M¨¢s all¨¢ del conservadurismo progresista
El s¨¢bado, el primer ministro Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero anunci¨® que no iba a presentarse para tratar de obtener un tercer mandato y, con ello, puso en marcha un proceso de primarias que culminar¨¢ con la elecci¨®n de un nuevo candidato del partido y un programa pol¨ªtico renovado.
El lunes, el presidente Barack Obama inici¨® oficialmente sus 18 meses de campa?a para la reelecci¨®n y, con ello, puso en marcha un largo proceso de renovaci¨®n pol¨ªtica que los dem¨®cratas esperan que vuelva a atraer a los votantes progresistas.
Y el jueves, la Fundaci¨®n IDEAS y el Center for American Progress van a convocar una reuni¨®n de la red para el Progreso Global, que agrupar¨¢ a destacados estrategas pol¨ªticos de Europa y Norteam¨¦rica. Continuando el trabajo de reuniones anteriores en Washington, Berl¨ªn, Nueva York y Madrid, los participantes debatir¨¢n sobre c¨®mo responder a las aspiraciones de las j¨®venes generaciones progresistas de todo el mundo.
No te votan por lo que has hecho sino por lo que vas a hacer. Los progresistas necesitan una nueva agenda
Una econom¨ªa m¨¢s competitiva necesita un mayor papel del Estado
El momento es oportuno, porque nos permite tomar un respiro tras los fren¨¦ticos acontecimientos de la semana pasada y recordar que nuestra reacci¨®n ante los retos actuales debe tener una perspectiva a largo plazo, estar orientada hacia el futuro y ser innovadora. Hoy, m¨¢s que nunca, es importante que los progresistas recuerden la primera regla de la pol¨ªtica: la gente vota a alguien pensando en lo que va a hacer por ellos, no en lo que ha hecho antes. Lo malo es que la crisis parece haber arrinconado a muchos progresistas en una actitud conservadora, de defender los logros del pasado en vez de seguir avanzando a partir de ellos.
Quiz¨¢ no es extra?o. La ofensiva actual de la derecha es intensa. Mientras que, en plena crisis econ¨®mica mundial, a los progresistas les resultaba dif¨ªcil distinguirse de un movimiento de derechas que parec¨ªa -al menos en Europa- haber adoptado muchos de los principios fundamentales de la pol¨ªtica econ¨®mica progresista, hoy vemos c¨®mo se lanzan duros ataques contra el papel del Estado y el gasto p¨²blico. Para la opini¨®n p¨²blica, lo que comenz¨® como una crisis del capitalismo de casino -con mercados financieros sin regulaci¨®n y banqueros irresponsables- se ha convertido en una crisis del Estado despilfarrador, con unos d¨¦ficits p¨²blicos excesivos y unas intervenciones innecesarias e in¨²tiles del Gobierno.
Este nuevo relato conservador combina una atractiva historia en la que se unen el declive econ¨®mico, unas potencias emergentes en Asia y unos Gobiernos derrochadores, con el intento de generar miedo al otro, que pueden ser los inmigrantes, las minor¨ªas o los extranjeros. Es una pol¨ªtica con mucho mensaje pero poca sustancia, carente de verdaderas soluciones a los problemas econ¨®micos y sociales de nuestros pa¨ªses. Su idea central es un llamamiento al consuelo de las viejas identidades, los viejos modos de pensar y las viejas estructuras. Por desgracia, en estos momentos todo eso est¨¢ teniendo ¨¦xito en las urnas.
Tal vez no debe sorprendernos, porque, como descubri¨® el Partido Laborista brit¨¢nico, para su desgracia, el verano pasado, los partidos progresistas que defienden lo que han hechoy son incapaces de modernizar su programa para afrontar el futuro ofrecen, muchas veces, una imagen de gestores m¨¢s que de motores del cambio, y un mensaje que parece poco m¨¢s que la promesa de gestionar el declive mejor que sus rivales.
El empe?o en la defensa de los logros anteriores no solo coloca a los progresistas en el lado equivocado de la dicotom¨ªa entre futuro y pasado, sino que agrava la fragmentaci¨®n del voto progresista. Mientras se aplacan los temores de los privilegiados empleados del sector p¨²blico y los puestos de trabajo protegidos por los sindicatos, se ignoran los ruegos de los j¨®venes, los desempleados y los que aspiran a un futuro m¨¢s sostenible e integrador. Y, aunque no es muy probable que estos grupos, en Europa, voten a la derecha populista, s¨ª lo es que acaben no votando a nadie.
A la larga, pues, los progresistas no tienen m¨¢s remedio que presentar un programa nuevo, que tranquilice a los grupos tradicionales y tienda la mano a otros nuevos. En resumen, para construir una nueva coalici¨®n de progreso deben avanzar m¨¢s all¨¢ del conservadurismo progresista.
Para ello, dicho programa no solo debe incluir la inversi¨®n en los sectores econ¨®micos del futuro, sino que debe ofrecer m¨¢s oportunidades de movilidad social y reconocer que la mejora de la calidad de vida de muchos ciudadanos exige nuevas instituciones que les permitan contribuir al bien com¨²n de la forma que ellos prefieran. Los ciudadanos deben poder invertir personalmente en sus comunidades.
Ahora bien, los espa?oles a los que, como a Rajoy, les seduzca la noci¨®n de Gran Sociedad de David Cameron como sustituta del Estado, deben tener cuidado; las sociedades fuertes solo prosperan cuando cuentan con el apoyo de un Gobierno fuerte e innovador. El Estado y la sociedad deben apoyarse mutuamente, no sustituirse. Una era de nuevas oportunidades necesitar¨¢ un papel mucho m¨¢s fuerte del Estado para conseguir que nuestras econom¨ªas sean m¨¢s competitivas mediante inversiones a largo plazo en educaci¨®n, infraestructuras energ¨¦ticas y transporte y la creaci¨®n de empleos bien remunerados.
Del mismo modo, la construcci¨®n de sociedades m¨¢s cohesionadas y sostenibles depender¨¢ de que el sector p¨²blico sea capaz de hacer las inversiones sociales adecuadas y crear nuevas instituciones que movilicen y canalicen la energ¨ªa de los ciudadanos deseosos de contribuir al bien com¨²n.
Las l¨ªneas divisorias para el futuro est¨¢n trazadas. Es hora de que los progresistas se libren de sus miedos conservadores y luchen por el ma?ana.
Matt Browne es colaborador del Center for American Progress y de la Fundaci¨®n IDEAS. Carlos Mulas-Granados es profesor de Econom¨ªa de la UCM y director de la Fundaci¨®n IDEAS. Ha dirigido el estudio del FMI Regaining Control After the Storm: Debt Sustainability Following Banking Crises. (www.imf.org). Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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