Italia se busca a s¨ª misma en Tur¨ªn
Grandes exposiciones celebran, en la que fuera primera capital del pa¨ªs, el 150 aniversario de la unificaci¨®n, mientras Berlusconi aplica brutales recortes a la cultura
Ma?ana se cumplen 150 a?os del nacimiento del Estado italiano. Tur¨ªn, la primera capital del joven pa¨ªs y quiz¨¢ su ciudad m¨¢s perif¨¦rica (el dialecto recuerda m¨¢s al franc¨¦s que al italiano), se ha puesto al frente de las celebraciones. Resucitando su viejo esp¨ªritu liberal, ordenado, laico e integrador, la ciudad del Po ofrece desde hoy dos magn¨ªficas exposiciones y la apertura del nuevo Museo del Autom¨®vil, mientras el Gobierno central asiste dividido a las celebraciones (la Liga del Norte disimula por tierra, mar y aire), y mantiene imp¨¢vidos los recortes que la oposici¨®n llama ya "el asesinato de la cultura", y que supondr¨¢n 2.800 millones menos entre 2008 y 2013.
La ciudad de Tur¨ªn, gobernada desde hace diez a?os por el centroizquierda y hoy con Gobierno regional de la Liga, tiene poderosas razones para liderar el intento de unir a un pa¨ªs demasiado largo y al que muchos ven todav¨ªa partido en norte y sur. Aqu¨ª se elabor¨® en 1848 la primera Constituci¨®n subalpina, que como recuerda el historiador Walter Barberis, comisario de la exposici¨®n Fare gli italiani, "incorpor¨® por primera vez la libertad de prensa y de asociaci¨®n, lo que llev¨® a venir a 50.000 personas, muchas de ellas desde el sur, fundando el esp¨ªritu unitario".
"Nos une la forma de estar en la mesa y en el mundo", dice Walter Barberis
En la vieja f¨¢brica de FIAT surge el nuevo Museo del Autom¨®vil
Bajo una lluvia intensa, con las banderas tricolores colgando en muchos balcones de la ciudad, los preparativos eran ayer fren¨¦ticos en la ciudad. No lejos del centro, junto a la vieja c¨¢rcel, en los Talleres de Grandes Reparaciones, un monumento industrial en el que se reparaban los trenes desde finales del siglo XIX hasta 1992, 220 operarios (70 de ellos inmigrantes) proced¨ªan al espectacular montaje de Fare gli Italiani (Haciendo a los italianos).
Fuera, dos enormes naves industriales de ladrillo, hierro y cristal, una de ellas conocida como La catedral por sus maravillosas ventanas. Dentro, la muestra pensada por Barberis y Giovanni de Luna resume con clarividencia conmovedora 150 a?os de historia, repasa las fracturas y los encuentros, indaga sobre la unidad y la desuni¨®n de los italianos. "No nos gusta la palabra identidad", explica Barberis. "Nos unen elementos sentimentales, la selecci¨®n nacional, la solidaridad, la escasa cultura c¨ªvica, la forma de estar en la mesa y en el mundo".
Partiendo de diez islas que agregan / alejan (la ciudad y el campo, la escuela, la Iglesia y las mafias, las guerras mundiales, las migraciones y las f¨¢bricas, el consumo y los medios de comunicaci¨®n...), la exposici¨®n se asoma al pasado a trav¨¦s de objetos (carteles, fotos, armas, pupitres, un avi¨®n de guerra, el agujero del atentado al juez Falcone) y de paneles, recuerda c¨®mo se reuni¨® en Tur¨ªn el primer Parlamento en 1861, cuenta c¨®mo la m¨¢quina militar de los Saboya conquist¨® las Dos Sicilias (la expedici¨®n de los Mil de Garibaldi), y una d¨¦cada m¨¢s tarde, en 1870, Roma y los Estados Pontificios; evoca la llegada de ferrocarril y de la FIAT (1899), y con ellos la inmigraci¨®n, la cultura del trabajo, los sindicatos, el socialismo y el comunismo, el consumismo... Barberis propone una conclusi¨®n nada c¨®moda: "Estamos m¨¢s desunidos hoy que en 1961, cuando el centenario. La econom¨ªa va peor y hay m¨¢s ego¨ªsmos locales. Nuestro Estado es como un coche nuevo que a ratos funciona bien y otras veces se para. Est¨¢ en rodaje". Sorprende la ausencia de las velinas, s¨ªmbolo del nuevo sistema, la Putocracia. "Hemos preferido mostrar la televisi¨®n de los a?os sesenta, culta y aglutinadora".
Varios kil¨®metros al sur, cerca del Lingotto, f¨¢brica de FIAT hasta 1982, surge el nuevo Museo del Autom¨®vil, proyectado hace ocho a?os por el arquitecto Cino Zucchi y montado por el escen¨®grafo franc¨¦s Francois Confino, que cerraba ayer los ¨²ltimos flecos de una propuesta llena de imaginaci¨®n: con 19.000 metros cuadrados, y 33 millones de euros de inversi¨®n, el museo expondr¨¢, desde el s¨¢bado, 200 coches de 80 marcas y ocho pa¨ªses, puestos en su contexto hist¨®rico y sociocultural. "Los coches son interesantes solo si cuentan historias, y queremos que vengan las familias, no los conductores", explica Confino.
Desde el carruaje de caballos al de vapor, de la evoluci¨®n de los motores y las ruedas a los f¨®rmula 1, el museo resume otros corazones de Italia: la creatividad, el esp¨ªritu emprendedor, la velocidad y la belleza en movimiento. Fiat, Ferrari, Lancia, Alfa, Masserati; los dise?os de Bertoni y Pininfarina, pero tambi¨¦n el 500 que conduc¨ªa el presidente (piamont¨¦s) Sandro Pertini. La entrada costar¨¢ 8 euros, y el director del museo, Giuseppe Alberto Zunino, conf¨ªa en tener "al menos 250.000 visitas" el primer a?o.
Al otro lado de la ciudad, en la imponente Venaria Reale, el Versalles local y una de las 18 residencias que la casi milenaria dinast¨ªa de los Saboya tuvo en su regi¨®n, se exhiben desde ma?ana y hasta el 11 de septiembre 350 obras de arte. Desde Roma a la v¨ªspera del Risorgimento, todos los grandes maestros italianos (Giotto, Beato Angelico, Donatello, Boticelli, Leonardo, Miguel ?ngel, Rafael, Tiziano) y visitantes tan ilustres como Vel¨¢zquez, Rubens o Van Dyck. La Bella Italia ha sido montada por el director teatral Luca Ronconi. Una quincena de comisarios se reparten el monumental espacio, dividido en diez capitales y escuelas. Para verla bien, mejor reservar un par de d¨ªas. La Reggia, que reabri¨® hace cuatro a?os tras una reforma de 180 millones (fondos UE), es pura grandeur turinesa: ver el palacio barroco (80.000 metros cuadrados) y los jardines (950.000) requiere una jornada completa.
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