Miles de refugiados huyen hacia T¨²nez y Egipto
La poblaci¨®n civil escapa de la violencia con sus escasas pertenencias para dejar atr¨¢s las bombas de Gadafi
Unas cuantas maletas y mucho miedo es lo ¨²nico que traen consigo los refugiados libios que consiguen llegar a Ben Garman, la ciudad tunecina que encuentran tras traspasar la frontera occidental y dejar atr¨¢s las bombas y los disparos con los que el coronel Muamar el Gadafi trata de someter a su pueblo.
Lo primero que encuentran nada m¨¢s bajarse de los autobuses que llegan a la ciudad es un improvisado comit¨¦ de bienvenida de j¨®venes tunecinos, que los reciben amistosamente con gritos y v¨ªtores y les felicitan por haber escapado. Les intentan contagiar el entusiasmo que ellos vivieron hace un mes, cuando se libraron del dictador Ben Ali tras una revuelta ciudadana, pero la situaci¨®n esta vez parece muy distinta y los testimonios de los que llegan no describen una revoluci¨®n, sino una guerra.
"Si el r¨¦gimen nos ve las caras estamos muertos", se teme un joven libio
"Lo han perdido todo. Ahora tratan de volver a casa", dice un beduino egipcio
"Est¨¢n usando granadas y todo tipo de armas. Son mercenarios africanos los que disparan a la gente", dice Fadi, un joven libio que acaba de llegar a la estaci¨®n de autobuses y que relata la muerte de ciudadanos en plena calle: "He visto a un ni?o peque?o morir enfrente de mi casa".
Junto a los autobuses, un grupo de reci¨¦n llegados se protege de la lluvia bajo una enorme lona, a la espera de que alguien les proporcione un mejor cobijo. A la mayor¨ªa se los llevan a la ciudad de Gabes, un poco m¨¢s al norte, seg¨²n cuentan algunos de los refugiados. La llegada de los periodistas a Ben Garman ha despertado la curiosidad de los tunecinos y el recelo entre los libios que huyen. Uno de ellos agredi¨® ayer a una periodista que grababa im¨¢genes, le parti¨® la c¨¢mara y se apropi¨® de la cinta. "Si Gadafi nos ve las caras estamos muertos", dijo despu¨¦s para justificar su acci¨®n.
Aun as¨ª, la mayor¨ªa quiere contar su testimonio. Muchos no han visto gran cosa, solo huyen de las terribles historias que les han relatado otros. En este lado de la frontera, nadie habla por ahora de resistencia sino de sobrevivir. De sus relatos se desprende que, al menos en el oeste del pa¨ªs, el coronel Gadafi mantiene el control.
"Los helic¨®pteros est¨¢n disparando indiscriminadamente. Hay pillaje y robos en la carretera. En los puestos de control, la polic¨ªa est¨¢ quit¨¢ndole a la gente las tarjetas de los m¨®viles para que no saquen fotos o v¨ªdeos que sirvan como prueba de lo que est¨¢ pasando", explicaba uno de los refugiados.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) teme que se produzca un "importante ¨¦xodo desde Libia" y ha pedido a los pa¨ªses vecinos que no den la espalda a quienes huyen de la violencia, seg¨²n explic¨® ayer un portavoz de la organizaci¨®n en Ginebra citado por Reuters. La ONU prepara el env¨ªo de ayuda y de equipos de asistencia que incluyen hospitales port¨¢tiles y tiendas de campa?a a las fronteras de T¨²nez, por donde han salido ya m¨¢s de 4.500 personasdesde que estall¨® la crisis, y Egipto.
En el puesto fronterizo de Salum, en el este de Libia, miles de personas escapaban tambi¨¦n ayer hacia Egipto de los enfrentamientos que han sacudido en la ¨²ltima semana la regi¨®n de la Cirenaica, cuya capital es Bengasi. Desde hace tres d¨ªas, esa frontera es la principal v¨ªa de escape de los libios y egipcios que intentan huir de la violenta represi¨®n del r¨¦gimen de Gadafi.
En una regi¨®n en la que las fronteras apenas importan, los beduinos, los hombres del desierto, est¨¢n acostumbrados a ir y venir a su antojo. Por eso desde el pasado lunes se organizan en convoyes o en caravanas y pasan ilegalmente a Libia cargados de mantas, medicinas, comida y colchones para ayudar a sus "hermanos" del otro lado, explica Rabeia Senini, uno de los responsables de la asociaci¨®n de beduinos de Matruh. Con el rostro a¨²n cubierto de arena, cuenta que hace solo 10 minutos que ha cruzado la frontera hacia Egipto. "El Ej¨¦rcito egipcio nos pregunt¨® que d¨®nde ¨ªbamos, pero finalmente nos dej¨® pasar", explicaba en Salum. Al otro lado, algunos manifestantes les dispararon antes de saber que iban a entregar ayuda. Ya de vuelta en su pa¨ªs, explicaba rodeado de retornados que en su camino se encontraron con cientos de personas a pie y en coche, tanto egipcios como libios, que intentaban alcanzar la frontera.
En el puesto fronterizo de acceso y en la gasolinera de la poblaci¨®n de Salum algunos de estos refugiados abarrotan camionetas, donde se agolpan los enseres que han podido cargar. "Lo han perdido todo. Y ahora muchos est¨¢n intentando conseguir el dinero suficiente para volver a sus casas, algunos de ellos en el sur de Egipto", dice Rabeia Senini mientras se limpia la arena del rostro.
Las nuevas autoridades militares de Egipto han reforzado la seguridad y las aduanas con Libia se mantienen abiertas 24 horas al d¨ªa.
El ministro de Exteriores egipcio, Ahmed Abul Gheit, reconoce que "en Libia hay entre un mill¨®n y mill¨®n y medio de egipcios". "Les hemos pedido que permanezcan en sus casas con agua y comida y no salgan a la calle", advirti¨®.
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