®mica y la depreciaci¨®n de sus activos inmobiliarios, Nueva Rumasa ha inflado un 66% hasta 5.000 millones (curiosamente, de nuevo una cifra muy redonda) esa valoraci¨®n que ahora, como entonces, no est¨¢ sujeta a ninguna auditor¨ªa, control regulatorio o escrutinio p¨²blico. Es, m¨¢s bien, cuesti¨®n de fe.
Pese a que no tienen en teor¨ªa preferencia, lo l¨®gico es que Nueva Rumasa intente dar prioridad, en la medida de lo posible, al pago de los pagar¨¦s. De lo contrario, sus gestores correr¨ªan el riesgo de ser acusados de un delito de estafa, castigado hasta con seis a?os de c¨¢rcel, si se demuestra que hubo enga?o punible para lograr que los inversores les confiasen el dinero, bien por el destino dado al dinero, bien por la cuantificaci¨®n del patrimonio o bien por la promesa incumplida de someter a auditor¨ªa unas cuentas consolidadas del grupo.
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