Lou: la mujer de su vida
Tildada de "bruja", "mujer-unicornio" o "embaucadora de genios", fue tambi¨¦n blanco predilecto de las invectivas de Nietzsche, cuya foto conjunta del verano de 1880, en Lucerna, inspir¨® su c¨¦lebre fuste: "?Vas con mujeres? ?No olvides el l¨¢tigo!". Nacida hace justo 150 a?os, Lou-Andreas Salom¨¦ es la primera Pen¨¦lope que os¨® cortar el ganchillo y convertir a Ulises en uno m¨¢s de los Pretendientes. La combinaci¨®n de su belleza con unas dotes intelectuales igual de extraordinarias cautivaba de inmediato a artistas e intelectuales; al punto que, seg¨²n se dec¨ªa, quien la conociera traer¨ªa una nueva obra al mundo a los nueve meses. Nietzsche, Rilke y Freud fueron, por ese orden, personajes con los que mantuvo una ¨ªntima relaci¨®n. Y es significativo c¨®mo su prol¨ªfica obra -que, a la par, recorre el pensamiento, la poes¨ªa y el psicoan¨¢lisis, pero sin exclusiones, como un palimpsesto: de ah¨ª su importancia- ha quedado subsumida por su aureola. Como si, al igual que Madame Bovary o Lady Chatterley, fuese un personaje de ficci¨®n. No por nada, expresa: "Es la vida la que nos vive, la que nos inventa. No somos nuestra obra de arte".
Del verano de 1880, en Lucerna, es la c¨¦lebre foto en que Lou aparece sobre un carro con un l¨¢tigo en ristre, mientras que el t¨¢ndem de amigos intelectuales Nietzsche y Paul R¨¦e emulan ser los bueyes azuzados. (Ah, el famoso l¨¢tigo de Zaratustra, y qui¨¦n sabe si un trasunto, tambi¨¦n, del fuste con que, un decenio despu¨¦s, aquel cochero de Tur¨ªn golpeaba a su caballo, sobre el que Nietzsche se abalanz¨®, para protegerlo, y cay¨® en la locura irreversible
...). Durante unos meses, vivieron en una suerte de tr¨ªo amoroso, m¨¢s intelectual que carnal. Y, al igual que hiciera, en su adolescencia, con su viejo y brillante instructor de San Petersburgo, Lou habr¨ªa de zafarse de la propuesta matrimonial que le hicieran ambos. Nietzsche, resentido porque ella no fuera m¨¢s lejos de ciertos escarceos, romper¨ªa pronto la relaci¨®n para refugiarse en las masculladuras de su Zaratustra y, sobre todo, en sus poemas. Si en un verso dice: "Y de pronto, amiga m¨ªa, de uno se hizo dos", ?no hay una cierta analog¨ªa en esta acotaci¨®n que, muchos a?os despu¨¦s, Lou le hace a Freud: "Brotando del inconsciente crece el tronco del alma... bifurcado"?
En La muerte de Dionisos (1987), Mart¨ªn Santos fabula un sugerente careo entre Nietzsche y Freud: Dionisos versus Apolo. La cita es en Sils-Marie, en los Alpes suizos, el lugar de veraneo del fil¨®sofo, en 1888 (meses antes de su desmoronamiento), y Lou es invitada a hacer de mediadora. Mientras que Freud divisa un entorno sim¨¦trico, estructurado, donde el lago y las monta?as son como gavetas y estuches escolares, Nietzsche percibe la inminencia de la niebla, lo accidentado del paisaje, la roca en que situar la primera piedra del eterno retorno. "No es posible que hasta aqu¨ª est¨¦n las fuerzas oscuras, y desde aqu¨ª la luz, la ciencia", le reprochar¨¢ el acrob¨¢tico ¨¢lter ego de Nietzsche, a quien el narrador quiere salvar de la locura con el div¨¢n de Freud, pero sin atemperar un ¨¢pice su diosc¨²rica creaci¨®n. Esa parece ser la frontera en que se mueve el pensamiento de Lou-Andreas Salom¨¦, nietzscheano, en cierto modo, en el seguimiento de Freud. "La vida es un tr¨¢nsito, una danza macabra, que tiene los instintos er¨®ticos a su servicio", escribir¨¢ ella, a modo de s¨ªntesis.
Nunca dej¨® de simultanear a los gemelos C¨¢stor y P¨®lux (R¨¦e y Nietzsche; su c¨¦libe marido, Andreas, y Rilke; Freud y el apuesto psicoanalista V¨ªctor Tausk...), y puso todo su empe?o en reconciliar a Apolo con Dionisos. Si el primero (Freud) se inspir¨® en ella para su teor¨ªa del narcisismo femenino, es posible que, en parte, tambi¨¦n sirviera de modelo para el superhombre de Nietzsche, quien entre su sarta de invectivas le dedica este piropo insuperable: "La mujer es un ¨®rgano de conocimiento".
Tras la ca¨ªda del freudomarxismo, de ciertas ¨ªnfulas positivistas, quiz¨¢s toque ahora conjugar, por abajo, los legados de Nietzsche y Freud; y una clave se encuentra en la obra intersticial y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n en el regazo de Lou. En vez de permanecer estupefactos ante los socavones del tejado, se tratar¨ªa de revisar, a la par, los desdoblados cimientos del sujeto, en esa tr¨ªada que, para Ricoeur, compone "la Escuela de la sospecha". Y es que, hoy como entonces, tres cosas hay en la vida: salud (Freud), dinero (Marx) y amor (Nietzsche).
Antonio Puente (Las Palmas de Gran Canaria, 1961) es escritor y periodista. Su ¨²ltimo libro publicado es el poemario Sof¨¢ de arena, Premio Pedro Garc¨ªa Cabrera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.