Ser europeo ya no da verg¨¹enza
Una feliz carambola en el Consejo de Seguridad nos ha devuelto por un instante la fe en Naciones Unidas: al final hubo resoluci¨®n. Sin embargo, esta le debe muy poco a la UE como tal. La euforia del momento no debe hacernos olvidar dos cosas: una, la urgencia de que la Uni¨®n Europea ponga todo su esfuerzo en reformar una obsoleta organizaci¨®n; dos, que el tan cacareado multilateralismo europeo va mal.
En estas semanas, hemos confrontado la dura realidad de una ausencia de liderazgo en Europa, la ineficacia, y la falta de sinton¨ªa entre las nuevas figuras de la pol¨ªtica exterior y de seguridad del Tratado de Lisboa. Al declaracionismo del Consejo Europeo, la debilidad de la Alta Representante, la impotencia del europarlamento en su papel de polic¨ªa bueno, se unieron el ombliguismo de Merkel y la sobreactuaci¨®n de Sarkozy y Cameron, y el viejo tic de mirar de reojo a ver qu¨¦ hace EE UU. De no ser por la sorpresa de ¨²ltimo minuto, quiz¨¢ Europa hubiera vuelto a lo mismo: a no actuar cuando m¨¢s se la necesita.
De este primer cap¨ªtulo, pueden extraerse algunas conclusiones, siquiera provisionales. Primero, quiz¨¢ en adelante Francia y Reino Unido se cuestionen aquello de una Pol¨ªtica Com¨²n de Seguridad y Defensa europea; puede incluso que la OTAN se reafirme en detrimento de ¨¦sta. Segundo, el prestigio de la UE como actor global podr¨ªa hundirse antes de nacer, si ante las eventuales adversidades de esta operaci¨®n militar no exhibe firme determinaci¨®n. Sin ella, su influencia en los procesos de Egipto, T¨²nez, y los que vengan, quedar¨ªa muy mermada. Tercero, Europa no solo habr¨¢ de trabajar en la reforma de Naciones Unidas, sino tambi¨¦n en crear ¨¢giles mecanismos y protocolos de concertaci¨®n interna. Cierto, un ¨¦xito de la intervenci¨®n crear¨ªa un magn¨ªfico precedente, y ablandar¨ªa algo las resistencias de China o Rusia en el futuro. Pero con independencia del resultado, y mientras la reforma llega, la UE habr¨¢ de poner en claro de una vez su propia doctrina -los criterios y los medios- para intervenir en el exterior.
?D¨®nde queda Espa?a? Desde la retirada de Irak en 2003, parece empe?ada en ser tanto o m¨¢s onusiana que la ONU, condicionando su acci¨®n invariablemente al aval del Consejo de Seguridad. Por fortuna, esta resoluci¨®n pone de nuevo a nuestro pa¨ªs en el mapa, y le ofrece una oportunidad para posicionarse en el futuro de manera m¨¢s consistente con su defensa de los derechos humanos. Dada la probabilidad de nuevas situaciones parecidas en ?frica o Asia, ser¨ªa bueno que al menos este y sucesivos gobiernos echen el resto en la ONU para que la responsabilidad de proteger cristalice en base legal de acciones de ¨²ltimo recurso que impidan desplazamientos masivos y matanzas de civiles. ?Por qu¨¦ no convocar tambi¨¦n a ello a nuestros grandes socios latinoamericanos? Espa?a y la UE tienen que plantearse ya un cambio de rumbo, para que no volver a sentir verg¨¹enza de ser europeos.
Vicente Palacio es director adjunto del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior Espa?ola (Opex) de la Fundaci¨®n Alternativas.
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