Las fortunas de la cleptocracia
Los Gadafi, como los Ben Ali y los Mubarak, controlaban los principales sectores econ¨®micos de sus pa¨ªses
Las revoluciones que est¨¢n haciendo caer como fichas de domin¨® a las dictaduras ¨¢rabes tienen como efecto inevitable la fiscalizaci¨®n de las fortunas amasadas por los aut¨®cratas y sus allegados. Ahora le toca el turno a Muamar el Gadafi, cuyos negocios familiares, particularmente opacos, tienen su fuente principal en el petr¨®leo. Los expertos no dan cifras, pero no dudan de que el expolio perpetrado por el clan Gadafi a las arcas libias asciende a "miles de millones de d¨®lares", a tenor de los faltantes anuales entre los ingresos estatales y el gasto p¨²blico. Y sospechan de la existencia de abultadas cuentas secretas en Dub¨¢i, el sudeste asi¨¢tico y varios pa¨ªses del Golfo.
Seg¨²n los cables de la diplomacia estadounidense filtrados por Wikileaks, la familia del dictador ha perpetrado una constante sangr¨ªa de ingresos en la Compa?¨ªa Nacional de Petr¨®leo. Sus tent¨¢culos alcanzan tambi¨¦n los sectores de las telecomunicaciones, la construcci¨®n y la hosteler¨ªa. Los despachos diplom¨¢ticos dan cuenta de comportamientos poco edificantes de los hijos de Gadafi, como las disputas entre tres de ellos por la franquicia de Coca-Cola, o la exigencia de Mutasim, el cuarto de sus v¨¢stagos, de 880 millones de euros a la petrolera estatal para establecer su propia milicia. Mutasim, consejero de seguridad de su padre, es famoso por contratar en sus fiestas privadas a celebridades como Mariah Carey o Beyonc¨¦.
Adem¨¢s, el Estado libio como tal ha invertido en el extranjero cerca de 70.000 millones de euros a trav¨¦s de la Autoridad Libia de Inversiones. Seg¨²n el diario The Guardian, el portafolio de este fondo soberano, creado en 2006, incluye varias empresas estrat¨¦gicas italianas -desde la petrolera ENI a la industria aeroespacial- y un centro comercial en Londres. Claro que, como siempre, las fronteras entre "el Estado" libio y los bolsillos de los Gadafi son difusas. De las inversiones privadas de la familia se conocen dos hoteles de lujo y dos plantas embotelladoras de agua en Italia.
En realidad, el patr¨®n de enriquecimiento de los Gadafi es el habitual en los reg¨ªmenes autoritarios, y no solo en Oriente Pr¨®ximo: el l¨ªder se mantiene aparentemente al margen, pero permite que su familia y allegados manejen el pa¨ªs como su feudo, de forma m¨¢s o menos ostentosa. O incluso grotesca. Tal es el caso de Leila Trabelsi, esposa del derrocado presidente tunecino Zine Ben Ali, cabeza de una aut¨¦ntica cleptocracia que, seg¨²n Transparencia Internacional, controlaba entre el 30% y el 40% de la econom¨ªa de T¨²nez, y que en su precipitada huida a¨²n tuvo tiempo de pasarse por el Banco Central para llevarse 1,5 toneladas de oro en lingotes.
En el caso del egipcio Hosni Mubarak, algunos expertos creen que las cifras aventuradas sobre su fortuna (entre 40.000 y 70.000 millones de d¨®lares) son exageradas. "Sobran uno o dos ceros", declaraba recientemente a la emisora France 24 Jean-No?l Ferri¨¦, director del Centro Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica de Francia. Los Mubarak participaron en negocios, recibieron comisiones y acumulan bienes ra¨ªces en EE UU y Reino Unido. Pero mientras en T¨²nez el clan Trabelsi y sus amigos controlaban toda la riqueza, en Egipto, explica Ferri¨¦, "la corrupci¨®n salpicaba a toda la sociedad", siguiendo un esquema clientelista. Mubarak, como hizo su antecesor Sadat, permit¨ªa que amplios sectores (militares, funcionarios) sacaran tajada para garantizarse su apoyo al r¨¦gimen.
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