?Adi¨®s a Schengen?

Precisamente cuando las autoridades italianas aseguraban que ced¨ªa la crisis por la llegada de millares de refugiados ¨¢rabes a las costas del sur del pa¨ªs, huyendo de la violencia en el norte de ?frica, Francia ordenaba ayer el cierre del paso fronterizo por Ventimiglia para los trenes procedentes del norte de Italia. No es dif¨ªcil vincular esta medida, que entra en contradicci¨®n con los acuerdos de Schengen sobre libre circulaci¨®n de personas en el interior de la UE, con la ca¨ªda en picado de la popularidad del presidente Nicolas Sarkozy y la intensa preparaci¨®n por todas las fuerzas pol¨ªticas de las elecciones presidenciales de 2012.

En los ¨²ltimos meses la derechizaci¨®n antiinmigrantes del partido de Sarkozy, la UMP, se ha interpretado universalmente como una tentativa de segar la hierba bajo los pies de la extrema derecha, representada por el Frente Nacional que dirige Marine Le Pen, que ha hecho de los supuestos peligros de la inmigraci¨®n su gran caballo de batalla, y al que las encuestas otorgan notables posibilidades electorales.

El s¨¢bado a¨²n pudo pasar un convoy en el que viajaba una veintena de tunecinos, que hab¨ªan recibido de Italia un permiso de residencia temporal, documento que deber¨ªa garantizar su libre circulaci¨®n, pero ayer domingo Francia no admit¨ªa ya m¨¢s trenes, al tiempo que anunciaba que solo se dejar¨ªa entrar en el pa¨ªs a inmigrantes con pasaporte y que demostraran poseer medios de vida.

Paralelamente, Roma anunciaba que hab¨ªa firmado con T¨²nez un acuerdo para la repatriaci¨®n de todos los nacionales de ese pa¨ªs que llegaran a las costas italianas, y un primer grupo de 333 tunecinos era as¨ª devuelto a su lugar de procedencia. Pero, entretanto, Italia pretende repartir entre los pa¨ªses de la UE a parte de los m¨¢s de 20.000 refugiados que han llegado en las ¨²ltimas semanas, y a los que aloja precariamente en espera de facilitarles documentos para sac¨¢rselos de encima.

El propio presidente de la Comisi¨®n Europea, Herman van Rompuy, hac¨ªa un blando llamamiento a la calma, pidiendo que no se exagerara el alcance de la crisis. Pero, en realidad, se equivocaba de crisis porque por dif¨ªcil de manejar que sea el asunto de la inmigraci¨®n ante opiniones -sobre todo del sur de Europa- crecientemente contrarias a admitir m¨¢s visitantes en tiempo de dificultades econ¨®micas, lo verdaderamente grave es que Francia haga de su capa un sayo y viole los acuerdos contra¨ªdos, como ocurre con el protocolo de Schengen.

La Uni¨®n Europea no atraviesa, de toda evidencia, por el mejor momento de su historia, como atestigua su inane y solo ret¨®rica reacci¨®n ante las revueltas democr¨¢ticas del mundo ¨¢rabe. Todo ello da lugar a una pol¨ªtica puramente bilateral de los Estados, contraria a la construcci¨®n europea, como la intervenci¨®n militar de Francia y Reino Unido en el conflicto de Libia. Y si ahora cae Schengen, habr¨¢ que preguntarse para qu¨¦ existe la Uni¨®n de los Veintisiete.