Moliner melanc¨®lica
Escribi¨® "el diccionario m¨¢s completo, m¨¢s ¨²til, m¨¢s acucioso y m¨¢s divertido de la lengua castellana", "m¨¢s de dos veces m¨¢s largo que el de la Real Academia y", a mi juicio, "m¨¢s de dos veces mejor". La opini¨®n es de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, nada menos. Fue ¨¦l tambi¨¦n quien populariz¨® la imagen de Mar¨ªa Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900-Madrid, 1981) como un ama de casa que trabajaba en la mesa de la cocina. No era, especifica Inmaculada de la Fuente en esta impecable biograf¨ªa, la de la cocina, sino la del comedor, porque no ten¨ªa otra; en el domicilio madrile?o de Moliner hab¨ªa un despacho, pero era, naturalmente, para su marido, catedr¨¢tico de F¨ªsica (que apenas lo usaba porque trabajaba en Salamanca). Hija de clase media, pero con muchos apuros econ¨®micos (su padre, m¨¦dico, se fue a Argentina y no volvi¨®, abandonando a la esposa y los tres hijos), Mar¨ªa fue un producto t¨ªpico de la Rep¨²blica: educada en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, form¨® parte de la primera generaci¨®n de espa?olas que pudieron ingresar en la Universidad -ella se licenci¨® en Historia- y particip¨® con entusiasmo en las Misiones Pedag¨®gicas; es la suya la generaci¨®n del Lyceum Club y la Residencia de Se?oritas, la de "las modernas de Madrid": Rosa Chacel, Maruja Mallo, Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Mar¨ªa Zambrano... Con la victoria franquista de 1939, ¨¦stas tomaron el camino del exilio. Moliner, menos comprometida pol¨ªticamente -era, a la saz¨®n, jefa de la Biblioteca Universitaria de Valencia-, opt¨® por el llamado "exilio interior". El nuevo r¨¦gimen le aplic¨® un pliego de cargos demencial, que este libro reproduce en facs¨ªmil: se le formula por ejemplo la grav¨ªsima acusaci¨®n de haber formado parte de un tribunal de oposiciones... Retrocedi¨® 18 puestos en el escalaf¨®n, y pas¨® el resto de su vida profesional como archivera y bibliotecaria en puestos que De la Fuente califica con sorna de "mezcla de balneario y pudridero". Parad¨®jicamente, ese arrinconamiento resultar¨ªa de lo m¨¢s fruct¨ªfero: a los 52 a?os, con un trabajo rutinario, su marido en Salamanca y sus cuatro hijos ya mayores, Moliner empez¨® a sentir -escribe ella misma- "la melancol¨ªa de las energ¨ªas no aprovechadas". Se le ocurri¨® un proyecto a la vez ambicioso y pol¨ªticamente inofensivo: un "diccionario de uso" al que pensaba dedicar seis meses, y que termin¨® llenando quince apasionados a?os de su vida. Que una sola persona, que ni siquiera era fil¨®loga, hiciese un diccionario mejor que el perge?ado por los cuarenta acad¨¦micos de la RAE tiene bastante gracia. Pero todav¨ªa la tiene m¨¢s el hecho de que los caballeros en cuesti¨®n no se dignaran aceptarla en sus filas, cuando ella lo intent¨® en 1972. "Un asco de misoginia y putrefacci¨®n", exclam¨® Carmen Conde, que unos a?os despu¨¦s (1978) ser¨ªa la primera acad¨¦mica. Moliner se quitaba importancia. "Mi biograf¨ªa es muy escueta, en cuanto que mi ¨²nico m¨¦rito es el Diccionario", escribi¨®, como si el diccionario fuera poca cosa. De la Fuente le ha hecho justicia, con una investigaci¨®n exhaustiva (que tiene la amabilidad de no infligirnos hasta en sus menores detalles, como hacen algunos bi¨®grafos despiadados) y una prosa ¨¢gil y elegante. Aunque tambi¨¦n hay que reconocer que Mar¨ªa Moliner, autora de una obra colosal, tiene sin embargo una vida discreta, de superficie plana; y ese defecto -desde un punto de vista literario no cabe duda que lo es-, ni la mejor biograf¨ªa puede salvarlo.
El exilio interior. La vida de Mar¨ªa Moliner
Inmaculada de la Fuente
Turner. Madrid, 2011
364 p¨¢ginas. 21 euros
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