El talento para quien se lo trabaja.
Flaubert me ense?¨® que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia", escribi¨® Mario Vargas Llosa en el discurso de aceptaci¨®n del Nobel de Literatura. Un a?o antes, en Cartagena de Indias, hab¨ªa explicado que Flaubert empez¨® siendo un mal escritor, un mero imitador, y que para ser el genio que fue se impuso una disciplina de galeote. "Yo llegu¨¦ a la conclusi¨®n", dijo el escritor peruano, "de que si uno no lo ten¨ªa se lo pod¨ªa provocar a base de trabajo". El protagonista de la novela de Javier Cercas La velocidad de la luz (Tusquets), Rodney Falk, opina lo mismo: "El talento no se tiene, sino que se conquista". Lo contrario de lo que afirm¨® Oscar Wilde, quien quiz¨¢ afirm¨® demasiadas cosas: "Lo que no te d¨¦ la naturaleza, no se puede aprender".
"No hay ning¨²n tipo de c¨¦lula que posean los genios y no tengamos el resto.La diferencia es trabajar m¨¢s que los dem¨¢s"
"Cuanto m¨¢s miran los psic¨®logos las carreras de los mejor dotados, menor les parece el papel del talento innato"
?Qu¨¦ dicen los expertos? Dan Coyle, que ha investigado d¨®nde y c¨®mo florece el genio en el mundo, sostiene en el libro Las claves del talento (Zenith) que este no tiene tanto que ver como cre¨ªamos con los genes. Seg¨²n ¨¦l, se cultiva. En cambio, Malcolm Gladwell, periodista de The Washington Post y The New Yorker que tambi¨¦n ha investigado sobre el tema -Fueras de serie (Taurus)-, se pregunta: ?Existe de forma innata? Y ¨¦l mismo dice: "La respuesta obvia es que s¨ª". Gladwell, muy americano, investiga tambi¨¦n el ¨¦xito, y afirma: "El ¨¦xito es talento m¨¢s preparaci¨®n. Pero cuanto m¨¢s miran los psic¨®logos las carreras de los mejor dotados, menor les parece el papel del talento innato. Y mayor el que desempe?a la preparaci¨®n".
Pero ?de qu¨¦ estamos hablando cuando hablamos de esta aptitud? Seg¨²n el fil¨®sofo y pedagogo Jos¨¦ Antonio Marina, talento es "la inteligencia triunfante". Es, pues, la inteligencia "que resuelve los problemas y avanza con resoluci¨®n", explica Marina en su ¨²ltimo libro, La educaci¨®n del talento (Ariel). Puesto que hay muchas inteligencias diferentes, seg¨²n Marina, tambi¨¦n hay muchos genios distintos: musicales, cient¨ªficos, financieros, atl¨¦ticos, etc¨¦tera, cada uno de los cuales supone un especial tipo de destreza. "No todos valemos para todo".
resolver y avanzar
"La excelencia es un h¨¢bito"(Arist¨®teles)
El cient¨ªfico Robert J. Sternberg, uno de los m¨¢s reputados expertos actuales en temas de inteligencia, denomina "inteligencia exitosa" a lo que Marina llama talento. Es decir, la inteligencia que se emplea para lograr objetivos importantes. M¨¢s amplia que lo que miden los tests de inteligencia porque incluye la gesti¨®n de las emociones, la tenacidad, el esfuerzo o la resistencia a la frustraci¨®n. Las personas que poseen esa aptitud b¨¢sica no dependen demasiado de las motivaciones externas, sino que saben automotivarse; aprenden a controlar sus impulsos; saben cu¨¢ndo perseverar y cu¨¢ndo cambiar de objetivo; saben sacar el m¨¢ximo provecho de sus capacidades; completan las tareas, tienen iniciativa, no dejan las cosas para otro d¨ªa...
?Qu¨¦ papel desempe?a el trabajo duro en la consecuci¨®n del talento? Pr¨¢cticamente lo es todo. Aunque desde Darwin la forma tradicional de considerarlo, seg¨²n Dan Coyle, ha sido esta: los genes (la naturaleza) y el entorno (la educaci¨®n) se combinan para convertirnos en lo que somos. "Es un m¨¦todo popular", afirma Coyle, "pero cuando se trata de explicar el talento humano, es un modelo vago". Seg¨²n el escritor, pensar que esta cualidad procede de los genes y el entorno es como pensar que las galletas proceden del az¨²car, la harina y la mantequilla: es bastante cierto, pero in¨²til.
La regla de las 10.000 horas
"Salvo los tontos, los hombres no se diferencian mucho en cuanto a intelecto; solo en ah¨ªnco y trabajo duro" (Charles Darwin)
Investigadores como Anders Ericsson, Herbert Simon y Bill Chase sostienen que las grandes habilidades en cualquier campo -viol¨ªn, matem¨¢ticas, ajedrez, etc¨¦tera- requieren aproximadamente de una d¨¦cada de pr¨¢ctica intensa. Incluso Boby Fischer, prodigio del ajedrez, necesit¨® practicar con ah¨ªnco durante nueve a?os para lograr, a los 17 a?os, el t¨ªtulo de gran maestro. La regla de los 10 a?os, o de las 10.000 horas, implica que todas las habilidades se crean utilizando el mismo mecanismo fundamental. "No hay ning¨²n tipo de c¨¦lula que posean los genios y no tengamos el resto", sostiene Ericsson.
