Espa?a ya es pa¨ªs de rascacielos
Hubo quien anunci¨® su final tras el 11-S, pero la fiebre por las torres resurge - Estos edificios hallan recelos en Europa aunque su impacto ambiental es menor
Tras el 11-S hubo quien enton¨® el r¨¦quiem de los rascacielos. Antes de acabar la primera estrofa, se qued¨® mudo. En la ¨²ltima d¨¦cada se ha duplicado el n¨²mero de rascacielos que hay en el mundo (aproximadamente unos 600, de los que 50 superan la talla XXL, de m¨¢s de 300 metros) y aunque de momento est¨¢n concentrados en tres grandes ¨¢reas (Estados Unidos, sureste asi¨¢tico y Emiratos ?rabes) es una fiebre que se ha contagiado a otras zonas y de la que Espa?a no ha quedado inmune. En estos momentos, Madrid luce los cuatro rascacielos m¨¢s altos de Espa?a, en Benidorm se est¨¢ construyendo la inmensa torre Intempo, en Bilbao se ha coronado ya la torre Iberdrola, Sevilla ha iniciado la torre Cajasol y en Barcelona acaba de inaugurarse la torre Telef¨®nica. ?Por qu¨¦ el ansia de dominar las alturas?
Acometer cuatro rascacielos a la vez, como en Madrid, solo ocurre en Dub¨¢i
"El ascensor es m¨¢s barato que la autopista", afirma un experto
Los arquitectos ven peor el urbanismo disperso, que obliga a usar el coche
Los nuevos materiales facilitan y hacen m¨¢s seguro construir en altura
"Es la fiebre t¨ªpica de los periodos de euforia capitalista; cuando Nueva York se siente poderosa erige los rascacielos, y lo mismo ha pasado en Asia o Pr¨®ximo Oriente", comenta el soci¨®logo Jos¨¦ Miguel Iribas, que los ve como un s¨ªmbolo de la autoafirmaci¨®n del pa¨ªs en su tecnolog¨ªa y poder. "La erecci¨®n del miembro del poderoso", a?ade significando la evidente analog¨ªa f¨¢lica que siempre han tenido las grandes torres.
Iribas tiene una curiosa teor¨ªa para explicar la proliferaci¨®n de rascacielos de altura en Madrid mientras que Barcelona se ha quedado con torres de mediana altura que, con una norma no escrita, no pueden superar la altura de Montju?c. "Las ciudades femeninas como Par¨ªs, Viena, Barcelona o Roma son m¨¢s reticentes a las grandes torres, en cambio a las ciudades masculinas como Nueva York o Madrid no les importa que haya peque?os desastres urban¨ªsticos, y creo que Londres seguir¨¢ tambi¨¦n la senda de los grandes rascacielos".
Europa no sucumbi¨®, con sonadas excepciones, a la tentaci¨®n americana hasta que, entre 1950 y 1970, coincidiendo con la reconstrucci¨®n tras la guerra, las torres vivieron un ef¨ªmero momento de gloria en ciudades con Fr¨¢ncfort, Madrid o Londres.
En general, en Europa las torres han tenido muy mala fama. Es algo evidente en Francia, donde el debate siempre est¨¢ vivo, y tambi¨¦n en Espa?a, donde es habitual encontrarse con fuerte oposici¨®n vecinal ante el anuncio de nuevos proyectos.
"Una torre no es un signo de modernidad, sino de desigualdad", afirma contundente Ana ?vila ?lvarez, portavoz de la Plataforma Ciudadana contra la torre Cajasol ?T¨²mbala!, que se opone a la construcci¨®n del edificio en la isla de la Cartuja de Sevilla. La torre, de 178 metros, "afecta al perfil de la ciudad consolidado desde el siglo XV", seg¨²n afirma ?lvarez. Por eso, a?ade, la Unesco ha alertado del peligro que supone para el paisaje hist¨®rico de la ciudad andaluza.
