Arranca la sucesi¨®n
Zapatero no se presentar¨¢ en 2012, pero tiene mayor¨ªa parlamentaria para agotar la legislatura
Rodr¨ªguez Zapatero no ser¨¢ el candidato socialista para las elecciones de 2012. As¨ª lo comunic¨® ayer el propio interesado al Comit¨¦ Federal de su partido, poniendo fin a las incertidumbres que ¨¦l mismo hab¨ªa desencadenado de manera informal a finales del pasado a?o. Es cierto que, desde su irrupci¨®n en la pol¨ªtica nacional en 2000, sus declaraciones p¨²blicas siempre han sido favorables a la limitaci¨®n de mandatos, aunque tambi¨¦n ha prodigado gestos que pod¨ªan interpretarse como dudas y titubeos. Tras su anuncio de ayer, unido al que realiz¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en su d¨ªa, es probable que los pr¨®ximos inquilinos de La Moncloa tengan dificultades para romper la regla no escrita de que dos legislaturas constituyen el plazo m¨¢ximo de permanencia en el poder. Si esta pr¨¢ctica estuviera llamada a consolidarse, mejor que lo sea as¨ª, por la v¨ªa de los usos democr¨¢ticos y no de una ley aprobada en el Congreso.
Zapatero ha comunicado sus planes ante quien ten¨ªa que hacerlo, el m¨¢ximo ¨®rgano del Partido Socialista entre congresos. En cuanto al momento elegido, era la ¨²ltima ocasi¨®n para no interferir en la inminente campa?a para las elecciones auton¨®micas y municipales. Y habr¨ªa interferido negativamente tanto si hubiera evitado pronunciarse ayer sobre su futuro como si hubiera insistido en la consigna de aplazar el debate, reiterada con fuerza durante los ¨²ltimos d¨ªas.
Ahora la sucesi¨®n ha arrancado de forma oficial, con lo que la responsabilidad por la manera en la que se conduzca no recaer¨¢ solo sobre Zapatero, sino tambi¨¦n sobre la direcci¨®n socialista en su conjunto y los eventuales candidatos a ocupar su puesto. Zapatero anunci¨® que, tras las elecciones de mayo, convocar¨¢ un Comit¨¦ Federal extraordinario que d¨¦ paso a las primarias, renunciando, como no pod¨ªa ser de otra manera, a cualquier f¨®rmula de designaci¨®n del sucesor.
Reformas pendientes
El Partido Popular (PP) se ha apresurado a reclamar elecciones anticipadas. Con esta postura ha demostrado no entender, o no querer hacerlo, que la decisi¨®n de Zapatero es de orden interno, no de ¨ªndole institucional. Mientras el Partido Socialista disponga de mayor¨ªa parlamentaria, nada obliga al presidente del Gobierno a disolver las C¨¢maras. Todos los signos apuntan a que, antes de hacer p¨²blica su decisi¨®n de no ser de nuevo el candidato socialista, Zapatero ha tratado de asegurar la estabilidad de su Gobierno con el apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos. Obcecarse en un adelanto electoral va contra la evidencia de que el PP no dispone de una mayor¨ªa alternativa a la de los socialistas, por mucho ruido que se proponga hacer fuera del Congreso. Se trata, adem¨¢s, de una grave irresponsabilidad, por cuanto la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola aconseja no precipitar unas elecciones generales para las que falta todav¨ªa un a?o.
Que Zapatero haya renunciado a repetir como candidato socialista no significa que haya dejado de ser el presidente del Gobierno, ni que lo sea en funciones. No es la hora de hacer balances de su gesti¨®n, sino de analizar las iniciativas que se dispone a desarrollar hasta el final de la legislatura. Son iniciativas en las que los intereses generales del pa¨ªs y los electorales de su partido estar¨¢n en contradicci¨®n, puesto que son numerosas las reformas tan impopulares como imprescindibles que siguen pendientes. Dependiendo de cu¨¢les sean los intereses que decida primar en el tiempo que le resta al frente del Ejecutivo, Zapatero se juega la manera en la que ser¨¢ recordado. Y dependiendo, tambi¨¦n, de la actitud en la que se instale, el PP llegar¨¢ al Gobierno, si es que finalmente llega, con el lastre de haber antepuesto el ansia de poder a las necesidades del pa¨ªs.
Necesidad y virtud
El PSOE elegir¨¢ al sucesor de Zapatero como candidato a las elecciones generales del pr¨®ximo a?o mediante la convocatoria de primarias. Este mecanismo, que hasta ahora ha dividido la opini¨®n de sus principales dirigentes, ha permitido, sin embargo, articular una salida al principal problema al que se enfrentan los socialistas desde que, hace tres meses, Zapatero sembrara dudas sobre su continuidad. Este sigue al frente del partido y del Gobierno, al tiempo que se prepara su relevo como cabeza de cartel electoral. Al posponer la nominaci¨®n del candidato a la consulta municipal y auton¨®mica, Zapatero se dispone a asumir la responsabilidad de la previsible derrota, ahorr¨¢ndole este coste a quien le sustituya, al tiempo que evita convertir el 22-M en un plebiscito sobre su figura.
Pero el PSOE quiz¨¢ tenga que afrontar otros costes si no resuelve bien el proceso de primarias. La lucha interna entre dos o m¨¢s candidatos, en especial si se impone el juego duro, podr¨ªa comprometer definitivamente el resultado en las generales. La concurrencia de un ¨²nico candidato, seguramente la mejor opci¨®n en las circunstancias actuales, podr¨ªa dejar abierto un flanco que el PP explotar¨ªa, argumentando que no existe tanta diferencia entre el sistema de designaci¨®n que ¨¦l aplica y el de elecci¨®n mediante primarias. Pero la diferencia existe, puesto que en un caso es la voluntad del l¨ªder la que prima y en el otro, cuando menos, exige un pacto entre los aspirantes.
Para contrarrestar esta cr¨ªtica, el PSOE est¨¢ obligado a un doble ejercicio de democracia interna y de transparencia. Tambi¨¦n de juego limpio entre los candidatos, si finalmente hubiera m¨¢s de uno. No es solo una exigencia que deriva de los principios, sino tambi¨¦n de la experiencia acumulada en autonom¨ªas y municipios. Cuando la direcci¨®n federal no ha mantenido una estricta neutralidad, su candidato ha sido derrotado. La experiencia de la bicefalia tampoco fue positiva: en esta ocasi¨®n los socialistas est¨¢n en mejores condiciones para no repetir los errores del pasado. Si resuelven de forma acertada no solo las primarias, sino tambi¨¦n la elaboraci¨®n de las listas, habr¨¢n hecho de la necesidad virtud; una virtud que necesitan todos los partidos pol¨ªticos en Espa?a.
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