Apuesta por la bobal

Vaya por delante que soy consciente de las dificultades intr¨ªnsecas que ofrece la uva tinta aut¨®ctona bobal para conseguir grandes vinos, incluso si se trata de vi?as viejas. Lo saben muy bien en la valenciana Denominaci¨®n de Origen Utiel-Requena, hist¨®rica suministradora de graneles al insaciable puerto de Valencia con destino a los mercados centroeuropeos y n¨®rdicos. Es un varietal que produce tintos con mucho color, buena graduaci¨®n alcoh¨®lica y nariz cargada de fruta. Y sabrosos, pero con la peligrosa tendencia a cierta tosquedad, aspereza y taninos rudos. Por no hablar de sus desequilibrios en a?os calurosos, que cada vez son m¨¢s.

Vinos de pasto para mezclas, que se pagaban a buen precio. Por eso resulta encomiable la labor de algunas bodegas y en¨®logos, empecinados en torcerle el brazo a la tradici¨®n granelista; o salirse del destino habitual de la bobal: el rosado. Y sin recurrir, salvo en proporciones muy peque?as, a otras variedades como Tempranillo, Syrah (?la gran correctora!), Merlot, Cabernet o Pinot Noir. Hablo, por ejemplo, de Pablo Osorio y su excelente labor en Hispano Suizas y Murviedro. Ahora se incorpora Pepe Hidalgo, un en¨®logo fuera de serie, asesor de numerosas bodegas. Lo ¨²ltimo es este vino de nombre simp¨¢tico y un punto disparatado. Servidumbres del marketing basado en la idea de terru?o.

Cuestiones nominalistas aparte, Cerrogallina es una apuesta loable por la bobal, asumiendo sus limitaciones, pero compensadas por la carga de personalidad. Tiene una nariz bien conformada, con abundante peso de frutillos rojos y negros en saz¨®n, un fondo discreto de tostados y especias, y oportunas pinceladas sensuales de hierba y flor. La boca, fresca y sabrosa, si bien algo tosca y prosaica, resulta decididamente sensual. Un buen dise?o, que necesita estilizarse.