Escoda y el paquidermo
Ayer en el seminario mos¨¦n Francesc Nicolau pronunci¨® una de sus conferencias sobre El universo de las galaxias, tema arrebatador, y m¨¢s desde que otro sabio, analizando los rastros bacteriol¨®gicos hallados en un meteorito, ha vuelto a postular la tesis her¨¦tica de que la vida lleg¨® al planeta Tierra procedente del espacio, como en la estupenda serie de televisi¨®n Starship Gal¨¢ctica.
Sobre el tema de las estrellas lo mejor que se ha dicho lo dijo como siempre Pessoa: "Tengo compasi¨®n de las estrellas,/ que brillan hace tanto tiempo,/ tanto tiempo.../ siento compasi¨®n por ellas...". Mos¨¦n Francesc Nicolau no es poeta, que yo sepa, pero sabe mucho sobre las estrellas variables y sobre los fen¨®menos violentos, sobre las enanas blancas, las estrellas neutr¨®nicas y los p¨²lsares, sobre los agujeros negros...
Un d¨ªa muy largo, en el que se manifest¨® dos veces el mal de la ubicuidad y la obsesi¨®n del paquidermo
Se recomienda al que asista a alguna de estas conferencias que aproveche para visitar en el mismo seminario el rec¨®ndito y misterioso museo geol¨®gico, colecci¨®n interminable de f¨®siles en vitrinas, archivadores y clasificadores, que tiene un horario de visita muy restringido (de cuatro a siete por las tardes de lunes a viernes: aunque a veces te encuentras la puerta cerrada) y cuyas piezas m¨¢s espectaculares -en fin, la espectacularidad discreta, si cabe la contradicci¨®n, de los trilobites y las huellas en la piedra de un insecto, de una hoja de hierba- se pueden contemplar en vitrinas de madera, entre ellas, los restos de un paquidermo descomunal. Con sus grandes colmillos preside la sala. Es el morceau de bravure del museo.
Recuerdo que en una de las Notas para Silvia o de las Notas dispersas Pla comenta que unos amigos le llevan a ver los restos de un paquidermo que le impresionan, luego el d¨ªa va pasando con otros est¨ªmulos y otros afanes, y la nota acaba as¨ª: "Todo el d¨ªa, la obsesi¨®n del paquidermo". Frase que en mi disco duro ocupa lugar preferente, codo con codo con el t¨ªtulo de un inolvidable art¨ªculo de Benet en este diario, har¨¢ 30 a?os: Generalmente el gato.
Pero volviendo al museo: all¨ª no suele haber nadie, salvo un encargado entrado en a?os, muy discreto, al que nunca se me ha ocurrido preguntarle c¨®mo se llama, y esa soledad agradable, entre grises animales petrificados desde hace una eternidad, y ese ¨¢mbito anacr¨®nico y ese apartamiento del ruido constituyen un ¨¢mbito especialmente evocador y propicio a la meditaci¨®n y a los recuerdos.
Como hab¨ªa en mi colegio una colecci¨®n parecida aunque de proporciones mucho m¨¢s modestas, al ingresar ahora en este museo son¨¢mbulo (como es son¨¢mbulo el campo crepuscular en el soneto de Lugones: "Y una vaca mugi¨® sonoramente/ all¨¢ por las son¨¢mbulas praderas") oigo el eco de los condisc¨ªpulos recitando la primera declinaci¨®n, "rosa, rosa, rosam... rosarum, rosis, rosis", y a Dani L¨®pez cuchicheando a Jorge Pons:
-?Por culpa tuya Verg¨¦s va a catear!
Y puedo garantizar al lector que si visita este museo tendr¨¢ una experiencia sensible parecida.
Al anochecer tom¨¦ el coche y fui a Mollerussa para cenar en compa?¨ªa de otros 600 invitados en el banquete del premio de poes¨ªa Maria Merc¨¨ Mar?al. El premio este a?o se lo dieron al barcelon¨¦s Ferran Escoda por su libro El mal de la ubiq¨¹itat, t¨ªtulo alusivo, dijo el autor, al deseo de estar en todas partes, que es un atributo exclusivamente de la divinidad, aunque la poes¨ªa tambi¨¦n lo cumple, siquiera de forma vicaria o simb¨®lica.
El mal de la ubiq¨¹itat lo publicar¨¢ para Sant Jordi Pag¨¨s editors, pero yo ya pude leerlo esa misma noche. ?L¨¢stima no llevar sombrero para quit¨¢rmelo! Esencialista, reflexivo, el¨ªptico y depurado hasta casi el hueso, el poemario trazaba un zoom vertiginoso desde el big bang c¨®smico del primer poema hasta la experiencia existencial del individuo an¨®nimo en la ciudad, y en un poema en prosa preciso como trazado con comp¨¢s ("BERENAR: Agafava l'esponja, la gibrella i em rentava els genolls. Hi passava l'esponja mullada i em queien regalims negres per la cama. En acabat, em donava una llesca de pa, gran, ondulant, amb oli i sucre. Jo, sortia corrent, guillava, i m'omplia de vertigen. De vegades, esclatava a riure. M¨¦s tard, el sol s'amagava com cada capvespre i les coses transcorrien sense significat aparent"), repet¨ªa las sensaciones gratamente regresivas de la tarde precedente, en el seminario.
En fin, un d¨ªa muy largo, en el que se manifest¨® dos veces "el mal de la ubicuidad", e incesantemente la obsesi¨®n del paquidermo.
![El esqueleto del paquidermo reposa en el museo geol¨®gico del seminario.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AAPRTBOLSILMMIKNNSD6BWXRGA.jpg?auth=eba10b95340908c48102824c46c169192d938a774b8139a33e7f1d4daace6804&width=414)
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