Por qu¨¦ voy al cole con velo
Habla la protagonista de la ¨²ltima pol¨¦mica sobre el 'hiyab' - "No quiero que otras ni?as pasen por esto", dice la menor, que se enfrenta a una expulsi¨®n
El director ley¨® en clase el nuevo reglamento tras las vacaciones de Navidad. "Por respeto a los dem¨¢s" no se pueden llevar en las aulas "boinas, viseras, pa?os en la cabeza" ni prendas "que la cubran". Sentada en su pupitre de un colegio de Primaria de Arteixo, una alumna de 12 a?os (a la que llamaremos I. para preservar su intimidad) no se dio por aludida. "Lo ley¨® hasta cuatro veces y me repet¨ªa: '?Entiendes? ?Entiendes?", recuerda ella. "Pero no dice que no se puedan llevar s¨ªmbolos religiosos", replic¨® ataviada con un hiyab (velo isl¨¢mico).
Es viernes 1 de abril. La misma ni?a, con un pa?uelo decorado con anclas que no deja un pelo fuera, saluda a su padre desde la ventana que da al patio. Es gallega de padres marroqu¨ªes y la ¨²nica musulmana de su clase. Arteixo, localidad obrera sede de una de las principales f¨¢bricas de Zara, a 15 kil¨®metros de A Coru?a, tiene la mayor comunidad musulmana de Galicia. Son medio millar de sus 30.000 habitantes. Ahora, el municipio es tambi¨¦n conocido por la ¨²ltima pol¨¦mica sobre aulas y s¨ªmbolos religiosos, como ocurri¨® en 2010 en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid), donde la joven Najwa fue trasladada de instituto.
Una sanci¨®n del centro impide a la menor, de 12 a?os, hacer extraescolares
De momento, el velo de I. le impide hacer actividades extraescolares por acumulaci¨®n de sanciones leves. El 2 de febrero llor¨® cuando el centro le prohibi¨® ir a la televisi¨®n p¨²blica gallega para participar en un concurso con sus compa?eros. "Me hac¨ªa tanta ilusi¨®n... ", dice suave con un marcado acento gallego y sus enormes ojos marrones fijos. ?Y compensa? "Mi madre lleva velo y lo he aprendido desde peque?a, quiero luchar por mi religi¨®n", responde.
La menor se enfrenta a una posible expulsi¨®n por el segundo expediente abierto por el Consejo Escolar -la tramitaci¨®n del primero fue err¨®nea- que achaca a ella y a su velo un comportamiento "gravemente perjudicial para la convivencia del centro". Y todo a tres meses de acabar el curso e ir al instituto, donde otra alumna va con hiyab sin problemas. En su antiguo colegio, situado a pocos metros, I. lo llev¨® el curso pasado sin complicaciones. ?No es una contradicci¨®n? "Los consejos escolares aprueban sus normas de r¨¦gimen interno y nosotros las respetamos", defiende Jes¨²s Oitav¨¦n, secretario de la Conselleria de Educaci¨®n. La Xunta (PP) respalda la actuaci¨®n del colegio. La alcaldesa de Arteixo, Pilar Souto (PSOE), reclama que prime el derecho a la educaci¨®n de la ni?a, que se la a¨ªsle de la pol¨¦mica y se respete su decisi¨®n.
Redouane, padre de la menor, asegura que intentaron disuadirla para que dejara su cabeza al descubierto hasta acabar el curso. No quiso. "Yo la entend¨ª. Es como decirle a alguien toda la vida que no fume y darle despu¨¦s un cigarro", asegura el progenitor, un vendedor ambulante de 45 a?os de Casablanca. ?l explica que una musulmana debe cubrirse el pelo delante de cualquier hombre susceptible de ser su marido. A?ade que hay mujeres que no se lo ponen. "Mi hija y mi mujer deciden por s¨ª mismas", asegura. ?Y si su esposa se lo quita? "Me cas¨¦ con ella con velo", zanja.
I. sale de clase con sus amigas. Lleva un vestidito rosa de Zara y unas mallas grises. Est¨¢ contenta porque ha visto una pel¨ªcula. Sus asignaturas favoritas son las matem¨¢ticas y el ingl¨¦s. Hace gimnasia con un hiyab especial que parece un pasamonta?as. El padre la recoge y se despide. Va a rezar con su hijo peque?o y la ni?a, a casa con la madre. La siguiente cita es para comer.
