?La gasolina a tres euros el litro?
Este tipo de predicciones son muy arriesgadas, incluso para los que son expertos, y yo no lo soy ni tengo una bola de cristal. A pesar de lo cual, creo sinceramente que lo vamos a ver muy pronto.
Las recientes revoluciones en el mundo ¨¢rabe han disparado todas las alarmas en Europa por la posible reducci¨®n de la producci¨®n y por las dificultades de suministro. Siendo un hecho importante, no deja de ser anecd¨®tico. Este episodio podr¨ªa ser temporal y podr¨ªamos volver a la normalidad anterior, y sin embargo, mi previsi¨®n no cambiar¨ªa en nada. Dicho de otro modo: aunque las reducciones de producci¨®n se superen y las relaciones pol¨ªticas con los pa¨ªses productores se mantengan, en muy poco tiempo vamos a tener mucho menos petr¨®leo y mucho m¨¢s caro. La raz¨®n es que los problemas no est¨¢n del lado de la producci¨®n, sino del lado de la demanda. La base de mi previsi¨®n no es que habr¨¢ menos petr¨®leo (cosa que ocurrir¨¢), sino que habr¨¢ mucha m¨¢s gente que lo querr¨¢.
Las cr¨ªticas reflejan profundas actitudes individualistas que han imperado en el pa¨ªs durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas
El volumen de combustibles f¨®siles (petr¨®leo y gas sobre todo) que se ha producido en todo el planeta en las ¨²ltimas d¨¦cadas lo hemos consumido de forma importante entre unos 800 millones de personas. En pocos a?os esta cifra por lo menos se doblar¨¢ y pasaremos a ser unos 2.000 millones. No hace falta ser un experto para entender que este cambio es m¨¢s importante que lo que pueda ocurrir el pr¨®ximo mes en Libia, o en Ir¨¢n, o en Venezuela...
Para poder vivir pac¨ªficamente estos 2.000 millones con un nivel de confort similar al nuestro actual, es urgente que dispongamos de fuentes alternativas (e¨®lica, fotovoltaica, nuclear ?por qu¨¦ no?), pero sobre todo que encontremos la forma de mantener nuestro bienestar con un nivel de consumo muy inferior. Estoy pensando en la necesidad de reducirlo a la mitad y no estoy diciendo nada imposible, ya que aprend¨ª de joven que nuestro nivel de eficiencia en el uso de la energ¨ªa era bastante inferior al 30% y que, a pesar de haberlo mejorado en estos ¨²ltimos a?os, no hemos llegado al 50%. Es decir, bastante m¨¢s de la mitad de la energ¨ªa que gastamos no nos sirve para nada, se pierde o se malgasta in¨²tilmente.
Dejemos de pensar que los retos energ¨¦ticos que tenemos delante los solucionaremos con las energ¨ªas alternativas. Siendo, como es, muy importante la revoluci¨®n verde, debemos entender que es m¨¢s importante la revoluci¨®n de la eficiencia. Y en esta estamos todav¨ªa m¨¢s retrasados que en la primera y, curiosamente, despierta muchas m¨¢s reticencias y rechazos a nivel individual y colectivo. Seguramente esto es un reflejo de las actitudes individualistas profundas que han imperado tanto en Espa?a como en Catalu?a durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
Mientras a principios de este siglo la Comisi¨®n Europea ped¨ªa en sus comunicaciones que se tomaran medidas, de prohibici¨®n o de peaje, para evitar la circulaci¨®n en el interior de las ciudades y zonas de congesti¨®n, de los veh¨ªculos de alto consumo, y mientras en Londres se aplicaba un tasa para ello, en Espa?a se vend¨ªan cada vez m¨¢s coches que consumen en ciudad m¨¢s de 25 litros cada 100 kil¨®metros. Y mientras recomendaba a los pa¨ªses con sol usar la energ¨ªa fotot¨¦rmica para calefacci¨®n de edificios y en los tejados de Atenas aparec¨ªan una enorme cantidad de instalaciones para ello, en Espa?a se constru¨ªa sin atender este consejo. Y mientras llamaba la atenci¨®n sobre la importante reducci¨®n de p¨¦rdidas que puede suponer un inadecuado uso de los neum¨¢ticos, nadie que yo sepa tuvo la menor reacci¨®n al respecto...
Al contrario, algunas t¨ªmidas medidas en la buena direcci¨®n (no siempre bien justificadas ni inteligentemente consensuadas) que se tomaron en Catalu?a fueron objeto de campa?as demag¨®gicas usando el sentimiento de "que no se metan con lo que yo hago con mi vida y con mis cosas". Y las que, en respuesta a la reciente alarma, se est¨¢n empezando a tomar en Madrid siguen en el mismo escenario. Son medidas insuficientes y seguramente improvisadas, pero necesarias, y no con car¨¢cter transitorio, sino permanente.
El precio final de la gasolina depende del precio del petr¨®leo y de los impuestos. La tendencia del primero es a una subida sostenida y los segundos probablemente deber¨¢n subirse para ayudar a todos a tomar conciencia y para hacer m¨¢s dif¨ªciles nuestros comportamientos irresponsables. As¨ª pues, ?por qu¨¦ no a cuatro euros?
Joan Maj¨® es ingeniero y exministro de Industria y Energ¨ªa.
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