En Barcelona, por su parte, a¨²n sigue activa la oposici¨®n contra el hotel Vela, situado al final de la Barceloneta, que ha unido a diversas plataformas por considerarlo tanto un s¨ªmbolo de la especulaci¨®n neoliberal que lo deja todo en manos de los turistas como por pensar, m¨¢s po¨¦ticamente, que les han "robado el horizonte".
Pero, si la oposici¨®n vecinal es habitual, tambi¨¦n han crecido en el pa¨ªs los fans de los rascacielos m¨¢s all¨¢ de la fascinaci¨®n que, es evidente, provocan en pol¨ªticos, empresarios y arquitectos. El foro urbanity.es tiene unos 8.000 usuarios registrados y su principal tema de conversaci¨®n son las grandes torres, en especial las espa?olas. "Todo empez¨® de una afici¨®n m¨ªa a los rascacielos que se materializ¨® en un blog y despu¨¦s en el foro a ra¨ªz de las fotograf¨ªas que hac¨ªa de las cuatro torres de la ciudad deportiva de Madrid", comenta Pedro Manuel Agudo, un inform¨¢tico aficionado a la arquitectura que vive en Ciudad Real. "Es una arquitectura muy ic¨®nica, que ha cambiado de manera radical el perfil de la ciudad".
Sin duda, estas cuatro torres, las m¨¢s altas de Espa?a, marcan un antes y un despu¨¦s de los rascacielos en Espa?a. "Que se acometan cuatro rascacielos al mismo tiempo en una ciudad europea es algo muy at¨ªpico, puede pasar en Dub¨¢i o Shangh¨¢i, pero no es normal ni en Nueva York", comenta Carlos Rubio, arquitecto, junto a Enrique ?lvarez, de la torre Sacyr, que alcanza los 236 metros de altura. "Las cuatro tienen una huella muy parecida y una altura tope, ya que la ¨²ltima planta habitable tiene que estar a 200 metros, el resto hasta los 250 puede completarse con agujas, una puerta, peinetas... En aquella zona antes estaba establecido que la altura m¨¢xima eran los 100 metros, ya que era un corredor de Barajas, pero se consigui¨® una modificaci¨®n del espacio a¨¦reo internacional".
Las cuatro torres, para unos emblema del pelotazo urban¨ªstico que se ha vivido en Espa?a y para otros el s¨ªmbolo de la apuesta por la modernidad de la capital, est¨¢n de momento aisladas, como perdidas, entre el agujero a su espalda del futuro centro de congresos dise?ado por Tu?¨®n y Mansilla como un at¨ªpico rascacielos con forma de queso gruyer y la velocidad del final de la Castellana, que en los pr¨®ximos a?os se prolongar¨¢ hacia la M-40 en la gran operaci¨®n de Chamart¨ªn, lo que incluir¨¢ nuevos rascacielos.
"Es cierto que en los rascacielos hay una cuesti¨®n de imagen important¨ªsima, porque demuestra la capacidad de un pa¨ªs para hacer determinadas cosas a nivel tecnol¨®gico y econ¨®mico", explica Rubio, "pero tambi¨¦n hay otras consideraciones importantes. Concentra a mucha gente ocupando poca huella, lo que libera suelo y hace que la ciudad tenga que invertir menos en servicios, como el transporte p¨²blico. En resumen, est¨¢s alicatando menos el campo".
Y aqu¨ª llega el gran argumento de los defensores de los rascacielos. La edificaci¨®n en altura, que con las nuevas tecnolog¨ªas y materiales se ha vuelto cada vez m¨¢s segura, est¨¢ dejando de verse solo como el s¨ªmbolo de la especulaci¨®n o la prepotencia del capitalismo (aqu¨ª, en gran parte, debido a que la mayor¨ªa de torres en Espa?a son corporativas o tienen una funci¨®n hotelera) y comienzan a verse como una alternativa sostenible a la dispersi¨®n urban¨ªstica.
