Lento adi¨®s al piropo
La lisonja fugaz y p¨²blica pierde adeptos a medida que crece la concienciaci¨®n en materia de igualdad - El l¨ªmite entre el halago y el ataque verbal sigue generando debate
Lo de "?guapa!" cada vez se escucha menos. La escena del alba?il (o el taxista, ejecutivo o peat¨®n) que piropea a una mujer en la calle, con m¨¢s o menos intensidad y acierto, sigue presente en las calles espa?olas, pero en menor grado que en generaciones anteriores y, sobre todo, con cada vez menos aceptaci¨®n. A medida que han evolucionado los papeles de hombres y mujeres -que se educan, conviven y se relacionan con mucha m¨¢s fluidez que antes-, el piropo ha dejado de ser "la ¨²nica puerta por la que un hombre se dirig¨ªa a una desconocida" -como lo describe Herm¨®genes Domingo, miembro del grupo Prometeo de Hombres por la Igualdad- y ha pasado a convertirse en una herramienta m¨¢s excepcional y delicada, que f¨¢cilmente puede halagar u ofender.
El halago por la calle es propio de sociedades extravertidas
"Se creen con derecho de acceso a la mujer", dice un experto
El hombre suele hacer estas alabanzas cuando est¨¢ acompa?ado
Los piropos pueden hacerse para ensalzar o para denigrar
A veces muestran m¨¢s la impotencia por poseer, que el deseo de hacerlo
Un halago p¨²blico no puede considerarse por s¨ª mismo sexista
En general, "los piropos han cambiado, y las expresiones sexistas se cuidan mucho m¨¢s que hace 20 a?os", apunta Nina Infante, presidenta del F¨®rum Feminista. "Tenemos leyes, una cultura que va impregnando nuestro sentir. Yo creo que se nota el cambio en positivo. Pero todav¨ªa hay demasiadas expresiones, piropos, dichos, chistes, que van conformando un pensamiento discriminatorio que debemos erradicar", afirma.
El arraigo de estas expresiones, aun as¨ª, es evidente: "A los hombres j¨®venes les gusta decir piropos a una mujer guapa que pase por la calle (...). [Ella] deber¨ªa no hacer caso y mantener una cara neutra, para no animarlos. Despu¨¦s, puede re¨ªrse y cont¨¢rselo a sus amigos", explica un art¨ªculo actual sobre costumbres t¨ªpicas espa?olas en la p¨¢gina web de viajeros Trip Advisor. El ling¨¹ista alem¨¢n Werner Beinhauer ya hablaba en los a?os treinta de "comentarios lisonjeros con los cuales un hombre espa?ol alaba la belleza femenina".
?Por qu¨¦ se da en ciertos pa¨ªses y no en otros? La palabra viene del sustantivo griego pyros, que significa fuego. "Los piropos son como fuegos artificiales", compara Esther Forgas, catedr¨¢tica de Lengua espa?ola en la Universitat Rovira i Virgili, "y estas expresiones se dan en sociedades extrovertidas porque se trata de una explosi¨®n hacia fuera". Aquellas sociedades que tienen tradici¨®n de piropo, como las mediterr¨¢neas y ¨¢rabes, tienden asimismo a la hip¨¦rbole, al empleo habitual de la ret¨®rica y los juegos de palabras y a la proliferaci¨®n de met¨¢foras en el lenguaje, se?ala Forgas.
La aceptaci¨®n del piropo s¨ª ha cambiado, aunque todav¨ªa tiene la capacidad de hacer sonre¨ªr o sonrojar, como cuenta Ana ?lvarez, que trabaj¨® en la edici¨®n y montaje del corto Mi se?ora (2003): "En general me r¨ªo. No hay que echarle tanta le?a al fuego", opina sobre quienes se toman los comentarios como un ataque. "En una escuela de teatro a la que iba, ten¨ªamos una obra y las taquillas estaban en el pasillo donde pasaban los obreros. Nos pillaban a menudo en ropa interior. Hab¨ªa que verlos, mirando para abajo, abochornados. Cuando pas¨¢bamos por la calle, vestidas, gritaban desde lo alto de la obra. All¨ª se sent¨ªan en su lugar". El cortometraje en el que trabaj¨® ?lvarez versa precisamente sobre el piropo y ha ganado multitud de premios. Todav¨ªa hoy se proyecta en talleres para la prevenci¨®n de la violencia de g¨¦nero.
