Egipto y el turismo colonizado
Sostiene la economista Marta ?lvarez Alday, en un estudio que pueden encontrar en Internet -Impacto econ¨®mico del turismo en el primer y tercer mundos: la alternativa del ecoturismo-, que "el desarrollo del turismo en el Tercer Mundo responde al mismo esquema imperialista heredado del pasado, que potencia su dependencia respecto al mundo desarrollado".
He encontrado estas palabras muy a tiempo, cuando le daba vueltas -y todav¨ªa le doy- a cu¨¢l va a ser nuestra relaci¨®n futura, la de los pa¨ªses que han operado y siguen operando las oportunidades tur¨ªsticas de Egipto, T¨²nez y, en general, de toda la regi¨®n norteafricana y de m¨¢s all¨¢ con estos territorios. Sus transformaciones apenas est¨¢n en fase de inicio, aunque parece -afortunadamente- que avanzan en la medida en que van venciendo los obst¨¢culos y la gente, heroica, derrama su sangre para recuperar su libertad y obtener mejores condiciones de vida. Tras la descolonizaci¨®n de las potencias europeas que tuvo lugar en los a?os sesenta del siglo pasado, fueron llegando poco a poco los tiempos de retomar posiciones de dominio por parte de las naciones salientes, ahora a trav¨¦s de las relaciones comerciales.
"Muchos egipcios se hab¨ªan reducido a la condici¨®n de eternos lacayos del turismo"
No voy a hablarles de las grandes compa?¨ªas, que las hay. Simplemente centr¨¦monos en el turismo y en un ¨²nico ejemplo: Egipto. Pertenezco a un grupo de personas espa?olas que amamos aquella tierra. Algunos tienen la suerte de vivir all¨ª, otros visitamos el pa¨ªs siempre que podemos, intentamos conocerlo m¨¢s all¨¢ de la escenograf¨ªa centrada en los hitos tur¨ªsticos: pir¨¢mides, templos, Nilo, cruceros, zoco, caf¨¦ tradicional, restaurante t¨ªpico, hotel de lujo. No resulta f¨¢cil porque, en nuestra condici¨®n de extranjeros, a menudo nos tratan como a pardillos. No me importa demasiado porque creo que no hay situaci¨®n que no pueda tomarse con sentido del humor y, m¨¢s a¨²n, con autoiron¨ªa. Peor me sienta cuando noto en quienes me atienden ese servilismo, mezclado con resentimiento, del que sabe que s¨®lo dobleg¨¢ndose conseguir¨¢ migajas ajenas, del que vive a la intemperie, sin un Gobierno ni un Estado que atienda sus reclamaciones. Muchos, much¨ªsimos de los orgullosos egipcios que hemos visto estos d¨ªas tomando las calles, tan enamorados de su tierra y tan hospitalarios, se hab¨ªan ido viendo reducidos, por el expolio al que su pa¨ªs ha sido sometido durante d¨¦cadas, a la condici¨®n de eternos lacayos del turismo. Desvalidos entre el r¨¦gimen que los oprim¨ªa y los extranjeros cuyas propinas necesitaban para la supervivencia.
Esto tambi¨¦n tiene que cambiar. Para que ellos mejoren. Y nosotros, con ellos.
Por supuesto que, entre medias, m¨¢s all¨¢ del turismo r¨¢pido, se forjan lazos de afecto, se renuevan los encuentros, brotan los abrazos irreprimibles, se estremece la piel al contacto del hermano o la hermana del otro pa¨ªs. Pues el cari?o verdadero ni se compra ni se vende. Pero yo siempre sab¨ªa que ese hombret¨®n cargado de dignidad que se empe?aba en invitarme al caf¨¦ no se pod¨ªa arreglar para llegar a fin de mes. Y no ¨¦ste ni el siguiente, ni el otro, sino todos los meses, y cada vez peor.
Es dif¨ªcil entablar relaciones igualitarias partiendo de una base as¨ª.
Me gustar¨ªa que, de una vez por todas, los turistas que acudan a estos pa¨ªses tan cercanos y que tan ex¨®ticos nos resultan, y sobre todo tan baratos, puedan hacerlo con la certeza de que sus recursos tur¨ªsticos no est¨¢n siendo controlados y explotados por multinacionales extranjeras que se llevan del pa¨ªs los beneficios obtenidos en ¨¦l, como afirma Marta ?lvarez Alday, e incluso por empresas particulares o peque?os operadores que con un par de egipcios que hablen el idioma del pa¨ªs que visita, y unos miniautobuses alquilados, montan recorridos cuyos beneficios econ¨®micos repercuten m¨ªnimamente en los trabajadores locales.
Me gustar¨ªa que la corrupci¨®n de las alturas -leo que van a juzgar por malversaci¨®n al ¨²ltimo ministro de Turismo con Mubarak- no descendiese hasta los ma?tres de hotel o los jefes de planta, no tener que darles a escondidas, a camareros y limpiadores, las propinas que se han ganado por su buen trabajo. En fin, me gustar¨ªa no tener la sensaci¨®n, cada vez que regreso a Espa?a dejando Egipto atr¨¢s, de que se cierra una puerta a mis espaldas y que, al otro lado, una multitud de brava gente permanece demasiado exhausta hasta para disfrutar de las bellezas de su tierra.
www.marujatorres.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.