Uno de los ide¨®logos de esta visi¨®n es Iribas, que en los a?os ochenta consigui¨® que empezase a verse Benidorm no como una aberraci¨®n, sino como un caso ejemplar con esl¨®ganes como "el ascensor es m¨¢s barato que la autopista".
La tur¨ªstica ciudad con m¨¢s rascacielos de Espa?a opt¨® a finales de los cincuenta por no poner l¨ªmite de altura y el resultado, un skyline a lo Manhattan, tiene a juicio de Iribas la ventaja de que concentra los servicios, ofrece buenas vistas incluso en quinta l¨ªnea de mar y crea espacio p¨²blico a nivel de calle. "Tendemos a pensar que lo alto es sustancialmente perverso porque lleva a la masificaci¨®n, pero no siempre es as¨ª", se?ala Iribas. "Ojal¨¢ se hubiera hecho en otros lugares. No hay peor urbanismo que el que hemos hecho estos ¨²ltimos 35 a?os, con un concepto de urbanizaci¨®n de baja densidad que es insostenible, con una dependencia absoluta del coche".
Curiosamente, pese a que, como insiste Iribas, "la cultura del rascacielos en Espa?a es muy postiza y hay pocos ejemplos logrados", estos a?os del ladrillazo han supuesto una nueva vindicaci¨®n de la edificaci¨®n en altura como soluci¨®n a la depredadora ocupaci¨®n de suelo.
"Este es un modelo que tiene caducidad y por esto los rascacielos tienen mucha vigencia y lo tendr¨¢n tambi¨¦n en ciudades hist¨®ricas", comenta Carlos Rubio. "No digo de la altura de la torre Sacyr, habr¨¢ que estudiar lo que es mejor en cada lugar. En Barcelona dicen 150 y no s¨¦, es una altura que ya permite dar un salto importante porque tiene la verticalidad, has creado una cierta autonom¨ªa formal y se crea un distanciamiento sobre el magma de la ciudad. La diferencia entre la planta 30 y la 50 no es tanta".
Para Enrique ?lvarez no se trata de correr por ver qui¨¦n construye la m¨¢s alta, porque, entre otras cosas, al llegar a cierto nivel la cosa se complica mucho. Seg¨²n Iribas el coste se dispara a partir de 170 metros, no solo en la construcci¨®n sino tambi¨¦n por su mantenimiento.
Rubio y ?lvarez defienden que construir a m¨¢s de 400 metros es posible t¨¦cnicamente, pero que el coste no compensa. Cuanto m¨¢s alta es la torre tambi¨¦n tiene que ser m¨¢s ancha, lo que hace que las plantas bajas tengan menos luz y se llenen de las cajas de ascensores. Rubio recuerda que la torre Califa de Dub¨¢i tiene 828 metros, pero la ¨²ltima planta ¨²til no llega a los 600 metros.
"No tiene sentido ir a buscar el r¨¦cord porque s¨ª, todo tiene que tener su justificaci¨®n arquitect¨®nica y funcional", se?ala el arquitecto Luis Alonso, que junto a Sergio Balaguer colaboraron con Richard Rogers en la torre Hesperia de Barcelona y ahora se preparan para construir el rascacielos m¨¢s alto de Latinoam¨¦rica en Bogot¨¢.
Para Alonso, que considera la edificaci¨®n en altura una apuesta clara "en zonas concretas de la ciudad", no tiene sentido que un solo arquitecto, C¨¦sar Pelli, que ha firmado hermosos rascacielos como las torres Petronas de Kuala Lumpur, haya dise?ado tres de los mayores rascacielos de Espa?a (Torre de Cristal, en Madrid; Iberdrola, en Bilbao, y Cajasol, en Sevilla). "Ninguno hace una aportaci¨®n arquitect¨®nica destacable y los rascacielos necesitan de una dosis extra de sensibilidad arquitect¨®nica; de lo contrario en lugar de soluci¨®n se convierten en problema".
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