"Le puso una taladradora en la nuca"
Otra familia acusa de pasividad al mismo colegio al que se le impuso la condena m¨¢s dura que ha recibido un centro por tolerar el acoso
Cuando la madre abri¨® el correo electr¨®nico, el mi¨¦rcoles pasado, le dio un vuelco el coraz¨®n. Su hija mayor le hab¨ªa enviado una noticia sobre la condena al colegio concertado Amor de Dios de Alcorc¨®n por no haber tomado medidas para proteger a un ni?o del acoso escolar, la de mayor cuant¨ªa impuesta en Espa?a. El Amor de Dios, que deber¨¢ pagar a este menor 40.000 euros por da?os y perjuicios, si as¨ª lo estiman los jueces tras el recurso presentado por el centro, es el mismo en el que su hija peque?a curs¨® de Preescolar a Secundaria. Y el mismo que acab¨® dejando en Bachillerato tras pasarlo, "no mal, sino lo siguiente". "Lo que me indigna es que el colegio diga que no fue un caso de acoso y que nunca se han producido hechos similares, porque no es verdad. Mi hija sufri¨® lo mismo antes", declara la madre, cuya identidad se silencia para proteger la intimidad de la joven. Su hija menor, que ahora tiene 18 a?os, "lloraba d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n" al salir de clase y estuvo cerca de un a?o en tratamiento psicol¨®gico por bullying. Esta indignaci¨®n ha llevado a la madre a denunciar p¨²blicamente el caso, tras no pocas deliberaciones en familia sobre la conveniencia o no de dar el paso. La propia afectada, que estudia en el extranjero, ha pedido a sus padres que lo hagan.
El centro dice que la actuaci¨®n fue "la correcta" porque se sancion¨® al ni?o
Seg¨²n la madre, empez¨® a sufrir vejaciones con 10 a?os, en 5? de Primaria, por parte de un compa?ero de clase: "Le cambi¨® el nombre por uno humillante, la pellizcaba, la pon¨ªa en rid¨ªculo". El "primer episodio gordo" se produjo cuando, jugando al f¨²tbol, metieron un gol a la ni?a. "Este ni?o estamp¨® la cabeza a mi hija contra un muro de hormig¨®n", aunque ella se enter¨® cuando fue a recogerla y le vio el tremendo chich¨®n. La llevaron a la cl¨ªnica Montepr¨ªncipe, donde la diagnosticaron un "traumatismo craneal" y la medicaron.
Esa tarde, se pusieron en contacto con el colegio. "La directora de Primaria prometi¨® que le iban a castigar con tres d¨ªas de expulsi¨®n", cuenta la madre. Sin embargo, "no le expulsaron ni un d¨ªa, y todo qued¨® en agua de borrajas" porque "era muy peque?o y se le pod¨ªa reconducir", pero si le sancionaban "tendr¨ªa para siempre un borr¨®n en el expediente". "No tomaron medidas, no hicieron caso de nada", se lamenta la madre. Mientras, su hija cambi¨®: "Era muy cari?osa y feliz y se volvi¨® irritable, retra¨ªda, insegura". Y "el ni?o sigui¨® igual, pincha que te pincha", contin¨²a la madre, que ve¨ªa triste a su hija sin saber qu¨¦ hacer, a qui¨¦n acudir, hasta que ocurri¨® el "segundo incidente gordo" en 3? de la ESO, un a?o antes de que se iniciaran los tres a?os de acoso al otro menor que reconoce la sentencia.
