Qui¨¦n es el aut¨¦ntico
Observo las comparecencias p¨²blicas que puedo del presidente del Gobierno. Por ejemplo, la del s¨¢bado en Oviedo. En todas ellas la vehemencia es la nota caracter¨ªstica, defendiendo con convicci¨®n la pol¨ªtica econ¨®mica que practica en cada momento: "Lo que hoy sembramos es la prosperidad de ma?ana". Pero la de ahora no es la misma que la que ten¨ªa antes del 9 de mayo, cuando arg¨¹¨ªa otros ¨¦nfasis o, sencillamente, los contrarios. En la madrugada de ese d¨ªa, el Consejo Europeo decidi¨® reinventarse y a cambio de evitar una segunda, tercera o cuarta Grecia, intervenir las pol¨ªticas econ¨®micas de todos los pa¨ªses de la eurozona en una misma direcci¨®n que impuso Alemania: m¨¢s ajustes a cambio de menos crecimiento. Cuando Zapatero aterriz¨® en Madrid, ya era distinto.
ZP y Rajoy necesitan reinventarse; el uno por sus contradicciones; el otro, por sus silencios
En la comisi¨®n de control del pasado mi¨¦rcoles en el Congreso, el presidente contest¨® a Rajoy con dos reflexiones muy sensatas: la econom¨ªa no est¨¢ quieta por lo que es leg¨ªtimo cambiar de opini¨®n a la luz de las nuevas circunstancias; no se mueve solo quien no tiene opini¨®n. Pero una cosa es cambiar y otra una permanente contorsi¨®n, contest¨® el l¨ªder de la oposici¨®n. Y ten¨ªa raz¨®n. Unos d¨ªas antes de la citada cumbre europea, ZP recibi¨® a Rajoy en La Moncloa; a la propuesta de este ¨²ltimo de reducir dr¨¢sticamente el d¨¦ficit p¨²blico, el socialista le contest¨® que s¨ª, pero ma non troppo, e inmediatamente despu¨¦s de la reuni¨®n de Bruselas Espa?a se convirti¨® -sin m¨¢s explicaciones a la ciudadan¨ªa- en uno de los campeones del r¨ªgor mortis a plazo fijo (la econom¨ªa espa?ola permanece estancada). Antes solemniz¨® que no habr¨ªa reforma laboral si no era pactada con los sindicatos y la aprob¨® con una huelga general en contra. Presum¨ªa de que el sistema financiero era de los m¨¢s s¨®lidos y est¨¢ enfrascado en unos cambios que endurecen y adelantan la legislaci¨®n de Basilea III. Declar¨® que ¨¦l era "el m¨¢s antinuclear el Gobierno" y acaba de aceptar la posibilidad de renovaci¨®n de la vida ¨²til de las centrales nucleares... despu¨¦s de haber puesto fecha de cierre a Garo?a. Etc¨¦tera.
Escucho, como me corresponde, las intervenciones p¨²blicas del l¨ªder de la oposici¨®n. Ninguna propuesta concreta, solo generalidades y cr¨ªticas al Gobierno. No hay posibilidad de equivocaci¨®n. La p¨¢gina web del PP es un erial. Su antigua propuesta de 13 reformas estructurales era de una insustancialidad insultante. Rajoy se ha convencido de que la nada le basta para llegar a La Moncloa: tiene el viento de cola. Su gran arma es la gesti¨®n de la crisis por los socialistas.
Muchas veces el PP semeja ser peronista: estuvo en contra de la congelaci¨®n de las pensiones y de la rebaja de los sueldos de los funcionarios, tambi¨¦n del aumento de la edad de la jubilaci¨®n; ahora se manifiesta en contra de la reforma de las cajas de ahorro que ha instrumentado el Gobierno, mientras hace escasos meses daba su visto bueno a un Consejo de Administraci¨®n de CajaMadrid con m¨¢s pol¨ªticos que anta?o; soporta sin tomar medidas ni hacer la menor autocr¨ªtica que el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad Valenciana, gobernados por ellos, sean contraejemplos del endeudamiento de las comunidades locales y auton¨®micas mientras exige austeridad al resto del mundo. Todav¨ªa no se sabe, por ejemplo, donde instalar¨ªa, en caso de gobernar, el almac¨¦n nuclear, ni las medidas de choque para reducir el paro juvenil. El PP tiene confundidos a muchos de los economistas m¨¢s pr¨®ximos a su ideolog¨ªa.
Rajoy prefiri¨® los r¨¦ditos a corto plazo de no hacerse la foto con Zapatero, la patronal y los sindicatos en torno a un pacto social, a los beneficios de largo plazo: lograr un acuerdo transversal que afectase a todos los niveles de la Administraci¨®n y que tuviese consecuencias m¨¢s all¨¢ de esta legislatura, con lo que los mercados se convencer¨ªan de la necesaria continuidad en la pol¨ªtica econ¨®mica de grueso calibre en una Espa?a con una crisis econ¨®mica monumental.
Ambos personajes necesitan reinventarse, el uno por sus contradicciones, el otro por sus silencios. Lo muestran los sondeos del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, en los que los ciudadanos verbalizan mayoritariamente un tono vital muy bajo no solo sobre la econom¨ªa, sino sobre la pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.