Lo real
El festival portugu¨¦s Fantasporto ha concedido un premio a la pel¨ªcula A serbian film poco despu¨¦s de que el fiscal de Barcelona presentara una denuncia contra el director del Festival de Sitges, ?ngel Sala, por haber proyectado esa misma pel¨ªcula en la pasada edici¨®n. Estos esc¨¢ndalos de andar por casa reciben una atenci¨®n hist¨¦rica. Son portada y asunto de tertulia televisiva para transmitir al consumidor la falsa idea de debate y profunda reflexi¨®n, cuando termina por fomentar la legislaci¨®n amarillista, un nuevo g¨¦nero penal.
Bastaba con que la fiscal¨ªa hubiera exigido un certificado al pa¨ªs de origen donde se asegurara que para el rodaje de la pel¨ªcula no se hab¨ªan maltratado ni ni?os, ni fetos, ni animales. Puestos a creer que todo lo que se muestra en una pantalla es real, pronto detendr¨¢n a Christopher Lee acusado de morderle la yugular a varias jovencitas v¨ªrgenes o cursar¨¢n orden de arresto contra Al Pacino por el asesinato de su hermano y as¨ª de paso resolver la m¨¢s turbia trama de la saga de El Padrino.
Los delitos se persiguen por su realidad, no por su representaci¨®n, por burda y grosera que sea. La alarma que genera todo lo relacionado con la infancia puede que acabe por invadir nuestra representaci¨®n de ese mundo; si necesita delimitarse, tendr¨ªa que hacerse sin arrebatos particulares. Hasta ahora, las juntas de calificaci¨®n imponen limitaciones para exhibir materiales comerciales en funci¨®n de su contenido, con ese gesto el Estado advierte al consumidor adulto y le permite decidir en conciencia.
El acuerdo de socialistas y populares finiquit¨® el derecho a la justicia internacional. Espa?a renunci¨® a procesar cr¨ªmenes no juzgados en sus pa¨ªses de origen, como el de Pinochet o los responsables del Ej¨¦rcito israel¨ª que causaron una matanza sobre civiles para cazar en su vivienda a un terrorista. Si hay ganas de ampliar los l¨ªmites del derecho existe un terreno fecundo en la explotaci¨®n financiera de las hipotecas impagadas o en el derribo de las infraviviendas de la Ca?ada Real, donde las garant¨ªas constitucionales est¨¢n amenazadas.
Es una l¨¢stima confundir la ficci¨®n con lo real cuando ah¨ª fuera sobran las razones para actuar, con la ley y el sentido com¨²n, sobre tantas realidades mucho m¨¢s insultantes e injustas que cualquier ficci¨®n.
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