Los d¨¦ficits democr¨¢ticos
En una semana tan convulsa y tan repleta desde el punto de vista informativo: los muertos civiles por los bombardeos de las fuerzas leales a Gadafi, por los bombardeos de las potencias occidentales, el riesgo en que siguen viviendo los japoneses de contaminaci¨®n nuclear, el se¨ªsmo y posterior maremoto en Jap¨®n, el se¨ªsmo (controlado por la actitud de Sortu) ante el terremoto que la Sala 61 del Tribunal Supremo podr¨ªa haber provocado, la cuesti¨®n sobre la que pretendo hacer una reflexi¨®n parece nimia. La dimisi¨®n de S¨®crates y el riesgo en que se halla Portugal de verse en situaci¨®n de precisar el rescate de sus socios europeos completa el escenario. De alguna manera habr¨¦ de defenderme. Quiz¨¢ incurriendo en aquel vicio en que tanto insist¨ªa L¨¢zaro Carreter de tomar el texto como pretexto o, dicho de otra manera, coger el r¨¢bano por las hojas.
Adem¨¢s de todo lo anterior, nos vemos inmersos en un proceso electoral, el d¨ªa 28 de marzo ser¨¢n convocadas las elecciones municipales y forales, se iniciar¨¢ el proceso que conducir¨¢ al momento del sufragio activo, la votaci¨®n, momento que a decir de Norberto Bobbio, quiz¨¢ el ¨²ltimo gran referente en Derecho Pol¨ªtico, es la mayor expresi¨®n de la democracia, pues es el ¨²nico momento en que concurre la igualdad m¨¢s absoluta entre los ciudadanos, un hombre o mujer un voto, sin interferencias derivadas de las condiciones materiales de libertad.
Observar el proceso electoral en sus sucesivas fases nos puede permitir analizar si el pensamiento de Bobbio en este aspecto es correcto, si es predicable esa igualdad absoluta.
Desde hace a?os, los partidos de izquierda vienen denunciando la existencia de un d¨¦ficit democr¨¢tico en los comicios. Dejando de lado la discriminaci¨®n con la poblaci¨®n emigrante, mucho menor en estos comicios, que podr¨ªa salvarse acudiendo a un criterio formal como la nacionalidad, existen de dif¨ªcil justificaci¨®n, material o formal.
La ilegalizaci¨®n de Sortu ha puesto de relieve estos defectos. El auto de la Sala del 61 ha privado del derecho de participaci¨®n del art¨ªculo 23 de la Constituci¨®n a un sector importante de la sociedad. Ni la cuarentena, ni la desaparici¨®n de ETA, ni la credibilidad aparecen en la ley 6/2002. Exigirlos es simplemente ignorar la seguridad jur¨ªdica, la irretroactividad de disposiciones restrictivas de derechos, principios constitucionales -art¨ªculo 9-. En definitiva, prescindir del Estado de Derecho, que tanto se invoca para rechazar cualquier intento de soluci¨®n dialogada. En resumen, actuar deslealmente.
Tampoco cabe desconocer la incidencia de los sistemas electorales. Estos sistemas de distribuci¨®n de puestos y esca?os tienen como objeto reducir la pluralidad social para conformar la realidad institucional. As¨ª, entenderemos que son un mal necesario, pero un mal, porque tienen por objeto limitar el pluralismo. Por tanto, habr¨¢ que apostar por sistemas m¨¢s proporcionales y con las menores barreras posibles para evitar que, por causa del principio de reducci¨®n, existan votos con menor valor que otros. La reforma de la ley electoral en este sentido es una vieja aspiraci¨®n de los partidos de izquierda que se ve continuamente defraudada por los grandes partidos.
Los procesos electorales se inician no ya con las campa?as, ni siquiera con las precampa?as, entendidas estas como el periodo que va desde la convocatoria de las elecciones hasta la celebraci¨®n de las mismas. Para este periodo se establecen limitaciones en las diversas leyes reguladoras de la publicidad institucional y en la misma Ley Org¨¢nica de R¨¦gimen Electoral General. Se proh¨ªben durante este periodo actos organizados o financiados por los poderes p¨²blicos tendentes a publicitar actos y logros obtenidos. As¨ª mismo, esta ¨²ltima norma incluye dentro de estos actos prohibidos en este periodo las inauguraciones de obras o servicios p¨²blicos.
Pero lo cierto es que en la realidad hoy en d¨ªa, el periodo de precampa?a no s¨®lo abarca aquel que va entre convocatoria y votaci¨®n, sino que se inicia con mucha anterioridad. Sin ir m¨¢s lejos, casi todos los partidos han realizado actos de presentaci¨®n de sus candidatos y programas hace ya m¨¢s de un mes. Los partidos grandes ya han buzoneado las ciudades habl¨¢ndonos de sus logros y de las virtudes de su programa y candidato. En prensa ya se publican anuncios a toda p¨¢gina que, es cierto, no piden el voto, pero publicitan la marca, construyen imagen corporativa y esto cualquier experto en mercadotecnia dir¨¢ que es vender. Durante este periodo han proliferado las inauguraciones: s¨®lo a modo de ejemplo citaremos la inauguraci¨®n por Elorza y Cela¨¢ de las escuelas de Morlans, m¨¢s de seis meses despu¨¦s de su puesta en marcha.
Si seguimos con los ejemplos podemos recordar la reciente retirada de una campa?a de difusi¨®n de logros que por importe de m¨¢s de 300.000 euros licit¨® la Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa: s¨®lo por la denuncia y ejercicio por la oposici¨®n de las acciones administrativas correspondientes se vio obligado el Gobierno foral a retirarla.
?C¨®mo es posible que una treta tan burda para defraudar las limitaciones de la ley Electoral sea tan eficaz que induzca a tirios y a troyanos a utilizar su posici¨®n en las Administraciones?
Concurriendo las circunstancias a las que me he referido, parece dif¨ªcil compartir la afirmaci¨®n de Norberto Bobbio. ?C¨®mo defenderse de estos d¨¦ficits democr¨¢ticos? No hay m¨¢s defensa que una profunda cultura democr¨¢tica de los ciudadanos, cultura que los grandes pol¨ªticos de la Transici¨®n se ocuparon de hurtar a los ciudadanos.
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