Miles de mexicanos se echan a la calle para clamar contra la violencia
La polic¨ªa halla 59 cad¨¢veres en varias fosas comunes en el norte del pa¨ªs
Sobre una camioneta desvencijada, firmemente apoyado en su dolor, el poeta Javier Sicilia sacudi¨® la tarde del jueves el alma de M¨¦xico al plantear un dilema tremendo que ¨¦l acaba de sufrir en carne propia: ?qu¨¦ somos cuando nos matan a un hijo? "No se es hu¨¦rfano ni viudo", respondi¨®, "se es simple y dolorosamente... nada".
Desde que, a finales de 2006, el presidente Felipe Calder¨®n lanz¨® su batalla frontal contra el crimen organizado, M¨¦xico ha perdido a 40.000 de sus hijos, de los que 9.000 est¨¢n a¨²n por identificar y 5.000 contin¨²an desaparecidos. Sus asesinos, en el 98% de los casos, siguen libres, porque el sistema judicial no funciona, las corporaciones policiales siguen estando infiltradas por los criminales, y el Ej¨¦rcito, abocado a luchar con los narcotraficantes en plena calle y con armas de guerra, provoca cada vez m¨¢s v¨ªctimas inocentes. De ah¨ª que el jueves, espoleados por el dolor del poeta, miles de mexicanos salieran a la calle para proferir un grito que, en el habla de M¨¦xico, expresa el hartazgo extremo: "?Estamos hasta la madre!".
Desde 2006, 40.000 personas han sido asesinadas y han desaparecido 5.000
El epicentro de la protesta que recorri¨® 20 de los 32 Estados de M¨¦xico parti¨® de Cuernavaca, la capital de Morelos, en el centro del pa¨ªs. All¨ª fueron encontrados hace unos d¨ªas los cuerpos de siete personas torturadas y despu¨¦s asfixiadas. Entre ellos, el de Juan Francisco Sicilia, de 24 a?os, hijo del escritor, quien recibi¨® la noticia en Filipinas. En el avi¨®n de regreso, Javier Sicilia escribi¨® un ¨²ltimo poema dedicado a su hijo: "No puedo escribir m¨¢s poes¨ªa. La poes¨ªa ya no existe para m¨ª". Su firme decisi¨®n de defender hasta las ¨²ltimas consecuencias la honra y la memoria de su hijo -algo de lo que carecen la mayor¨ªa de las v¨ªctimas, ensuciadas por la sospecha y la impunidad-, ha prendido como una mecha en M¨¦xico. No se trata solo de protestar por el asesinato del hijo de Javier Sicilia, sino por ponerle cara a tanto dolor acumulado. Como tan bien expresaba una de las pancartas que se pasearon por las calles de M¨¦xico: "Algunos padres son poetas. Todos los hijos son poes¨ªa".
Durante la marcha, Javier Sicilia puso la primera piedra de un movimiento social en el que, con mucha nitidez, se se?ala a los criminales como responsables principales de la tragedia diaria, pero, a la vez, se acusa a las autoridades de complicidad e ineptitud. Un ejemplo muy claro fue el discurso que, frente a la 24 Zona Militar, dirigi¨® Sicilia al Ej¨¦rcito: "No los quer¨ªamos a ustedes en las calles. Ya son cuatro a?os de guerra y, lejos de disminuir, el consumo y tr¨¢fico de drogas ha aumentado. Lejos de sentirnos seguros, nos sentimos con miedo y coraje ante la impotencia de verlos pelear en nuestras calles". Pero, tras la cr¨ªtica, el ciudadano Sicilia se dirigi¨® sin intermediarios a su Ej¨¦rcito para ofrecerle una salida, un limpio pacto c¨ªvico: "Les devolveremos la confianza cuando dejen de mirarnos como meras estad¨ªsticas de guerra y cuiden las sagradas vidas de los j¨®venes".
M¨¢s duro fue Sicilia con los pol¨ªticos. Los que marcharon con ¨¦l por las calles de Cuernavaca tuvieron la sensaci¨®n de que la historia se repite. Cambian los Gobiernos, pero no las actitudes. Ni la impunidad. Cuando a¨²n no se sabe qui¨¦nes mataron el pasado verano a 72 inmigrantes en el norte?o Estado de Tamaulipas, el pasado mi¨¦rcoles fueron localizados en el mismo lugar los cuerpos de 59 personas en varias fosas comunes. En ninguno se hall¨® documentaci¨®n alguna, por lo que la polic¨ªa cree que se tardar¨¢n varios d¨ªas en identificar los cad¨¢veres. Hay 11 detenidos en relaci¨®n con estos hechos, informa Efe.
El poeta anunci¨® que se plantar¨¢ frente al Gobierno de Morelos hasta el d¨ªa 13. Ese es el plazo que ofrece a las autoridades para que detengan a los asesinos de su hijo. "A los verdaderos", aclar¨®. Sicilia no quiere sangre inocente en sus manos, falsos asesinos, chivos expiatorios. Si, el d¨ªa 13, la polic¨ªa no es capaz de detener en buena ley a los culpables, los que marcharon por las calles de M¨¦xico est¨¢n dispuestos a resucitar el grito que el empresario Alejandro Mart¨ª acu?¨® cuando, en 2008, unos secuestradores mataron a su hijo. Un grito que, se?alando fijamente a las autoridades, dec¨ªa: "Si no pueden, renuncien".
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