El tesoro oculto de la morgue
El Real Conservatorio guarda entre sus muros un legado ¨²nico
La antigua morgue del hospital de San Carlos oculta el tesoro musical de 180 a?os de vida del Real Conservatorio Superior de M¨²sica de Madrid. En el laberinto de sus pasillos, la biblioteca y el museo de instrumentos acumulan una rica colecci¨®n de incunables, piezas ¨²nicas y manuscritos. Hay que conocer muy bien el edificio para encontrar el museo, oculto en una de las galer¨ªas tras una puerta nada vistosa. No hay ning¨²n cartel que lo indique y solo puede visitarse tras concertar una cita previa con su conservadora, Eva Jim¨¦nez. Son solo dos salas, pero nada m¨¢s entrar, ya se puede percibir que all¨ª dentro hay un legado de leyenda.
"Dicen que este manuscrito de Marcha nupcial de 1901 se hizo para las bodas de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battemberg, y su esquema arm¨®nico se utiliz¨® para crear el actual himno de Espa?a", explica Jim¨¦nez bajo la atenta mirada de los retratos de Fernando VII y la regente Mar¨ªa Cristina, promotores de la creaci¨®n del conservatorio en 1830.
En las vitrinas hay verdaderas joyas para curiosos y amantes de la m¨²sica. Hay un fragmento de "uno de los experimentos de Adolphe Sax", el padre del saxof¨®n. "Sax sol¨ªa probar nuevos modelos de construcci¨®n de instrumentos, por ejemplo con el clarinete. Pero un d¨ªa lo modific¨® tanto que cre¨® el saxof¨®n", explica la conservadora, que comenta que su pieza favorita del museo -y la de los ni?os que lo visitan- es un grabado en el que se muestran los recargados uniformes que ten¨ªan que vestir los alumnos por orden real.
En el museo est¨¢ presente lo cl¨¢sico -las dos arpas neog¨®ticas, una de ellas de la casa Erard, que patent¨® el sistema de siete pedales para poner sostenidos y bemoles-, lo ex¨®tico -tres instrumentos asi¨¢ticos decorados con piel de serpiente y carey-, lo tradicional -distintos modelos de guitarra, una de ellas con los trastes en oblicuo-, lo exquisito -una flauta travesera de cristal de 1814 que la familia Napole¨®n usaba como regalo para los embajadores en la lejana Am¨¦rica- y lo insustituible -el viol¨ªn Stradivarius de Pablo Sarasate-.
Pero no solo en el museo se ocultan los tesoros. Para poder comprender el valor de lo que entra?a el Real Conservatorio, hay que descender hasta sus profundidades, donde se guardan bajo llave los 20.000 manuscritos de un total de 180.000 piezas que la instituci¨®n custodia. Cuatro enormes salas comunicadas por un montacargas protegen desde 1990 -a?o en el que se instalaron junto al Museo Reina Sof¨ªa- la inmensa colecci¨®n de libros y partituras. "El t¨¦rmino biblioteca se queda peque?o para definir a este conjunto, no le hace justicia", comenta la responsable del archivo, Elena Magallanes.
Entre miles de carpetas est¨¢n algunos documentos importantes para la historia de la m¨²sica, como las matriculaciones y las actas en las que aparece el nombre de un ni?o de ocho a?os llamado Isaac Alb¨¦niz. "Con estos documentos, que se han descubierto hace poco, se demuestra que el c¨¦lebre pianista s¨ª recibi¨® formaci¨®n acad¨¦mica", explica Magallanes. Parece imposible que tanta historia quepa en una mesa de tres metros de largo, pero junto a las notas de Alb¨¦niz hay dos serenatas firmadas del pu?o y letra de Camille Saint-S?ens, un original del R¨¦quiem de Verdi dedicado por el italiano a la duquesa de Edimburgo, una copia de dos cuartetos de Joseph Haydn y un rico ejemplar de La Boh¨¦me autografiado por Puccini.
En la sala de lectura, una alumna investiga un original de Rossini que acaba de descubrir. "A¨²n no s¨¦ si ha sido editado alguna vez", comenta mientras pasa cuidadosamente las p¨¢ginas. El Real Conservatorio esconde muchos tesoros. Muchos de ellos ni siquiera ha descubierto que los tiene.
El incunable viol¨ªn de Sarasate
Es la joya de la colecci¨®n desde hace m¨¢s de un siglo, por eso lo tienen guardado tras un cristal blindado dentro de una vitrina que es una caja fuerte. Donado en su testamento al Real Conservatorio, el Stradivarius de Pablo Sarasate est¨¢ considerado el quinto m¨¢s bello de los que hizo su autor, y sus entra?as dicen que fue terminado en 1713. El entonces director del centro, Tom¨¢s Bret¨®n, fue a recogerlo a Par¨ªs, y durante d¨¦cadas nadie ha sabido lo que hacer con una pieza tan valiosa -incluso estuvo en paradero desconocido durante la Guerra Civil-. El legado, que est¨¢ en excelente estado de conservaci¨®n, ven¨ªa con condiciones: que se mantuviera en buen estado y que se convocara un premio internacional de viol¨ªn en nombre de Pablo Sarasate. Ambas cosas se cumplieron, e incluso despu¨¦s de muchos a?os creyendo que el viol¨ªn conocido como El Boissier era demasiado valioso para ser tocado, se introdujo una novedad: el ganador del certamen podr¨ªa tocar el Stradivarius del maestro durante un ¨²nico concierto. Seg¨²n la conservadora del museo, cuando se escucha el sonido de El Boissier, se entiende por qu¨¦ est¨¢ en una caja fuerte: "es como si cobrara vida, nunca he escuchado algo tan hermoso".
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