Bengasi, rep¨²blica de voluntarios
Los vecinos de la principal ciudad del este del pa¨ªs se organizan en comit¨¦s para gestionar la justicia, la educaci¨®n, la sanidad y el tr¨¢fico en las calles
Es una ciudad paralizada que, sin embargo, derrocha una febril actividad. El comercio ha bajado las persianas para los 650.000 habitantes de Bengasi; el transporte p¨²blico ha desaparecido; todo organismo p¨²blico est¨¢ cerrado, cuando no derruido o incendiado. Pero en la sede de los juzgados del distrito norte, en el coraz¨®n de la capital de la revuelta libia, se vive un trasiego incesante. Desde ese edificio se organiza a quienes dirigen los comit¨¦s que gestionan los asuntos cotidianos de los vecinos: sanidad, educaci¨®n, seguridad, tr¨¢fico...
Nunca el r¨¦gimen de Muamar el Gadafi invirti¨® capital en esta regi¨®n, vista siempre como la cuna de los rebeldes. Pero ahora ya no est¨¢ claro qui¨¦n es en realidad el rebelde, si Gadafi o los alzados contra el dictador. Porque los m¨¢s destacados cabecillas de los insurgentes se dedican en cuerpo y alma a esos comit¨¦s que acometen una empresa descomunal. Sin apenas dinero, escasos de medicinas y alimentos, pero sobrados de entusiasmo, son miles los voluntarios dispuestos a entregarse a la causa.
Los organismos p¨²blicos est¨¢n cerrados y no hay transporte colectivo
Cierto nivel de caos puede ser placentero cuando se han vivido cuatro d¨¦cadas de opresi¨®n. Irradian felicidad los bengas¨ªes, pese a la incertidumbre. "Todos son voluntarios", asegura Ibrahim Benomran, exdirector de un canal de televisi¨®n. "Necesitamos m¨¢s peri¨®dicos, m¨¢s emisoras de radio", afirma Benomran antes de entregar el tercer n¨²mero del peri¨®dico Libertad de Libia. Otro diario, Libia, les aventaja. Su primer ejemplar, muy modesto, vio la luz el jueves. El lugar donde trabajan ha sido bautizado: Centro de Medios de los Rebeldes.
Otro opositor, el profesor de empresariales Abderraman el Derraji, encarga a los voluntarios tareas policiales en los suburbios de la ciudad y dirige el reparto de alimentos. "El principal problema que tenemos es la falta de comida en Bengasi. Tambi¨¦n carecemos de medicamentos, ambulancias y escasean los doctores", cuenta El Derraji. Frente a los juzgados, en el paseo mar¨ªtimo, media docena de m¨¦dicos egipcios reparten antibi¨®ticos. "Gadafi tiene que seguir los pasos del tunecino Ben Ali y del egipcio Mubarak", advierte un joven doctor cairota.
A El Derraji le preocupa m¨¢s un asunto que puede generar un porvenir turbulento: las armas en manos de ciudadanos, a veces ni?os. Las obtuvieron cuando las autoridades abrieron los arsenales o fueron asaltados. "Mucha gente joven se hizo con armas y debemos recolectarlas. Hemos montado puestos de recogida en las mezquitas", comenta el profesor, quien tambi¨¦n lamenta el p¨¦simo funcionamiento de las comunicaciones: "A menudo es dif¨ªcil hablar por tel¨¦fono o enviar mensajes y tenemos que reunirnos. Se pierde demasiado tiempo". Lo que no pueden perder es el dinero que no tienen. Desde una de las ventanas del juzgado emerge una mano que recoge un billete tras otro. Los entregan ni?os y adultos tras escuchar a un hombre que grita por un meg¨¢fono. Solo sirven para tapar agujeros. Porque para encarrilar las notorias carencias que sufre Libia a¨²n habr¨¢ que esperar. Aunque ya se han puesto manos a la obra.
Abdal¨¢ Al¨ª, profesor de qu¨ªmica, dirige el comit¨¦ de educaci¨®n, un sector en el que hay que comenzar desde los cimientos. "El 25% de los j¨®venes", explica Ali, "solo saben leer y escribir; muchos ni eso. Gadafi luch¨® duro durante 42 a?os para convertirnos en ignorantes. La mitad del programa de un ingeniero consist¨ªa en el estudio del Libro Verde del tirano, plasmaci¨®n de su proyecto revolucionario. Pero la educaci¨®n es mucho m¨¢s importante que el petr¨®leo". Y tambi¨¦n la posibilidad de acceder a cargos clave porque, como apunta Mustaf¨¢ Gheriani, al frente de la reorganizaci¨®n judicial, "talentos no faltan. Pero nunca llegaban a la c¨²spide. Solo lo hac¨ªan quienes ten¨ªan m¨¢sters en el Libro Verde".
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