La angustia de lo real
Hay algo sugerente en el t¨ªtulo del ¨²ltimo libro de Vicente Serrano. No me refiero s¨®lo al hecho de que resulte curioso toparse con un ensayo filos¨®fico sobre monstruos. Lo interesante es que la primera palabra del t¨ªtulo sea el verbo so?ar y adem¨¢s conjugado en gerundio. Apunto lo del gerundio por aquello de que expresa un presente continuo y siendo fil¨®sofa no deja de tener su encanto imaginar la figura del fil¨®sofo perdido en un sue?o continuo, y qu¨¦ duda cabe aterrador, de monstruos.
Por los distintos niveles de este sue?o y las diferentes formas que van tomando los correspondientes monstruos nos va llevando Serrano Mar¨ªn en este libro como si de un Dom Cobb, el protagonista de la pel¨ªcula Origen, se tratara. La agudeza de su an¨¢lisis y la tensi¨®n de su narraci¨®n no tienen nada que envidiar a la pel¨ªcula.
So?ando monstruos. Terror y delirio en la modernidad
Vicente Serrano Mar¨ªn
Plaza y Vald¨¦s. Madrid 2010
267 p¨¢ginas. 19,50 euros
Tanto el libro como la pel¨ªcula giran en torno al juego relacional entre realidad y ficci¨®n. Un juego que est¨¢ presente en la historia de la filosof¨ªa desde sus or¨ªgenes. Recordemos el mito de la caverna -un relato de luces y sombras, es decir, de ficciones y enga?os- con el que Plat¨®n plantea algo que va m¨¢s all¨¢ de la dicotom¨ªa conocimiento/ignorancia, de saber si estamos dentro o no de la caverna. La cuesti¨®n central es cu¨¢nta dosis de realidad estamos dispuestos a soportar. La descripci¨®n de Plat¨®n de las reacciones del primer desencadenado es elocuente en este sentido: hay una clara resistencia frente a lo real, una desconfianza que provoca un malestar que podr¨ªamos diagnosticar como la angustia de lo real. Precisamente esa angustia ser¨ªa la que nos har¨ªa preferir las cadenas y el calor de la caverna a la intemperie y los tropezones que ofrece lo real por mucha claridad y conocimiento que se nos d¨¦ en recompensa.
La tesis central del libro de Serrano Mar¨ªn se mueve en esas coordenadas. Punto de partida de su an¨¢lisis es la hip¨®tesis cartesiana de que bien podr¨ªa ser que hubiera un genio maligno cuya diversi¨®n no fuera otra que jugar con nuestro sentido de la realidad, confundiendo nuestras sensaciones y percepciones de tal modo que no fu¨¦ramos siquiera capaces de sospechar que estamos en un sue?o. La originalidad de lectura radica en su gesto de tomar en serio dicha hip¨®tesis, denunciando la trampa operada por Descartes al eliminar finalmente ese personaje y sus poderes cuyos ardides estar¨ªan escondidos en los recovecos de la certeza misma del pensar y del ser cartesianos y por ende de la modernidad.
Eligiendo este plano de ficci¨®n, el autor nos abre otras perspectivas de realidades, invit¨¢ndonos a colocarnos justo en la grieta de aquella casa de Usher imaginada por Poe, y que el libro utiliza como met¨¢fora del g¨¦nero de terror, una grieta desde la que la modernidad ve derrumbarse poco a poco el edifico construido alrededor de una conciencia surgida del enga?o, y que busca desesperadamente externalizarse en formas de realidad que finalmente son tan ficci¨®n como su origen mismo. Lo que queda, el miedo, el terror, la angustia y la locura, son s¨ªntomas y ruinas.
Algo hay de posmoderno en esta propuesta de Serrano que no se agota en el hecho de que declare la modernidad como surgida de un relato de car¨¢cter literario, y vaya mostrando c¨®mo ese relato se va resquebrajando y perdiendo su car¨¢cter leg¨ªtimo. Igualmente posmoderno resulta que retome cuestiones y posiciones est¨¦ticas como la experiencia del terror y el delirio desde las que leer las claves de la modernidad. Sabido es que fue desde el discurso de la posmodernidad desde donde se desempolvaron conceptos como el de lo sublime de cuya morfolog¨ªa se sirvi¨® Lyotard para ilustrar el giro que propon¨ªa dar a la modernidad.
Independientemente de su compromiso con el Idealismo alem¨¢n, el autor es un fil¨®sofo con una amplitud de registros envidiable. Es dif¨ªcil que alguien nos invite a galopar por lo m¨¢s significativo de la historia de la filosof¨ªa desde Descartes hasta nuestros d¨ªas y sea capaz al mismo tiempo de hacernos disfrutar de sus paisajes, se?al¨¢ndonos adem¨¢s los puentes y recodos del camino. Quien consigue esto, tiene que tener algo m¨¢s que un buen surtido de datos. Tiene que ser alguien que ha masticado y digerido muy bien, de modo que lo que cuenta no es mero fruto de lo le¨ªdo, sino el resultado de algo que uno ha ido formando con su propia saliva. Ah¨ª radica indudablemente el enganche de su estilo.
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