Un cambio en favor del electorado
Alivio es lo primero que, con toda probabilidad, deben haber experimentado ayer los votantes socialistas al saber, por fin, que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no concurrir¨¢ a las elecciones generales de 2012: no en vano llevaban ya casi ya dos a?os volvi¨¦ndole la espalda de forma cada vez m¨¢s clara.
Un ejemplo: si un 81% de los espa?oles indica, seg¨²n el sondeo de Metroscopia, que no conf¨ªa en el presidente del Ejecutivo, un porcentaje cercano (65%) de quienes le votaron en 2008 expresa esa misma desconfianza.
Otro ejemplo: si entre el conjunto de la ciudadan¨ªa un 79% piensa que Rodr¨ªguez Zapatero no tiene un plan claro de actuaci¨®n sino que va improvisando sobre la marcha, eso mismo dice un 66% de sus votantes.
La expectativa de una derrota estrepitosa cede el sitio al horizonte de una derrota "dulce"
Y por ¨²ltimo: cuando se pide al electorado socialista que indique a quien preferir¨ªa tener como cabeza de cartel en 2012, su nombre solo es mencionado por un 10%, quedando detr¨¢s de Jos¨¦ Bono (14%), Carme Chac¨®n (15%) y, sobre todo, de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba (51%).
Lo m¨ªnimo que cabe pues decir al respecto de la decisi¨®n ayer anunciada por Rodr¨ªguez Zapatero es que no va precisamente en contra del sentir, no ya del conjunto de la ciudadan¨ªa, sino del propio electorado socialista.
?Ilusi¨®n tambi¨¦n? Es pronto para decirlo. Solo un 54% de quienes en 2008 votaron al PSOE cree que su partido tiene todav¨ªa tiempo de recuperarse e, incluso, de llegar a ganar en 2012. Un apreciable 40% da ya, en cambio, por perdida la batalla, y cree que no hay nada que hacer.
Cabe especular con que el proceso de primarias y la elecci¨®n de un nuevo l¨ªder logre reanimar el ahora alica¨ªdo tono vital de tantos votantes socialistas. Pero eso est¨¢ por ver.
De entrada, no se puede descartar que el proceso de primarias anunciado contribuya m¨¢s a alborotar que a ilusionar a los votantes. Dicho proceso tiene sin duda, seg¨²n datos de Metroscopia, alg¨²n mejor cartel entre la ciudadan¨ªa (y, en concreto, entre quienes votan al PSOE) que la elecci¨®n de candidatos por las ejecutivas de los partidos, pero no coincide exactamente con lo que unos y otros querr¨ªan.
Con el mismo y equ¨ªvoco nombre de "primarias" lo que nuestra ciudadan¨ªa entiende es en realidad algo muy distinto: un sistema de elecci¨®n de candidatos en que participen no s¨®lo los militantes, sino tambi¨¦n los simpatizantes.
Las primarias que se avecinan no son pues las primarias realmente deseadas, y a ojos del ciudadano medio dif¨ªcilmente podr¨¢n representar algo m¨¢s que la sustituci¨®n, como ¨®rgano decisorio, de un aparato de tama?o reducido (la ejecutiva federal) por otro aparato de tama?o m¨¢s amplio, pero aparato al fin: la militancia.
Sobre-enfatizar el car¨¢cter "democr¨¢tico" de la selecci¨®n de candidatos mediante elecciones primarias entre militantes, para diferenciarlas de la que, por contraste, quedar¨ªa como menos "democr¨¢tica" (es decir, la elecci¨®n por ¨®rganos colegiados o unipersonales) no s¨®lo resulta as¨ª abusivo sino, incluso, un puntito demag¨®gico. Lo cierto es que los votantes de a pie, los que realmente tienen luego la ¨²ltima palabra, siguen contando muy poco: pueden, por ejemplo, -ya se ha visto- expresar en los sondeos una clara preferencia por un determinado candidato y ver luego como la militancia opta por otro distinto, para el que, eso s¨ª, inmediatamente procede a pedir un apoyo total y en lo posible ilusionado.
Pero queda una segunda cuesti¨®n: supongamos que, celebradas las elecciones primarias, el candidato elegido fuese el que ahora suscita un m¨¢s amplio apoyo entre el electorado socialista, es decir, P¨¦rez Rubalcaba.
La simulaci¨®n que realiz¨® Metroscopia para este diario hace dos meses, a partir de datos del Bar¨®metro de Clima Social de aquel momento, suger¨ªa que en ese caso podr¨ªa todav¨ªa "haber partido", -pero s¨®lo eso-. Es decir, la distancia de 15 o 16 puntos a favor del PP que hoy por hoy los datos sugieren podr¨ªa quedar reducida a algo menos de la mitad si el actual vicepresidente y ministro de Interior fuera el candidato. La expectativa de una derrota estrepitosa ceder¨ªa el sitio al horizonte de una derrota "dulce". ?Y quiz¨¢ incluso a un empate por no decir una ajustada victoria?
No parece, hoy por hoy, que esto sea muy probable. La pendiente que el PSOE tendr¨¢, de aqu¨ª a un a?o, que tratar de remontar puede, si todo se desarrolla seg¨²n su mejor gui¨®n posible, suavizarse apreciablemente, pero no habr¨¢ desaparecido. En el tiempo que queda resulta muy improbable que la fidelidad del voto popular caiga por debajo de su actual, y constante, nivel del 80%: en realidad cabe pensar m¨¢s bien que, teniendo enfrente a un contrincante respetado, pueda incluso aumentar algo.
En cambio, lo que est¨¢ por ver es hasta qu¨¦ punto el candidato socialista que resulte elegido lograr¨¢ reconectar lo suficiente con quienes en 2008 votaron al PSOE para que su fidelidad de voto alcance un nivel muy superior al actual y escu¨¢lido 44%.
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