Los rebeldes construyen su Estado de la nada
Diplom¨¢ticos y profesionales se suman a la actividad pol¨ªtica
Desde los cimientos. Los sublevados contra Muamar el Gadafi acometen una empresa descomunal, porque en Libia no se trata de derrocar a un dictador y a su camarilla corrupta, como en T¨²nez. No es cuesti¨®n de impulsar reformas democr¨¢ticas bajo la tutela del Ej¨¦rcito, como en Egipto. En Libia, gestionada durante 41 a?os como una finca familiar por Gadafi, carente de Parlamento, partidos pol¨ªticos, asociaciones civiles, y sin Ej¨¦rcito, el camino que emprenden los alzados contra el l¨ªder de la Yamahiriya -el Estado de las masas- adquiere tintes ¨¦picos. "Carecemos de experiencia", admite un portavoz del Consejo Nacional, el embri¨®n de las instituciones pol¨ªticas que pretenden instaurar para desembocar en el Estado laico y democr¨¢tico que propugnan. Y tampoco abundan dirigentes capaces, curtidos y aceptados por los cinco millones de libios. La ruptura con el r¨¦gimen ha de ser de ra¨ªz, un borr¨®n y cuenta nueva que exige una condici¨®n sine qua non: la ca¨ªda del tirano.
Los alzados intentan fundar instituciones en el erial creado por Gadafi
La representaci¨®n exterior es urgente para poder adquirir armamento
Pocos a?os despu¨¦s del golpe del 1 de septiembre de 1969 -aplazado un d¨ªa porque el designio del coronel coincid¨ªa con un concierto de la m¨ªtica cantante egipcia Um Kulsum-, el coronel que defenestr¨® al rey Idris se retir¨® al desierto a meditar, pari¨® el Libro Verde e implant¨® un modelo en el que los temidos Comit¨¦s Revolucionarios ejerc¨ªan como ¨®rganos omnipresentes de la dictadura. El 15 de febrero comenz¨® el vuelco. A partir de esa fecha, y en unas pocas jornadas, las sedes de los cuerpos de seguridad y determinados organismos oficiales -sin pillaje de propiedad privada- fueron arrasadas por el fuego. Fue lo m¨¢s sencillo. Ahora deben construir en un pa¨ªs que desconoce el debate pol¨ªtico.
Sin tiempo que perder en un pa¨ªs que sufre la huida de cientos de miles de inmigrantes, la mano de obra de una econom¨ªa que se hunde, los insurrectos anunciaron en Bengasi el nacimiento del Consejo Nacional: 31 personas, 18 de ellas en la clandestinidad, no sea que los Comit¨¦s Revolucionarios, acusados ayer de la detenci¨®n de cientos de personas en Zauiya y Tr¨ªpoli, den con sus huesos.
Ese Consejo se mostr¨®, sin embargo, poco efectivo, am¨¦n de algunas disputas internas que emergieron a la hora de decidir si se negociaba alguna escapatoria para Gadafi. "El Consejo ha sido ¨²til para mantener la cohesi¨®n. Es normal que al principio existan diferentes puntos de vista. No es f¨¢cil que todos acepten la autoridad del Consejo", comenta Mustaf¨¢ Gheriani, incansable portavoz. Ahora, muchos diplom¨¢ticos, economistas y profesionales se est¨¢n sumando a la actividad pol¨ªtica. Necesitan con urgencia un Gobierno que les represente fuera de sus fronteras. "As¨ª demostraremos al mundo que atravesamos un periodo transitorio que terminar¨¢ con las elecciones", a?ade el vocero.
Nadie mejor que los exiliados y los militares que se opusieron al s¨¢trapa para que se abran puertas en las capitales europeas y en Washington. Sin esos nuevos v¨ªnculos es inviable adquirir armamento y firmar contratos petroleros. Gadafi ha tildado de "perros" a estos hombres -mujeres apenas aparecen en la vida pol¨ªtica en una sociedad sumamente conservadora- que suscitan el consenso de los libios por haber purgado d¨¦cadas en prisi¨®n o por proceder de la di¨¢spora, de donde regresan desde hace pocas semanas.
Mahmud Yibril apunta a primer ministro. Fue quien logr¨® que Francia reconociera al Consejo Nacional como el Ejecutivo leg¨ªtimo de Libia y quien intent¨® promover reformas desde el interior del r¨¦gimen. Renunci¨® asqueado. Tampoco confirmado oficialmente, Jalifa Hafter, m¨¢s de 20 a?os de residencia en Estados Unidos, encabezaba el Ej¨¦rcito Nacional Libio, un movimiento armado de escaso ¨¦xito. Est¨¢ libre de toda sospecha. Le besan los ancianos. Con seguridad ocupar¨¢ la cartera de Defensa en el Gobierno de transici¨®n. Ali Tarhuni apunta a ministro de Hacienda. Licenciado en la Universidad de Washington, ha vivido ya muchos a?os en EE UU. Y Ali al Isaui se baraja con firmeza como jefe de la diplomacia. Era embajador en India hasta que dimiti¨® nada m¨¢s estallar la revoluci¨®n. Como lo hizo Abdelfatah Yunis, camarada de Gadafi en el golpe de 1969, y que, seg¨²n mandos militares, ser¨¢ jefe del Estado Mayor.
Es solo el comienzo. Los escollos son enormes porque, adem¨¢s, la brecha generacional es patente entre estos l¨ªderes en ciernes -bien formados acad¨¦micamente y pol¨ªglotas- y una juventud que padece el deterioro de un sistema educativo que durante a?os prohibi¨® la ense?anza del ingl¨¦s o franc¨¦s. "Lo m¨¢s dif¨ªcil", opina Gheriani, "es controlar a los j¨®venes. No reconocen a Yunis como jefe militar, y tienen reservas sobre Mustaf¨¢ Abdelyalil, presidente del Consejo Nacional", que supervisar¨¢ al Gobierno provisional. Anticip¨® el jueves el coronel Ahmed Omar Bani que se fundar¨¢ el nuevo Ej¨¦rcito Nacional Libio. Tambi¨¦n nacer¨¢ de la nada, o de los restos que queden tras los combates, que ayer continuaban en Misrata, al oeste del pa¨ªs, y en Ajdabiya, en la oriental Cirenaica.
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