Solo f¨²tbol, y del bueno
Por encima de debates extrafutbol¨ªsticos, Bar?a y Madrid, dos grandes multinacionales de su deporte, proponen un pulso extraordinario entre dos m¨¦todos y dos culturas
No hay mayor trama futbol¨ªstica que la que se decide en una ruleta. Y la Copa, como la final de otros grandes torneos, lo es. Tambi¨¦n es un dep¨®sito de sentimientos, una intriga que desborda las pasiones que ya de por s¨ª suscita este juego. Y m¨¢xime si se retan Bar?a y Real Madrid, dos grandes multinacionales del f¨²tbol, dos m¨¦todos, dos estilos, dos culturas.
Uno, el club azulgrana, como gran seductor de este deporte en estos tiempos, vivero de la selecci¨®n espa?ola campeona del mundo, que defiende un ideario por encima de todo. Otro, el club madridista, reserva hist¨®rica de este deporte, que se ha capitalizado sin regateos para discutir la jerarqu¨ªa coyuntural de su adversario. Un pulso extraordinario en lo deportivo que no merece emponzo?arse con disidencias sobre himnos y banderas, debates cavernarios en los que el f¨²tbol es solo una excusa para remover las cloacas del pasado. Entre Madrid y Bar?a, Mourinho y Guardiola, Cristiano y Messi, solo hay un maravilloso espect¨¢culo en juego. Una fiesta sublime, nada m¨¢s, por mucho que haya quien se empecine en llevar el duelo al paroxismo extradeportivo.
Los azulgrana son el vivero de Espa?a. Los blancos, la reserva hist¨®rica
Ya desde lo futbol¨ªstico la cita tiene un inter¨¦s extraordinario. El Madrid, por discutible que sea incluso para su presidente de honor, Alfredo di St¨¦fano, crey¨® encontrar el pasado s¨¢bado (1-1) un formato con el que evitar otra cornada barcelonista. Y Mourinho, por lo que dijo ayer a los medios de comunicaci¨®n, siente haber salido reforzado. En su imaginario, la militancia madridista ha entendido su estrategia t¨¢ctica, mientras que la prensa es el demonio a exorcizar. El Bar?a, cuyo estilo no admite discusiones internas ni externas, tendr¨¢ que vacunarse tras lo visto en Chamart¨ªn.
La Copa no es un encuentro epis¨®dico. Las finales se juegan para ganar, pero el m¨¦todo importa y una puesta en escena cautivadora no es un simple premio de consolaci¨®n. Al menos as¨ª lo era en este f¨²tbol espa?ol que se enorgullec¨ªa hace solo diez meses tanto del fin en Sud¨¢frica como de los medios. O en aquellos tiempos en los que la Quinta del Buitre, por ejemplo, se gan¨® un merecid¨ªsimo esca?o en la historia pese a su destierro en la Copa de Europa. Con Mourinho al frente, en la diana del Madrid solo existe el resultado. Nada extra?o, para eso fue contratado el entrenador portugu¨¦s, no para crear escuela. El Bar?a, con m¨¢s a?os de recorrido, s¨ª es acad¨¦mico, pero si cediera el liderazgo a su rival en los marcadores tambi¨¦n sentir¨ªa la sacudida.
Uno y otro llegan a la gran cita de Valencia con muchas sospechas tras su vista del pasado s¨¢bado. Guardiola, con Pinto y diez m¨¢s y se supone que con alguna nueva p¨®cima para superar la trinchera que le plantaron a su equipo en el Bernab¨¦u. Y otra para contrarrestar el juego a¨¦reo, en el que el Madrid fue muy superior. Mourinho, por su parte, llega con la veta de Pepe en el dique ya explotada y pens¨¢ndose un truco con Cristiano Ronaldo, al que podr¨ªa hacer jugar como ¨²nico punta para rescatar a ?zil como gu¨ªa. Llegados a ese punto, el Madrid, cuyo entrenador rogaba en enero un ariete, jugar¨ªa su primera final de la temporada con los tres que tiene en el banquillo: Higua¨ªn, Benzema y Adebayor. Pero en la retina del portugu¨¦s tambi¨¦n permanecen los ¨²ltimos minutos del togol¨¦s ante el Bar?a, al que atribuye buena parte del repunte final del equipo en el ¨²ltimo cl¨¢sico. Con el duelo t¨¢ctico de fondo, los dos equipos acuden al segundo asalto de abril tras un primer combate algo camorrista, incluso entre vecinos de Viena y Johanesburgo. En una batalla maratoniana, las cuentas pendientes se acumulan, sobre todo si abunda la pirotecnia externa. Para ello no hay mejor cartel que un simple Bar?a-Madrid, Madrid-Bar?a. Solo f¨²tbol, y del bueno. A disfrutar.
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