Mi se?ora retrata a un hombre que se deshace en piropos m¨¢s o menos originales, primero -y aut¨¦nticas barbaridades despu¨¦s- hacia una desconocida que pasa por la calle. Es una historia totalmente real: "Me la cont¨® una amiga. Me dej¨® alucinado el descaro del tipo. Adem¨¢s, pas¨® en medio de un atasco y nadie dijo nada", explica el director, Juan Rivadeneyra, quien cree que en el piropeo "hay una l¨ªnea muy fina" entre el ataque y el halago y pretende, con su obra, hacer pensar sobre lo que considera una sociedad mayoritariamente "patriarcal". Siempre espera que quienes vean su corto piensen despu¨¦s en c¨®mo se sentir¨ªan si la destinataria de los gritos fuese una novia, una madre o una hermana, porque el corto trata sobre la posesi¨®n de las personas. "El t¨ªtulo no es casual, Mi se?ora. Es lo m¨ªo, no se toca. Pero yo s¨ª puedo tocar lo de los dem¨¢s, porque no es m¨ªo", reflexiona. "Y adem¨¢s, todos los hombres lo pensamos", a?ade Rivadeneyra.
Por lo general, el emisor del piropo "considera a la mujer un terreno, un objeto al que puede acceder libremente", se?ala Herm¨®genes Domingo. "De manera inconsciente creemos que tenemos una especie de derecho de acceso a una mujer que vaya sola o a un grupo de mujeres que camina por la calle sin compa?¨ªa masculina". La mujer sigue pareciendo un destinatario mudo. O ni eso, seg¨²n algunos expertos. Esther Forgas destaca que el piropeador no suele hablar para que le escuche (o para que le responda) la destinataria del mensaje, sino principalmente "por una necesidad de expansi¨®n, para un lucimiento personal", es decir, para que lo oigan los dem¨¢s. "Generalmente, el hombre no dirige un piropo a una mujer si est¨¢ solo, sino m¨¢s bien cuando se encuentra acompa?ado de otros hombres, o donde pueden o¨ªrlo otros hombres", corrobora Domingo.
El piropo es todav¨ªa a menudo "lo que se espera del hombre, al menos cuando est¨¢ en grupo", asegura la psicoanalista Clara Bermant. Y Esther Forgas a?ade: "Destacan de manera muy evidente los roles diferenciados de los dos sexos: hombre activo y mujer pasiva. Se espera que la mujer no conteste. De hecho, si lo hace, se pierde la gracia".
La manera de recibir el piropo, su calificaci¨®n de halago o de ataque verbal sexista, coinciden los expertos, depende de tantos factores que pr¨¢cticamente habr¨ªa que estudiar caso por caso: "Habr¨ªa que ver qui¨¦n lo hace y qui¨¦n lo recibe, qu¨¦, c¨®mo, en qu¨¦ momento...", subraya Nina Infante, del F¨®rum Feminista. Herm¨®genes Domingo distingue el piropo agresivo, "da?ino, incluso insultante", que no tiene intenci¨®n de halago, de los comentarios "ben¨¦volos", pero precisa que incluso estos ¨²ltimos encierran, seg¨²n ¨¦l, una visi¨®n parcial de la mujer: "Suelen ir dirigidos casi exclusivamente al aspecto f¨ªsico, est¨¦tico. Se le da un valor exacerbado a ese aspecto en las mujeres. Lo hacen tambi¨¦n las propias mujeres. A un hombre no se le suele decir 'qu¨¦ guapo est¨¢s". "La mayor¨ªa de piropos cosifica o animaliza a la mujer", se?ala Esther Forgas.
La psicoanalista Clara Bermant tiene una opini¨®n distinta. "Hay que distinguir entre el piropo con intenci¨®n elogiosa y el comentario con funci¨®n violenta y ofensiva. No creo que en todo lo que se dice con ¨¢nimo er¨®tico haya intenci¨®n de molestar. Los comentarios hostiles (no los considero piropos) apuntan a la fragmentaci¨®n del cuerpo de la mujer, como "qu¨¦ culo tienes" o suponen un ¨¢nimo exhibicionista a la destinataria, y lo que muestran, m¨¢s bien, es m¨¢s la impotencia del hombre por poseerlas que el deseo de hacerlo", asegura. Adem¨¢s de la intenci¨®n de quien piropea, quien decide el sentido no es el emisor, sino la receptora: "El piropo es una expresi¨®n del lenguaje, est¨¢ vinculado al juego de palabras, por lo cual est¨¢ presente el malentendido, el equ¨ªvoco".
