Fallaron los supervisores
De los m¨²ltiples diagn¨®sticos de esta crisis financiera, los fallos de mercado, las malas pr¨¢cticas de evaluaci¨®n y gesti¨®n de riesgos de los operadores y las insuficiencias de los supervisores han sido repetidamente destacadas. En EE UU, algunos de los responsables privados y p¨²blicos han admitido esos errores, aunque muy pocos han pagado por ellos. En Europa, las autocr¨ªticas de los supervisores bancarios han sido mucho menos frecuentes, a pesar de que la informaci¨®n disponible y la capacidad de influencia sobre sus supervisados era igual que al otro lado del Atl¨¢ntico. Casi cuatro a?os despu¨¦s de la explosi¨®n de aquella crisis en el mercado de hipotecas de alto riesgo estadounidenses resulta que son los bancos europeos los que tienen m¨¢s dificultades para cumplir con las tareas de intermediaci¨®n financiera para las que fueron autorizadas. El caso espa?ol es uno de los que con m¨¢s crudeza ejemplifican esa dificultad.
Al inicio de la crisis se mencionaba, con raz¨®n, la solvencia de los bancos y cajas de ahorros espa?oles, basada fundamentalmente en el celo que el Banco de Espa?a hab¨ªa ejercido en sus tareas como supervisor. El escarmiento derivado de las crisis bancarias sufridas en el pasado parec¨ªa haber actuado como vacuna aparente contra el contagio estadounidense. No fue as¨ª. Ninguno de los gobernadores de esa instituci¨®n durante el largo periodo de acumulaci¨®n de activos inmobiliarios fue suficientemente diligente para actuar frenando la concentraci¨®n a todas luces excesiva en ese tipo de activos peligrosos para la solvencia de las entidades. Los Gobiernos responsables en esa larga d¨¦cada expansiva, en especial los gestores durante las dos legislaturas del PP que convirtieron la burbuja inmobiliaria en motor de crecimiento, minimizaron igualmente el alcance de esa creciente exposici¨®n, a pesar de la frecuencia con que fueron advertidos de la urgencia en cambiar el patr¨®n de crecimiento, demasiado especializado en construcci¨®n residencial y actividad inmobiliaria. La contribuci¨®n de este sector en el valor a?adido bruto de la econom¨ªa y en el empleo duplicaba la correspondiente en la anterior crisis inmobiliaria, 12 a?os antes, y el promedio de las econom¨ªas de nuestro entorno.
El Banco de Espa?a podr¨ªa haber limitado la proactividad crediticia en la inversi¨®n inmobiliaria. Tanto con decisiones regulatorias como de inspecci¨®n, podr¨ªa haberse evitado que los activos de naturaleza inmobiliaria alcanzaran ese 50% de los activos totales del sistema bancario que significaban al inicio de la crisis. El Banco de Espa?a ten¨ªa autoridad para intervenir activamente, entre 1999 y 2007, contra la burbuja en marcha. Por ejemplo, aumentando la relaci¨®n entre garant¨ªas y valores en los pr¨¦stamos o supervisando estrictamente la acci¨®n de las tasadoras. Pero no lo hizo, quiz¨¢ para no enfrentarse a Gobiernos que sosten¨ªan pol¨ªticas econ¨®micas err¨®neas o porque confiaba en una moderaci¨®n paulatina de la producci¨®n y los precios del ladrillo. Para los ciudadanos resulta inquietante esta debilidad pol¨ªtica manifiesta en una instituci¨®n con una s¨®lida imagen de independencia. Ser¨ªa bueno que el Banco de Espa?a revisara cr¨ªticamente su cometido en una crisis que sigue teniendo en la paralizaci¨®n del sistema bancario el principal obst¨¢culo para la recuperaci¨®n del crecimiento econ¨®mico y del empleo.
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