La laicidad, objetivo de la democracia en Espa?a
En el siglo XXI es un signo de la cultura pol¨ªtica y jur¨ªdica pulsar, sobre todo desde partidos de izquierdas o de centro izquierda, el proceso de secularizaci¨®n, cuya ¨²ltima meta es la laicidad, entendida como una situaci¨®n pac¨ªfica y generalmente aceptada por la sociedad.
La exigencia deriva de las l¨ªneas que van identificando y se?alando las perspectivas de desarrollo de la modernidad y que arrancan de la ruptura de la unidad religiosa con la aparici¨®n en el siglo XVI de los protestantismos, con la secularizaci¨®n de la pol¨ªtica desde Maquiavelo y de la moral desde Pufendorf y Tomasio en el siglo XVII. En la misma l¨ªnea se desmonta por Hugo Grocio el Derecho Natural cl¨¢sico, subordinado a la teolog¨ªa, al afirmar que existir¨ªa aunque Dios no existiera y que lo descubrimos por la raz¨®n aplicada a la naturaleza humana. Todos son caminos que nos conducen a un mundo moderno secularizado donde Dios todav¨ªa no es puesto en cuesti¨®n pero que queda como el relojero que ha construido el aparato del mundo, que funciona por s¨ª mismo.
Los Gobiernos de Zapatero han contemporizado demasiado con los peores usos clericales
Solo la Iglesia cat¨®lica se mantiene en la l¨ªnea de la tradici¨®n que arranca de las concepciones aristot¨¦lico-tomistas del mundo y de la vida. El s¨®lido mecanismo ¨¦tico de la salvaci¨®n que necesita de los dos pilares inseparables de la gracia que se produce por el sacrificio de Cristo en la Cruz y de la libertad, que necesita de las obras humanas, sigue siendo el suyo, pero es un dualismo que quiebra a partir del tr¨¢nsito a la modernidad.
Las ¨¦ticas modernas ser¨¢n las del protestantismo y las del humanismo laico. Las primeras son ¨¦ticas solo de la gracia y la segunda solo de la libertad. Por un capricho de la historia, ambas, tan alejadas te¨®ricamente, coincidir¨¢n en la pr¨¢ctica en la fase del trabajo mundanal y en el fondo secularizado. Los protestantes se salvan porque est¨¢n predestinados y los humanistas laicos prescinden progresivamente de la divinidad. As¨ª ambos se proyectar¨¢n en la sociedad y en la realizaci¨®n de proyectos seculares y buscar¨¢n para ello una ¨¦tica secularizadora, en la que podr¨¢n coincidir, sin necesidad del apoyo ni de Dios ni de las Iglesias. La ¨¦tica individual, la que conduce a cada uno a la virtud, al bien, a la felicidad o a la salvaci¨®n, sea religiosa o laica, queda al margen de la construcci¨®n social y de los fines de la pol¨ªtica y del Derecho, puede tener una extensi¨®n social pero no es elemento relevante para la formaci¨®n de los mecanismos de decisi¨®n que orientar¨¢n el desarrollo de las sociedades modernas.
Con esta perspectiva, las ideas de participaci¨®n, de consentimiento, de derechos humanos, de Constituci¨®n y de Democracia, se situar¨¢n en las perspectivas de la secularizaci¨®n y de la laicidad e ir¨¢n formando una ¨¦tica propia que ya no es la privada, sino la ¨¦tica de las instituciones de los procedimientos, de los valores, de los principios y de los derechos, la ¨¦tica de los ciudadanos como tales, que bebe de esas tradiciones morales, protestantes y del humanismo laico, que arrastran tradiciones libertinas, ilustradas, positivistas, cient¨ªficas, darwinistas y republicanas. La escuela y las instituciones p¨²blicas son el ¨¢mbito donde se desarrolla, desde el respeto a la libertad de conciencia, la supremac¨ªa de la raz¨®n. La III Rep¨²blica francesa fue ¨¢mbito donde esa ideolog¨ªa se fragu¨® y cristaliz¨®, con autores como Gambetta, Ferry, Barthou, Waldeck- Rousseau, entre otros.
Ese esp¨ªritu laico, es hoy el de Europa coexistiendo con una Iglesia cat¨®lica que vuelve por sus fueros y por su prepotencia desde Juan Pablo II hasta el Papa actual.
Espa?a ha sido una de las grandes perjudicadas del clericalismo, y lo ha sufrido en sus carnes antes del franquismo, durante el franquismo y con la democracia, cuando todav¨ªa hay demasiada contemporizaci¨®n con los peores usos clericales. Hay muchos aspectos pendientes y el gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero consiente demasiado pensando que es una buena f¨®rmula ?Craso error!. En cuanto se les presenta la ocasi¨®n, como en estas elecciones auton¨®micas, dicen que no se puede votar a partidos que apoyan el divorcio, el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Todav¨ªa hay tiempo y pido al PSOE y a su Gobierno que se decidan a tomar medidas que se sit¨²en claramente en la l¨ªnea debida. Al menos dos medidas, derogaci¨®n de los acuerdos con la Santa Sede y supresi¨®n de la ense?anza reglada de la religi¨®n deben ser tomadas. ?Todav¨ªa se puede hacer!
No podemos ser tan ingenuos como para pensar que la inacci¨®n por nuestra parte va a ser respondida con la neutralidad y el juego limpio. Eso solo ocurri¨® con Juan XXIII y con Pablo VI. Despu¨¦s las cosas volvieron a su cauce tradicional y la deslealtad a las autoridades civiles volvi¨® a ser la regla. Son partidarios de todo lo que representa Do?a Esperanza y no se puede esperar nada. Cuanto m¨¢s se les consiente y se les soporta, peor responden. Solo entienden del palo y de la separaci¨®n de los campos. Un Estado libre y una Iglesia libre, cada uno en su ¨¢mbito y sin que puedan tener ning¨²n ¨¢mbito exento, ni ning¨²n privilegio. Pactar con ellos desde la buena fe es estar seguro de que se aprovechar¨¢n todo lo que puedan.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es fundador y exrector de la Universidad Carlos III de Madrid
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