El tren de quita y pon
Artesanales vagonetas de bamb¨² recorren Camboya a 40 kil¨®metros por hora como mucho
Adivinanza: ?c¨®mo hacer que se crucen dos trenes en un ferrocarril de una sola v¨ªa que no tiene apartadero ninguno? Muy simple: quitando un instante de los ra¨ªles a uno de los convoyes para que pase el otro. Lo que podr¨ªa aparecer como un chiste bastante malo no lo es, sin embargo, en un pa¨ªs del planeta: Camboya, donde circula todav¨ªa lo que sus habitantes llaman "norry" y los visitantes extranjeros, de manera m¨¢s gr¨¢fica, el "tren de bamb¨²".
Aunque se mantiene hoy en varios tramos del viejo ferrocarril de v¨ªa estrecha que un¨ªa la capital Phnom Penh a la segunda ciudad del pa¨ªs, Battambang, es alrededor de esta ¨²ltima donde el tren de bamb¨² mejor se ha enraizado, si se nos permite esta expresi¨®n forestal especialmente adecuada. Funciona todav¨ªa en varias provincias, pero el m¨¢s conocido circula, sobre una distancia de unos diez kil¨®metros, entre los peque?os pueblos de O Dambong (a media docena de kil¨®metros de Battambang) y O Sralau.
?Viajeros al tren! Va a empezar la peque?a epopeya ferroviaria en la estaci¨®n de O Dambong. Construidas por los colonizadores franceses en 1927, sus instalaciones poco tienen que ver con la nueva Atocha y se limitan hoy a un armaz¨®n destartalado en el que se han instalado a modo de okupas unos vendedores de pa?uelos y recuerdos varios. Pero el convoy nos espera. Tal vez esta palabra, sin embargo, sea demasiado enf¨¢tica: unas l¨¢minas de bamb¨² ligero que sostienen unas transversales de madera configuran una plataforma de tres metros sobre dos que se asienta sobre dos peque?os ejes con ruedas met¨¢licas. Atr¨¢s, un peque?o motor de seis caballos que empieza a rugir cuando el conductor tira de una cuerda, a la manera de un cortac¨¦sped.
Sobre alfombras
Los viajeros (una quincena como m¨¢ximo y menos con carga) se sientan encima de las alfombras que tapizan la plataforma, y el periplo puede empezar. El norry gana r¨¢pidamente velocidad: puede alcanzar los 40 kil¨®metros por hora, aseguran con tanto orgullo como exageraci¨®n los empleados de la "Renfe" local. Conforme aumenta el ritmo, aumentan tambi¨¦n las sacudidas, que ponen a prueba la espalda: y es que los ra¨ªles no se caracterizan precisamente por su paralelismo ni por su rectitud. Para no decir que, vistos desde nuestro peque?o nicho de bamb¨² que serpentea entre los arrozales, parecen decididamente torcidos, sin que esta sensaci¨®n se deba a un espejismo provocado por el fuerte calor ambiente. Algunos empalmes en la v¨ªa son francamente aproximativos y en algunos sitios les faltan incluso algunos cent¨ªmetros. Pero el joven conductor, un adolescente al que cuesta llamar ferroviario, conoce a todas luces el recorrido como la palma de la mano y ralentiza en los momentos oportunos. No sobra su prudencia, sobre todo al pasar por encima de los puentes rudimentarios que jalonan el trayecto.
Pero he aqu¨ª que a mitad de trayecto viene en sentido contrario otro norry donde est¨¢n sentados un campesino de la zona y su familia. Tras una breve negociaci¨®n entre los dos conductores, toca al otro desmontar: es decir, dejar paso. La operaci¨®n dura unos minutos apenas: conductores y pasajeros se unen para quitar la plataforma primero, los dos ejes met¨¢licos despu¨¦s: con uno en cada mano, nuestro conductor, aunque enclenque, parece transformarse de repente en un halter¨®filo. Basta con volver a ensamblar despu¨¦s este tren-juguete cuando ha pasado el que ven¨ªa de frente. En teor¨ªa, es el menos cargado (en n¨²mero de personas o en kilos de mercanc¨ªa) a quien corresponde "ceder el paso". Pero en la pr¨¢ctica las negociaciones pueden ser encarnizadas, y su resultado, muchas veces incierto: la presencia de una motocicleta en la carga de uno de los convoyes, por ejemplo, constituye un argumento de peso para reivindicar la preferencia.
Estaci¨®n t¨¦rmino
Tras otro "encuentro", llegamos finalmente a la estaci¨®n t¨¦rmino: O Sralau, una min¨²scula aldea de una sola calle polvorienta donde uno se sorprende al ver una vieja f¨¢brica de ladrillos todav¨ªa funcionando. Delante de las instalaciones, un cami¨®n totalmente destartalado, medio enterrado en el fango y rodeado de gallinas, da la sensaci¨®n de estar inmovilizado all¨ª desde antes de la aparici¨®n del tren de bamb¨². Una aparici¨®n que data de hace casi un siglo: construido por los franceses, el tren de bamb¨² iba a tener una vida nueva con los sobresaltos b¨¦licos que conoci¨® el pa¨ªs durante los ¨²ltimos decenios, cuando los soldados, tanto camboyanos como vietnamitas, lo utilizaban para ir hacia el frente. Fue despu¨¦s inmovilizado por los jemeres rojos, en el marco de su enloquecida campa?a contra todo lo que sonaba a modernidad (?por muy relativa que fuera en este caso!). La ca¨ªda de su sangriento r¨¦gimen permiti¨® la resurrecci¨®n del norry, que en algunas zonas sigue siendo el modo de transporte m¨¢s barato para los campesinos. Estos, cada vez m¨¢s, lo comparten con los turistas.
Pero ha llegado la hora de volver al punto de partida (aunque el norry no suele tener horarios: depende de la demanda). A la vuelta, uno tiene la sensaci¨®n de ser ya un veterano del recorrido, e incluso de conocer de memoria las agitadas sorpresas de la l¨ªnea. Para los viajeros que quieran conocer las emociones del tren de bamb¨², sin embargo, conviene no tardar demasiado: el Gobierno proyecta, una vez saneada la v¨ªa (?una empresa ingente!), volver a poner en funcionamiento, tal vez en 2012, el tren "convencional" entre Battambang y Phnom Penh. Y un encuentro suyo con el norry ser¨ªa cuando menos problem¨¢tico. ?Aunque no habr¨ªa por lo menos duda, en este caso, de qui¨¦n deber¨ªa dejar paso!
Gu¨ªa
Datos b¨¢sicos
? Poblaci¨®n: Camboya tiene unos 13 millones de habitantes.
? Prefijo telef¨®nico:
00 855.
? Moneda: rial camboyano (un euro equivale a 5.700 riales).
C¨®mo ir
? Emirates (www.emirates.es) vuela de Madrid a Phnom Penh, con dos escalas, desde 877 euros, ida y vuelta (tasas incluidas).
? Air France (www.airfrance.es) tiene vuelos desde Madrid y Barcelona, con dos escalas, que cuestan a partir de 941 euros, ida y vuelta.
? Catai (www.catai.es) ofrece un viaje de 15 d¨ªas a Vietnam y Camboya, con salidas desde Madrid y Barcelona, desde 2.400 euros (tasas incluidas).
Visitas
? Parque arqueol¨®gico de Angkor. Abierto de 5.00 a 18.00; los pases de un d¨ªa (14 euros), tres (27) y siete (41) se pueden comprar en la entrada principal, en la carretera a Angkor Wat.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Camboya (www.tourismcambodia.com).
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