Sombras aeroportuarias
Las huelgas convocadas por los trabajadores de AENA pueden terminar volvi¨¦ndose en su contra
Los sindicatos UGT, Comisiones Obreras y USO contemplan llevar a cabo 22 jornadas de huelga si el Gobierno sigue adelante con sus planes de privatizar hasta un 49% de AENA, la empresa p¨²blica encargada de gestionar los aeropuertos. De acuerdo con los portavoces sindicales, su oposici¨®n no se refiere tanto a la privatizaci¨®n misma como al hecho de que los aeropuertos de Madrid y Barcelona est¨¦n incluidos en ella. Temen que, pese a las garant¨ªas ofrecidas por el Gobierno, la privatizaci¨®n acabe reduciendo los derechos de los trabajadores de dos centros de tanta dimensi¨®n como Barajas y El Prat.
Aunque las primeras jornadas de la protesta tendr¨ªan lugar en abril, existe en principio escaso margen para que las partes alcancen un acuerdo antes de esa fecha. La raz¨®n es que las posiciones de partida se refieren m¨¢s a cuestiones de principio, como es la privatizaci¨®n o no de los dos mayores aeropuertos espa?oles, y no a materias sobre las que, por su propia naturaleza, podr¨ªa existir una aproximaci¨®n. Aun as¨ª, es importante que tanto los sindicatos como el Gobierno se hayan mostrado dispuestos a negociar.
La eventual huelga de los trabajadores de AENA se enfrenta a una opini¨®n p¨²blica recelosa y adversa. El paro salvaje de los controladores a¨¦reos el pasado 3 de diciembre, coincidiendo con un largo fin de semana, dej¨® las sensibilidades a flor de piel. Y aunque entre los trabajadores de AENA ahora convocados por las centrales no se encuentren los controladores, que disponen de su propio sindicato y son quienes despiertan mayor desconfianza, nuevas jornadas de dificultades aeroportuarias se pueden volver contra los huelguistas, debilitando su capacidad de presi¨®n. El desgaste podr¨ªa ser mayor para ellos que para el Gobierno, por m¨¢s que tampoco saliera indemne.
Las fechas escogidas por los sindicatos, coincidiendo con el inicio o el final de vacaciones, muestran su voluntad de provocar el mayor trastorno posible en los desplazamientos, y auguran potenciales conflictos en la fijaci¨®n de los servicios m¨ªnimos. El razonamiento impl¨ªcito de las centrales para seleccionar las jornadas de huelga no es de recibo, puesto que se propone incrementar su fuerza de negociaci¨®n frente al Gobierno por la v¨ªa de afectar al mayor n¨²mero posible de pasajeros. Se trata, sin duda, de una opci¨®n amparada por su derecho de huelga, pero que exige, en contrapartida, acatar unos servicios m¨ªnimos acordes a las previsiones de tr¨¢fico a¨¦reo en jornadas de inicio y final de vacaciones.
Los portavoces sindicales han manifestado que su intenci¨®n es abrir un debate en la sociedad sobre la privatizaci¨®n de los aeropuertos. No es solo un debate necesario, sino tambi¨¦n imprescindible. Pero es parad¨®jico que se invite a hacerlo a una sociedad a la que, al mismo tiempo, se coloca bajo amenaza. Las simpat¨ªas que pueda encontrar el rechazo a la privatizaci¨®n de los aeropuertos en algunos sectores de opini¨®n podr¨ªa verse enajenada si los sindicatos crean graves trastornos a los pasajeros.
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