"Mi hija lleg¨® aterrada, llorando, descompuesta". Seg¨²n les cont¨® la menor, que ten¨ªa ya 14 a?os, el mismo ni?o que la hab¨ªa estampado contra el muro le hab¨ªa puesto "una taladradora en la nuca en funcionamiento y con la broca puesta" en clase de Tecnolog¨ªa. "Se le enred¨® en el pelo y porque intervino una compa?era, que si no le taladra la cabeza". A la madre no le parece de recibo que se enterara tambi¨¦n por su hija de "un hecho tan grave", que para ella fue un "hasta aqu¨ª hemos llegado". Denunciaron al ni?o en la Comisar¨ªa de Alcorc¨®n, pero "no sirvi¨® de nada". La Fiscal¨ªa de Menores archiv¨® el caso porque, como no ten¨ªa 14 a?os -le faltaba un mes-, era inimputable. "El colegio no estaba por la labor de hacer nada de nada, no nos hac¨ªan ning¨²n caso, aseguraban que era un hecho pasajero y nos daban largas", explica la madre, que no par¨® hasta conseguir que cambiaran al agresor de aula. "Les amenac¨¦ con todo, con denunciar el caso a la prensa, a la Comunidad de Madrid, al Defensor del Menor, donde hiciera falta. Nos pusimos muy serios y fue una pelea constante con el colegio, que aseguraba que nunca hab¨ªa pasado antes, que era un hecho aislado sin mayor trascendencia...". Cuatro d¨ªas despu¨¦s, el tutor les comunic¨® que cambiar¨ªa de grupo. "Pero en lugar de comunicarlo oficialmente, recalcando que la culpa la ten¨ªa el ni?o, fue el ni?o el que dijo a toda la clase que le cambiaban y que la culpable era nuestra hija", asegura la madre, que denuncia una "absoluta falta de previsi¨®n, dejadez, inhibici¨®n e incompetencia" de la direcci¨®n. La consecuencia fue que a su hija la rode¨® la mitad de la clase en el primer y el segundo descanso y "la insultaron y le dieron collejas".
Los padres presentaron una denuncia ante la Inspecci¨®n Educativa, que les contest¨® con un relato de las medidas tomadas por el centro -expulsi¨®n un d¨ªa y cambio de grupo- y la recomendaci¨®n de "volver a la normalidad". Finalmente, al ni?o le llevaron a otra aula, pero a esas alturas de la pesadilla la ni?a estaba "aterrada, hundida, no quer¨ªa volver nunca m¨¢s" y sus padres la llevaron al psic¨®logo. En el centro m¨¦dico Los Castillos le diagnosticaron "acoso escolar" que le ocasionaba "miedo al colegio y deseo de escapar". Estuvo casi un a?o en tratamiento. "El Bachillerato lo hizo en La Salle y fue el d¨ªa y la noche", sentencia la madre, que subraya que es cat¨®lica. Sobre la condena, considera que "por fin se ha hecho justicia", al tiempo que se arrepiente de no haber denunciado por la v¨ªa civil sino por la penal, pero no se sintieron "respaldados por nadie".
Desde el colegio, su directora, sor Ascensi¨®n, explica que no estaba en el cargo cuando ocurrieron los hechos, por lo que no puede decir nada al respecto. Pero le "cuesta concebir que sea cierto", a lo que a?ade que "a r¨ªo revuelto, ganancia de pescadores". Por su parte, David P¨¦rez Carmona, director de Secundaria entonces y ahora, recuerda perfectamente el caso, aunque niega que se tratara de acoso escolar. "Acoso no hubo, s¨ª provocaci¨®n y reiteraci¨®n, pero hay varios a?os de diferencia entre un suceso y otro", matiza, al tiempo que subraya que el taladro "no produjo ninguna herida a la ni?a". En su opini¨®n, la actuaci¨®n del centro fue "la correcta", ya que "se atendi¨® a la familia, se reuni¨® a la comisi¨®n de convivencia, se habl¨® con la Inspecci¨®n Educativa y se decidi¨® de acuerdo con ellos cambiar al ni?o de clase". No fue "por exigencias de los padres", sino por su propio "convencimiento". A su juicio, "el ni?o recibi¨® su castigo", "una de las medidas m¨¢s estrictas que se pueden tomar" aparte de la expulsi¨®n, y los padres de la ni?a "quedaron satisfechos".
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