La percepci¨®n suele ser distinta dependiendo del g¨¦nero: "En el corto Mi se?ora, los espectadores hombres no perciben las faltas de respeto asociadas a los nuevos valores de igualdad ("?t¨² c¨®mo no llevas un hombre al lado para lucirte?"), valores que las mujeres ya tiene incorporados y nosotros no. Eso s¨ª, todos entendemos que utilizar palabras malsonantes ("vaya culo que tienes") es ya un insulto, algo que no se le hace a una desconocida en la calle", explica Hilario S¨¢ez, de Hombres por la Igualdad, que proyecta el corto en sus talleres sobre violencia de g¨¦nero.
"Hay estudios sobre c¨®mo los piropos no siempre tienen funci¨®n de elogiar la belleza femenina, sino que se pueden hacer con el objetivo de denigrar a las mujeres, marcar diferencias de poder... Por ejemplo, en el caso de los jefes que acostumbran a piropear a sus subordinadas", dice Virginia Acu?a, ling¨¹ista especializada en lengua y g¨¦nero. "Se podr¨ªa decir que el piropo, de por s¨ª, no se puede considerar abiertamente sexista, pero en muchos casos s¨ª que puede formar parte importante de comportamientos sexistas", puntualiza.
La aceptaci¨®n del piropo, coinciden muchos expertos, ha cambiado. Es el caso de las usuarias de Hollaback, una red social que se est¨¢ extendiendo por varios pa¨ªses del mundo y que pretende denunciar el acoso a mujeres, un concepto que incluye los "comentarios lascivos", pero tambi¨¦n los casos de "persecuciones, tocamientos, masturbaci¨®n p¨²blica...", aclaran desde la organizaci¨®n. Naci¨® en EE UU en 2005 y ya se ha implantado en Reino Unido, Francia, Rep¨²blica Checa, Argentina, M¨¦xico e India, pa¨ªses en los que las internautas cuelgan sus historias (incluso, si se atreven, con foto de la persona que las molesta) y las localizan en un mapa interactivo. El portal reivindica el derecho a que las mujeres se sientan "seguras, confiadas y s¨ª, incluso atractivas, sin convertirse en la fantas¨ªa de alg¨²n pervertido". ?La diferencia entre un piropo y el acoso? "Si lo sientes como tal, es acoso", sintetiza Inti Maria, coordinadora en Buenos Aires.
Hollaback sirve, adem¨¢s de para alertar de estas situaciones y subrayar que el acoso sigue existiendo en todo el mundo, para otorgar capacidad de respuesta a las mujeres: los fundadores usan el verbo to empower (lo que se ha dado en llamar "empoderar", algo as¨ª como "dar poder"). La traducci¨®n de Hollaback es, de hecho, una especie de "Hola a ti tambi¨¦n", la respuesta femenina ante una situaci¨®n que puede ser menos frecuente, pero que sigue teniendo la capacidad de dejar muda a la receptora.
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La voz de la zalamer¨ªa
Esther Forgas, catedr¨¢tica en Lengua Espa?ola que coordina el posgrado de Feminismos, masculinidades y equidad de g¨¦nero de la Universidad Rovira y Virgili, clasifica en cuatro los factores ling¨¹¨ªsticos que suponen un caldo de cultivo para que el piropo haya enraizado en nuestra sociedad:
Primero, el car¨¢cter expansivo o extravertido de la sociedad, compartido con los pueblos del Mediterr¨¢neo, que lleva a un uso generalizado de la exclamaci¨®n y el ap¨®strofe.
En segundo lugar, la tendencia a la exageraci¨®n y a la hip¨¦rbole, propia de la lengua espa?ola ("Me hielo de fr¨ªo", "me muero de sed").
Un tercer elemento a tener en cuenta ser¨ªa la tendencia a la ret¨®rica y los juegos de palabras. El espa?ol juega con el lenguaje (comparaciones in¨¦ditas, chistes, invenci¨®n de nuevas palabras), se toma libertades con ¨¦l. "No le tiene respeto, en definitiva, como aseguraba el hispanista alem¨¢n Werner Beinhauer", dice Forgas.
Por ¨²ltimo, es una lengua con tendencia metaf¨®rica. Junto con la mayor¨ªa de lenguas sem¨ªticas y mediterr¨¢neas, en Espa?a metaforizamos, utilizamos par¨¢bolas, refranes... En la met¨¢fora se toma como ejemplo algo compartido y conocido por la sociedad para definir otra idea de distinto, por ejemplo: "Nena, con estas pesta?as no vayas por El Retiro, que est¨¢n de poda"
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