Entrar en el sal¨®n de la casa de I. es como viajar a Marruecos. "Trajimos los muebles de Casablanca", explica Redouane. Hay dos sof¨¢s rojos con cojines amarillos y una mesa baja cubierta con varios manteles para los manjares. Todos los comensales, menos la periodista, son hombres: cuatro amigos y familiares, el abogado y el asesor del caso. La madre de la ni?a no sale ni una sola vez de la cocina en todo el almuerzo, que lleva preparando desde la tarde anterior. Su hija y su marido sirven el arroz con pi?a, langostinos y d¨¢tiles, refrescos, pollo especiado y empanadillas de pescado.
Cuando llega el fot¨®grafo, tres horas despu¨¦s, la mujer sale de la cocina para posar en familia. Se llama Asmaa, es hermosa y huele a perfume. Con 34 a?os, lleg¨® a Arteixo hace 13 a?os tras casarse y abandonar su carrera de maniqu¨ª, relata. Ahora se dedica solo a su familia. Su espa?ol, que asegura haber aprendido con la televisi¨®n, es muy rudimentario. "?T¨² con Madrid?", dice para conocer la procedencia de la visita.
La familia sale a la terraza para las fotos. Desde el piso se ve la piscina comunal a la que nunca baja la madre de I. "No, yo no, por religi¨®n. Solo voy a la de mi hermano en Casablanca", explica. La ni?a lleva el velo de forma intermitente desde que jugaba con ¨¦l a los seis a?os. Ahora que ya es definitivo, dice, la piscina tampoco es para ella. Sentada en una salita con otro sof¨¢ marroqu¨ª, habla de sus amigas. Juegan en el parque y dan paseos. A veces van al cine de A Coru?a. En su pandilla de Arteixo no hay musulmanas. A las dem¨¢s les gusta Justin Bieber, Hannah Montana o la serie musical Patito Feo. "Yo prefiero escuchar m¨²sica ¨¢rabe", descarta.
Un p¨®ster de dos ni?as rezando delante de La Meca y otro de fiestas gallegas presiden su habitaci¨®n. Practica aer¨®bic y le gusta el baile moderno. Charla mucho por el chat con sus primas mayores de Casablanca, de 17 y 14 a?os y velo desde los 10. Su sue?o es ser periodista -"para seguir las historias de otros"- o maestra: "Me gusta corregir ex¨¢menes". A veces habla como una adulta.
La madre sigue la charla desde el otro sof¨¢. ?Qu¨¦ opinan ellas de quienes dicen que el velo es un s¨ªmbolo de sumisi¨®n? "No tengo palabras", dice Asmaa. I. se queda pensando: "No, con el Islam la mujer puede llevar oro y el hombre, no. La mujer es m¨¢s que el hombre", afirma. El padre, que entra y sale de la sala, cree que el hiyab es "un motivo de orgullo" para las musulmanas.
Los hombres beben t¨¦ en el sal¨®n. Y la ni?a invita a la visita a un paseo por el pueblo. La primera parada es para comprar chucher¨ªas. Pasa por el parque donde no ve a sus amigas ("est¨¢n en las clases extraescolares, yo no puedo"). Casi nadie repara en su velo. Solo un chico lo mira con cara extra?ada en la biblioteca sin que ella lo note. En los primeros d¨ªas de la pol¨¦mica, algunos compa?eros de clase le dijeron: "Vete a tu pa¨ªs". Pero ella es espa?ola. Y musulmana, ni?a, estudiante y aspirante a periodista o maestra. Ahora, adem¨¢s, es la ¨²ltima abanderada de la lucha por el hiyab en las aulas: "Quiero zanjar este asunto y que ninguna otra ni?a pase por esto", dice mordiendo una gominola. Su madre, que espera en el sal¨®n, se ha quitado el velo porque ya no hay hombres en casa.
Lo ¨²ltimo del 'caso Najwa'
El precedente m¨¢s reciente de la historia de I. es el caso de Najwa, alumna de un instituto de Pozuelo de Alarc¨®n que tuvo que cambiar de centro hace un a?o por llevar hiyab. Una vez agotada la v¨ªa administrativa, el abogado y profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona Iv¨¢n Jim¨¦nez Aybar y el asesor Juan Ferreiro -que llevan este caso y el de Arteixo- presentaron el 29 de marzo una demanda ante en el Juzgado Contencioso Administrativo 32 de Madrid. En ambos casos apelan al derecho fundamental de las menores a ejercer su libertad religiosa. Quieren que haya una sentencia que zanje por fin el debate y evite el goteo de casos. "Tardar¨¢ a?os, es previsible que los casos contin¨²en hasta el Supremo o el Constitucional", considera Jim¨¦nez Aybar.
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