Nada m¨¢s que la resoluci¨®n 1973
La intervenci¨®n de las fuerzas francesas, inglesas y estadounidenses, seguida por la de la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos menos Alemania (la cual, decididamente, adopta cada vez m¨¢s el papel de una superpotencia solitaria, a semejanza de su comportamiento en la crisis econ¨®mica europea y mundial), nada tiene que ver con el funesto "derecho de injerencia" que las potencias occidentales han querido arrogarse desde la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, ni con una voluntad hegem¨®nica cualquiera de tal o cual otra potencia europea en el Mediterr¨¢neo. Aunque se puedan concebir muchos c¨¢lculos, urdidos con el hilo de los problemas de pol¨ªtica interior y de los posicionamientos para los intereses petroleros en la Libia de ma?ana, lo que est¨¢ en juego en la intervenci¨®n supera esos juegos c¨ªnicos y acabar¨¢ por desbordarlos.
Hay que ayudar a las fuerzas democr¨¢ticas con el env¨ªo de armas y de informaci¨®n
Ha hecho falta intervenir en primer lugar para evitar una masacre de la poblaci¨®n civil de Bengasi por parte de Gadafi, quien se lo hab¨ªa prometido y a la que hab¨ªa dado ejemplo en las ciudades que sus partidarios hab¨ªan vuelto a sitiar. Se ha evitado sencillamente un nuevo Ruanda. La onda de choque democr¨¢tica que por fin atraviesa el mundo ¨¢rabe y que suscita ya en su contra la alianza sagrada de todos los reg¨ªmenes dictatoriales, de Arabia Saud¨ª a Libia, habr¨ªa encontrado adem¨¢s un potente obst¨¢culo en la derrota de los insurgentes libios. Eso no es secundario, puesto que las masas se sublevan en el mundo ¨¢rabe no contra unos reg¨ªmenes que son la expresi¨®n de la voluntad popular, sino contra unos poderes que violan sistem¨¢ticamente su derecho a elegir democr¨¢ticamente su destino. En Libia, el principal obst¨¢culo para el ejercicio de la soberan¨ªa popular es el r¨¦gimen dictatorial de Gadafi.
Por ¨²ltimo, y esa precisi¨®n no es secundaria, la intervenci¨®n no es una guerra ofensiva, puesto que no pretende atacar deliberadamente a un adversario definido como enemigo de las potencias involucradas contra ¨¦l. Es el Consejo de Seguridad de la ONU el que ha dado la autorizaci¨®n, a unos pa¨ªses que se han declarado dispuestos a asumir la responsabilidad, de intervenir para proteger a unas poblaciones civiles amenazadas por unas fuerzas de destrucci¨®n militar incomparablemente m¨¢s potentes.
El mandato de la resoluci¨®n 1973 es muy claro: creaci¨®n de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea, protecci¨®n de las poblaciones civiles amenazadas. Todo eso, y nada m¨¢s que eso. La direcci¨®n pol¨ªtica de las operaciones, contrariamente a lo que algunos pretenden, queda en manos del Consejo de Seguridad, de las potencias interventoras y de la Liga ?rabe. La OTAN participar¨¢ probablemente en esta operaci¨®n, pero es el precio que EE UU y sus aliados querr¨¢n hacer pagar a Francia para implicarla a¨²n m¨¢s, tras su vuelta a las estructuras militares de esta organizaci¨®n, en el seno militar occidental. Sobre este asunto, hay que decir que Francia tiene toda la raz¨®n; hacer participar a la OTAN es mandar una muy mala se?al a la opini¨®n p¨²blica ¨¢rabe y, tarde o temprano, puede actuar contra la escalada de las luchas democr¨¢ticas. Las posturas de Turqu¨ªa, Rusia y China est¨¢n dictadas de manera muy directa por sus intereses econ¨®micos, sin tener en cuenta la voluntad democr¨¢tica del pueblo libio. El embajador ruso en Tr¨ªpoli, que acaba de ser llamado a consultas en Mosc¨², lo ha declarado sin ambages, al subrayar que la abstenci¨®n rusa en el Consejo de Seguridad costar¨¢ "miles de millones" a los intereses rusos en Libia. ?Est¨¢ claro que el destino de la democracia en el mundo ¨¢rabe es la ¨²ltima preocupaci¨®n de este se?or!
Queda el problema de fondo: ?C¨®mo acabar¨¢ esta intervenci¨®n? Todo depender¨¢ de la capacidad de las fuerzas insurrectas para retomar la iniciativa sobre el terreno. Para las potencias implicadas, cuanto m¨¢s r¨¢pido salgan de este avispero, mejor ser¨¢, puesto que el riesgo de hundimiento es real, y Gadafi utilizar¨¢ todos los medios a su alcance, incluso la guerrilla. Hay pues que hacer todo para ayudar a las fuerzas democr¨¢ticas con el env¨ªo de armas y la transmisi¨®n de informaciones para permitirles avanzar sobre el terreno. Actualmente, Francia afirma que unos parientes de Gadafi estar¨ªan dispuestos a abandonarle, cosa que abrir¨ªa una posible v¨ªa de negociaciones. Hay que explorar esta pista, pero sin demasiadas ilusiones, puesto que hay que tratar con un poder tribal, en el que la l¨®gica de las solidaridades tribales supera con frecuencia la racionalidad de los c¨¢lculos pol¨ªticos. Hay que hacerlo todo, por ¨²ltimo, para evitar una divisi¨®n de Libia, pero si esta soluci¨®n acabara prevaleciendo, la ONU deber¨ªa entonces imponer unas fuerzas de interposici¨®n.
Traducci¨®n de M. Sampons.
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