"La revoluci¨®n sexual durar¨¢ siglos"
Martin Amis (Oxford, 1949) regresa al planeta del sexo; de las relaciones entre hombres y mujeres, si se prefiere. La viuda embarazada (Anagrama / Empuries) es una reflexi¨®n sobre la revoluci¨®n sexual que arranc¨® en la d¨¦cada de los sesenta y que, seg¨²n Amis, "durar¨¢ siglos".
Pregunta. Tengo que hacerle una confesi¨®n. Hace a?os tuve que hacer la rese?a de su primera novela, El libro de Rachel. Me gust¨®, pero no le hice una buena cr¨ªtica. Me identificaba de tal manera con el personaje que pens¨¦ que, para eso, no hac¨ªa falta escribir una novela. Ahora me arrepiento, m¨¢s a¨²n porque creo que La viuda embarazada es, en cierto modo, una revisitaci¨®n de aquel libro y aquel momento.
Respuesta. S¨ª, mucho. Probablemente estar¨ªa de acuerdo con su cr¨ªtica, porque trat¨¦ de releer El libro de Rachel y fue tan crudo... Le¨ª 50 p¨¢ginas y lo dej¨¦. Me hubiera sido ¨²til para recordar lo que era tener 20 a?os. Vi tantas imperfecciones... Era una novela vivida, pero t¨¦cnicamente muy d¨¦bil. Pero me gusta la ¨²ltima frase: "Recargo mi pluma".
P. ?Por qu¨¦ los escritores ingleses siempre vuelven a los temas cl¨¢sicos: religi¨®n y clase?
R. La religi¨®n es uno de los sedimentos de nuestras mentes y creemos haberlo superado. No creo que hayamos superado nada. Las cosas pierden algo de importancia, pero siguen ah¨ª. Cuando empec¨¦ a salir con chicas, a los 15 a?os, ya te la encontrabas. Casi siempre era la religi¨®n lo que le imped¨ªa a la chica ir m¨¢s lejos. La religi¨®n era el principio antiplacer y ese era mi argumento. Es que no quieren que tengas placer, les dec¨ªa. El entrenamiento sigue ah¨ª. Esper¨¢bamos que la religi¨®n desapareciera, pero no se ha ido. Es fascinante. En cierto sentido la religi¨®n es una de las cuestiones m¨¢s interesantes. No se trata de creer o no creer, esto no tiene la menor importancia, es un simple clich¨¦, un mont¨®n de banalidades y respuestas preparadas para todo. Lo importante es la atracci¨®n humana hacia la religi¨®n, que es incurable.
P. Y qu¨¦ pasa con las cuestiones de clase.
R. Siguen ah¨ª, pero muy mitigadas. Es dif¨ªcil de creer cu¨¢n presentes estaban en esos a?os en la vida cotidiana. Hubo una especie de guerra de clases de baja intensidad en los ochenta. Fue Margaret Thatcher quien acab¨® con el sistema de clases y separ¨® la aristocracia del Partido Conservador. Escogi¨® a todos esos tipos con nombres como Norman y Cecil... Ella misma era la hija de un tendero, una peque?a burguesa.
P. ?Reivindica el legado de Thatcher?
R. Es dif¨ªcil tener alg¨²n tipo de afecto hacia esa mujer, aunque mi padre [el escritor Kingsley Amis] la adoraba -creo que ten¨ªa sue?os h¨²medos con ella-; destruy¨® a los sindicatos consiguiendo que la clase obrera se volviera contra s¨ª misma, pero, como he dicho, tambi¨¦n destruy¨® las conexiones de la aristocracia con el Partido Conservador. Es la pol¨ªtica que David Cameron admira, que Tony Blair admira. Todos le deben algo.
P. Usted ha combinado la ficci¨®n con el ensayo pol¨ªtico. ?Qu¨¦ piensa de lo que est¨¢ sucediendo en el mundo ¨¢rabe?
R. Lo encuentro excitante y me produce ansiedad. La revoluci¨®n egipcia es una maravilla. Me dec¨ªa a m¨ª mismo: esto va a ser terriblemente violento y fue magn¨ªfico. Veremos qu¨¦ pasa en otros lugares. Recuerdo que Bruce Chatwin escribi¨® a mediados de los ochenta, creo que en Utz, que tal vez el comunismo en Europa no acabar¨ªa a sangre y fuego, sino como hojas movidas por el viento en la calle. Y as¨ª fue. Mubarak, que parec¨ªa una gran estatua en medio de la regi¨®n, simplemente se fue.
P.En su novela no es muy amable con los j¨®venes.
R. Creo que s¨ª que lo soy. Soy muy amable con las chicas...
P. No con los chicos.
R. Era m¨¢s f¨¢cil para los chicos. Para las chicas era muy dif¨ªcil. Ten¨ªan que tomar muchas decisiones, mientras que los chicos no ten¨ªan que cambiar, sino ser m¨¢s chicos que nunca. Las chicas pensaron, al principio, que lo que hab¨ªa que hacer era ser como los chicos. Lo hicieron durante algunos a?os pero se dieron cuenta de que no eran chicos y que tampoco les interesaba pretender que lo eran. Fue la cara igualitaria del feminismo, en la que las mujeres necesitaban un referente y mirando alrededor todo lo que ve¨ªan eran chicos. Pero al final de los setenta esta actitud qued¨® desacreditada, tanto entre las mujeres como en el feminismo. Entonces surgi¨® la idea de la mujer fuerte que no es como un hombre. Pero la revoluci¨®n sexual es una revoluci¨®n permanente que seguir¨¢ durante siglos. Se progres¨® mucho en un corto espacio de tiempo, pero es sorprendentemente dif¨ªcil conseguir un buen, decente y razonable acuerdo entre un hombre y una mujer, aunque parece que lentamente nos acercamos.
P. ?Se parece m¨¢s a una negociaci¨®n permanente?
R.S¨ª, como algo que est¨¢ en el horizonte, a lo que te acercas, pero a lo que nunca llegar¨¢s.
P. En su novela usted define la cincuentena como un tren bala donde los minutos a veces se hacen interminables, pero los a?os pasan vertiginosamente. Ahora ya ha entrado en los 60, ?qu¨¦ ha cambiado?
R. Tan pronto cruc¨¦ la l¨ªnea me dije: esto no puede acabar bien. No me hab¨ªa ocurrido antes. Hay miedo. Es una masacre. Ya no vas a bodas, sino a funerales y est¨¢s en primera l¨ªnea. Miras las necrol¨®gicas y mueren tus amigos. Terror¨ªfico. Y la ilusi¨®n de que siempre ibas a ser m¨¢s valiente, ya no la tienes.
Hitos de un autor prol¨ªfico
- El libro de Raquel (1973). Una ¨®pera prima que obtuvo el premio Somerset Maugham
- Dinero (1984). Una s¨¢tira de los excesos de los ochenta, de total actualidad
- La flecha del tiempo (1991) result¨® un fascinante artefacto literario
- Visitando a Mrs. Nabokov
y otras excursiones (1993) un ins¨®lito homenaje al maestro.
- Koba el temible
y La risa y los veinte millones (2002), una disecci¨®n del terror.
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