La carrera pol¨ªtica del hijo de Gadafi, arruinada por una jaima
Mutasim, el gran aspirante a suceder a su padre, cae en desgracia porque no consigue el permiso para colocar la jaima de su progrenitor durante una visita a Nueva York
Mutasim lleg¨® a ser el hijo predilecto de Muamar el Gadafi, el hombre destinado a sucederle en Libia hasta que top¨® con la burocracia de Estados Unidos. Era "violento y sediento de sangre", seg¨²n escribieron los diplom¨¢ticos estadounidenses en los cables filtrados por Wikileaks. Pero su padre lo nombr¨® en 2008 Consejero Nacional de Seguridad y comenz¨® a promoverlo en el exterior. Mutasim se hab¨ªa formado militarmente en Rusia. A diferencia de su hermano Saif el Islam, ¨¦l no se prodigaba en comparecencias p¨²blicas; los seis millones y medio de habitantes del pa¨ªs apenas lo conoc¨ªan. Pero eso no le imped¨ªa luchar por su cuota de poder en Tr¨ªpoli. No dudaba a la hora de encarcelar y amenazar de muerte a los amigos de su hermano Saif el Islam, su m¨¢s directo rival en la sucesi¨®n.
Su carrera iba en ascenso hasta que en septiembre de 2009 top¨® con la legislaci¨®n neoyorquina. Ocurri¨® durante el viaje que Gadafi emprendi¨® para asistir a la Asamblea de Naciones Unidas. A pesar de su empe?o, Mutasim no consigui¨® autorizaci¨®n para que el padre instalara su jaima en las propiedades de la embajada libia en Nueva Jersey, ni en Central Park, ni tampoco en la casa del multimillonario Donald Trump en Nueva York. El 22 de septiembre un grupo de funcionarios libios ya estaban levantando la tienda en los jardines de Trump, cuando los funcionarios neoyorquinos les obligaron a parar.
La raz¨®n de su ca¨ªda en desgracia puede parecer demasiado arbitraria, incluso proviniendo de un personaje tan exc¨¦ntrico como Muamar el Gadafi. Pero los diplom¨¢ticos de Estados Unidos en Libia ten¨ªan muy buenas fuentes cuando escribieron que el padre se hab¨ªa sentido "decepcionado" a ra¨ªz de aquella gesti¨®n. En una entrevista celebrada en noviembre de 2009 entre el embajador Gene A. Cretz y Mutasim este le plantea seis quejas respecto a las relaciones con Estados Unidos. Pero el embajador se detiene en la quinta y concluye que esa era la que m¨¢s le dol¨ªa a Mutasim: "La quinta estaba relacionada con su fracaso a la hora de instalar la tienda de su padre durante la visita de septiembre a Nueva York, incluidas sus restricciones de movimientos. Dijo que los libios no pod¨ªan creer la reacci¨®n que hab¨ªa tenido Estados Unidos hacia la tienda, porque no supon¨ªa ninguna amenaza de seguridad".
El embajador concluy¨® en su informe: "Su objetivo durante el encuentro parec¨ªa estar centrado en su lista de quejas -particularmente el tema de la tienda, quiz¨¢s debido a que es una cuesti¨®n donde ¨¦l personalmente tuvo que acarrear con la culpa por parte de su padre".
Los 52 pa¨ªses de Am¨¦rica... ?o eso es de ?frica?"
Cuatro semanas despu¨¦s, el embajador se entrevist¨® con Saif el Islam Gadafi, el hijo a quien Gadafi designar¨ªa sucesor en detrimento de Mutasim. Saif le hizo saber que la cuesti¨®n de la tienda y la prohibici¨®n de visitar la Zona Cero en Nueva York "humillaron" a Gadafi. "Hasta los turistas pueden visitar la Zona Cero, ?pero no puede hacerlo un jefe de Estado?", recrimin¨® Saif al Islam al embajador. Ese mismo noviembre de 2009 el diplom¨¢tico redact¨® otro cable en el que la cuesti¨®n de la tienda hab¨ªa afectado a la carrera pol¨ªtica de Mutasim, aunque este segu¨ªa esforz¨¢ndose por conseguir un encuentro entre su padre y Barack Obama y eso pod¨ªa ser indicativo de que "segu¨ªa compitiendo en el juego de la sucesi¨®n".
En agosto de 2009 una delegaci¨®n de senadores encabezada por el republicano John McCain visit¨® a Gadafi en Tr¨ªpoli. Mutasim recibi¨® a los senadores en una tienda y empez¨® a hablar con ellos en ingl¨¦s sobre compra y venta de armas, sobre todo helic¨®pteros. Gadafi lleg¨® a las once de la noche, "como si se levantara de una profunda siesta", el pelo "alborotado", los ojos "hinchados", "mangas cortas, pantalones arrugados y zapatillas". Gadafi hablaba poco y se serv¨ªa de un int¨¦rprete. Pero el hijo, cuando hablaba, dejaba ver su falta de conocimientos en las relaciones estrat¨¦gicas internacionales. Los diplom¨¢ticos rese?aron que en un momento dado hizo referencia "a los 52 pa¨ªses de Am¨¦rica... ?o eso es de ?frica?".
El padre permaneci¨® casi todo el tiempo callado, como si examinara al hijo. Pero el examen definitivo vendr¨ªa un mes despu¨¦s, durante el viaje a Nueva York.
La visita del rey Juan Carlos a Libia sirvi¨® para ahuyentar los amenazas de nacionalizar el petr¨®leo
La visita que efectu¨® el rey Juan Carlos a Libia entre el 23 y el 24 de enero de 2009 sirvi¨® para ahuyentar los amenazas sobre una posible nacionalizaci¨®n de la industria petrolera en Libia, seg¨²n desvelan los cables del departamento de Estado filtrados por Wikileaks. En una "acci¨®n inusual", Gadafi invit¨® a 16 empresarios espa?oles para unirse al rey en uno de sus encuentros. Gadafi intent¨® quitarle importancia al anuncio que hab¨ªa hecho d¨ªas antes sobre la posible nacionalizaci¨®n del sector y les dijo que las empresas espa?olas "no ten¨ªan nada que temer".
Los diplom¨¢ticos estadounidenses concluyeron: "Dado que en Libia los negocios son pol¨ªtica y que Gadafi controla los dos, Espa?a se beneficiar¨¢, probablemente, de la c¨¢lida interacci¨®n entre el rey y Gadafi", concluy¨® el informe.
Un a?o antes, tras la primera visita de Gadafi a Espa?a, desde la embajada estadounidense en Madrid se redact¨® otro cable en el que se hablaba sobre las "importantes oportunidades" que se abr¨ªan para las intereses comerciales de Espa?a. El despacho se?alaba: "Aparte de las cr¨ªticas hechas por Izquierda Unida (IU) y, al inicio de la visita, el editorial negativo del influyente peri¨®dico El Pa¨ªs, la mayor¨ªa de la prensa se mostr¨® muy positiva al final de la visita. Sin embargo, el editorial de El Pa¨ªs argumentaba: "La visita de Gadafi va contra los principios declarados por el Gobierno de lo que debe ser su pol¨ªtica exterior. No importa cu¨¢n suculento pueda ser los acuerdos econ¨®micos que se alcancen; el efecto de esta contradicci¨®n para la democracia en ?frica es devastador".
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