Junto con dos colegas de la Academia de M¨²sica de Berl¨ªn, Ericsson realiz¨®, a principios de los a?os noventa, un estudio de referencia. Dividieron a los violinistas en tres grupos. En el primero estaban los estudiantes con un mayor potencial. En el segundo, aquellos juzgados simplemente como buenos. En el tercero, los estudiantes que ten¨ªan pocas probabilidades de llegar a tocar profesionalmente y pretend¨ªan ser profesores del sistema escolar p¨²blico. A todos les preguntaron: ?en el curso de toda su carrera, cu¨¢ntas horas ha practicado en total? Todos hab¨ªan empezado a tocar aproximadamente a la misma edad, alrededor de los cinco a?os; en aquella fase temprana, aproximadamente la misma cantidad de horas, unas dos o tres por semana. Las diferencias surg¨ªan a partir de los ocho a?os. Los estudiantes que terminaban como los mejores de su clase empezaban por practicar m¨¢s que todos los dem¨¢s, y a los veinte practicaban por encima de las 30 horas semanales. Los int¨¦rpretes de ¨¦lite hab¨ªan acumulado 10.000 horas de pr¨¢ctica cada uno. En contraste, los estudiantes buenos a secas hab¨ªan sumado 8.000 horas. Y los futuros profesores de m¨²sica, poco m¨¢s de 4.000.
El mismo patr¨®n se repiti¨® con pianistas profesionales. Lo m¨¢s llamativo del estudio de Ericson, seg¨²n cuenta Gladwell en Fueras de serie, es que no encontr¨® m¨²sicos natos que flotaran sin esfuerzo hasta la cima practicando una fracci¨®n del tiempo que necesitaban sus pares. "Tampoco encontraron obreros romos a los que, trabajando m¨¢s que nadie, lisa y llanamente les faltara el talento necesario para hacerse un lugar en la cumbre. Una vez que un m¨²sico ha demostrado capacidad suficiente para ingresar en una academia superior de m¨²sica, lo que distingue a un int¨¦rprete virtuoso de otro mediocre es el esfuerzo que cada uno dedica a practicar. Y eso no es todo", concluye Gladwell; "los que est¨¢n en la misma cumbre trabajan mucho, mucho m¨¢s que todos los dem¨¢s".
Vayamos al cerebro. Y, por una vez, no relacionemos las famosas neuronas y talento. Cada vez son m¨¢s los neur¨®logos que consideran a la mielina -mucho menos estudiada que las neuronas- como la clave de la adquisici¨®n de habilidades. Toda habilidad humana, ya sea jugar al f¨²tbol, pintar o interpretar a Bach, proviene de una cadena de fibras nerviosas que transmiten un diminuto impulso el¨¦ctrico. La mielina rodea las fibras nerviosas. Permite que la se?al sea m¨¢s veloz y fuerte porque impide que se escapen del circuito los impulsos el¨¦ctricos. Cuando practicamos, esta lipoprote¨ªna responde cubriendo el circuito neural y a?adiendo, en cada nueva capa, habilidad y velocidad. Es como conseguir una especie de l¨ªnea de banda ancha: se multiplica por 3.000 la capacidad de procesamiento de la informaci¨®n.
Pr¨¢ctica y Mielina
"El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia" (Doris Lessing)
En 2005 se escane¨® el cerebro de varios concertistas de piano y se descubri¨® una relaci¨®n directamente proporcional entre las horas de pr¨¢ctica y esta materia blanca. Cuanto m¨¢s se activa el nervio, mayor es la cantidad de esta lipoprote¨ªna que lo envuelve. Pero, como sostiene Dan Coyle, no se forma para responder a ideas vagas, a informaci¨®n que nos lava como una ducha caliente. Se crea para responder a acciones concretas. Es necesaria la pr¨¢ctica intensa. Teniendo en cuenta una aparente paradoja: aquellas experiencias en las que al principio cometemos m¨¢s errores, errores que nos obligan a ir m¨¢s despacio, son las que nos hacen m¨¢s talentosos.
"Las cosas que hoy parecen ser obst¨¢culos se convierten a la larga en aconsejables", sostiene Robert Bjork, catedr¨¢tico de psicolog¨ªa de la Universidad de California. De ¨¦l es el siguiente ejemplo: pongamos que por en¨¦sima vez viajamos en avi¨®n y observamos a la azafata mientras nos ense?a c¨®mo ponernos el chaleco salvavidas. Parece un disco rayado. Pero ?sabr¨ªamos hacerlo en un momento de urgencia?
Bjork sostiene que lo ideal ser¨ªa, en vez de observar a la azafata, ponernos directamente el chaleco y practicar (menudo espect¨¢culo se organizar¨ªa en el avi¨®n). Practicar. Aprender. Cometer errores. As¨ª se logra el talento. Volvi¨¦ndolo a intentar. Fracasando otra vez. Fracasando mejor.
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