La ultraderecha inexistente
En teor¨ªa la ultraderecha no existe en nuestro pa¨ªs. En teor¨ªa ning¨²n medio de comunicaci¨®n ampara o protege pensamientos totalitarios. En teor¨ªa ninguna fuerza pol¨ªtica se nutre de las barrabasadas ideol¨®gicas del extremismo derechista.
En teor¨ªa, en la senda de la democracia, no hay veh¨ªculos conduciendo a contramano. Solo alg¨²n despistado ocasional, alg¨²n loco que ejerce por libre y que comete excesos. Sin embargo, a la vista de la recopilaci¨®n que Jose Mar¨ªa Izquierdo ha realizado, no solo hay mucha ideolog¨ªa ultraderechista circulando en las autopistas de la comunicaci¨®n sino que tiene su propio c¨®digo de circulaci¨®n y su hoja de ruta.
En primer lugar, para esta nueva ultraderecha medi¨¢tica el ejercicio democr¨¢tico del poder de cualquier otra fuerza que no sea el PP, es una "suplantaci¨®n, falsificaci¨®n, pucherazo o directamente golpe de Estado". Todos comparten, por ejemplo, que Zapatero gan¨® las elecciones por "un choque de trenes" o por "un atentado que se perpetr¨® para echar al PP del poder y cambiar radicalmente la historia de Espa?a". El poder, de forma natural, pertenece a la derecha y la izquierda solo lo ejerce como anomal¨ªa hist¨®rica.
No, no existe la ultraderecha pero mantienen una idea de Espa?a como unidad de destino en lo universal y los nacionalistas les parecen "indeseables, canallas, ratas, pendejos o energ¨²menos". Creen que la "mitad de la poblaci¨®n de Euskadi es terrorista", Catalu?a, "un horror"; y que la izquierda "tiene un 80% o 90% de coincidencias ideol¨®gicas con ETA", por eso estampan su sello en la cara de Zapatero. No se consideran racistas, no, pero los ind¨ªgenas latinoamericanos como Evo Morales les resultan lo "m¨¢s parecido a un chimpanc¨¦" y la celebraci¨®n de una Conferencia Africana les recuerda "a los negritos de la canci¨®n del Cola Cao". Cualquier atisbo de solidaridad es altamente sospechosa y denuncian que Espa?a se ha llenado de ONG que son el h¨¢bitat natural de "los pijos, los caraduras, gilipollas y gorrones".
Son radicalmente antifeministas, aunque tienen su altarcito de devoci¨®n dedicado a Esperanza Aguirre o a Rita Barber¨¢. El resto de las mujeres pol¨ªticas son "feas y vociferantes", a excepci¨®n de Carme Chac¨®n, que aceptan "como animal de compa?¨ªa", y de Leire Paj¨ªn, a la que denigran como "actriz porno, de las depravadas". No se privan de comentar "el culo resping¨®n" de tal o cual ministra aunque en general creen que las mujeres de izquierdas son "tiorras, desorejadas o monstruas", incluidas las hijas del presidente, "unos callos horrorosos". Consideran que la igualdad de g¨¦nero es una estafa y que hay "un mill¨®n de hombres procesados que son v¨ªctimas" de la venganza de estas "arp¨ªas sin compasi¨®n". No est¨¢n tampoco, a respetar a "la panda de homosexuales", "abreculos" o "sebosos" que son los verdaderos enchufados de la democracia.
No. No existe ultraderecha pero estos conductores de masas consideran el franquismo como un r¨¦gimen de "lo m¨¢s normal", una ¨¦poca de paz que adem¨¢s "era divertida y libre". Les enerva la Ley de la Memoria Hist¨®rica e invocan la cruz y la espada para cerrar la puerta del pasado. Incluso a?oran los usos del franquismo en los que la iniciaci¨®n sexual se hac¨ªa "foll¨¢ndose a la criada", como debe ser, y no con manuales de "mapachichi".
Nos preciamos en nuestro pa¨ªs de no tener una ultraderecha con presencia pol¨ªtica, pero sus consignas ocupan metros cuadrados de peri¨®dicos y horas completas de programaci¨®n, con un lenguaje ante el que palidecen las ultraderechas francesas u holandesas. Incluso, inocentemente, agradecemos al PP que haya absorbido a los militantes de la extrema derecha espa?ola. No nos damos cuenta de que el coste, quiz¨¢, es que veamos a alg¨²n destacado ultraderechista sentado en el Consejo de Ministros o dirigiendo los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos. Nos re¨ªmos de su frikismo, pero, como dicen en las redes juveniles, "no te r¨ªas de un friki porque puede ser tu pr¨®ximo jefe". No son pocos ni est¨¢n locos. Sirven a su se?or. Ser¨ªa mejor que salieran a la escena p¨²blica y que el PP aclare su relaci¨®n con ellos, definitivamente.
PD. Los entrecomillados, de los que me averg¨¹enzo, son absolutamente literales.
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