Zafarrancho de combate
Una Final es una moneda al aire y nunca cae de canto. El que da primero da dos veces. Eso dicen. Y, si la primera vez fuera la ¨²ltima, har¨ªa innecesaria la segunda. Por supuesto. Un solo gol ha sido suficiente para enjugar un pertinaz fracaso y justificar al cazarrecompensas. Nadie lo discute. Como en la guerra o en la pol¨ªtica, el estilo es un superfluo amaneramiento. La belleza no cotiza en un mercado donde la violencia, f¨ªsica o moral, como la injusticia, la corrupci¨®n y la groser¨ªa, impera con la t¨¢cita aquiescencia de nuestra apoltronada indiferencia.
Algo as¨ª pensaba, en su et¨ªlico desvar¨ªo, el orondo capit¨¢n Grason. En realidad, estaba celoso porque su rubicunda Doris ronroneaba acurrucada en el regazo del Diablo, que, para colmo, era del Real Madrid, como Dios manda. Celoso y frustrado, el capit¨¢n reclama m¨¢s cerveza a Juanita La Muerte, que, quit¨¢ndose el traje de sevillana y contoneando la osamenta con l¨²brica desenvoltura, le lleva desnuda otra jarra rebosante de espuma. Mientras tanto, en la trastienda, la mujer invisible, mi dulce Amanda, azota las nalgas, tatuadas con sendas cruces gamadas, de su abyecto hijo, que ha pisoteado sin piedad la Lata de Lotina.
Como en la guerra o en la pol¨ªtica, el estilo es un superfluo amaneramiento. La belleza no cotiza
Al parecer, a pesar del majestuoso testarazo de Cristiano Ronaldo en prodigiosa sincron¨ªa con el no menos majestuoso pase de Di Mar¨ªa (que daba al traste con 18 a?os de copas vac¨ªas) y la soberana paliza de los reservas merengues a un Valencia de la segunda Liga, la intratable Lata se empecinaba en airear todav¨ªa las palabras de Di St¨¦fano: "El Madrid es un equipo sin personalidad y Messi el mejor jugador del mundo".
Maltrecha y abollada, pero no vencida, la Lata tra¨ªa ahora a colaci¨®n el premonitorio juicio de John Benjamin Toshack: "Mourinho convierte al Madrid en un equipo inferior a la espera de que Cristiano y Di Mar¨ªa, en una contra, hagan que la flauta suene por casualidad...". Y son¨®. No la flauta, sino la trompeta. Y no por casualidad, sino por el coraje y la obstinaci¨®n de un grupo casi salvaje que, cuando le tocan a zafarrancho de combate, no da batalla por perdida mientras le quede un minuto por jugar o una patada por dar.
Ah¨ª radica la flagrante diferencia con otro equipo que trata de encontrar en el rect¨¢ngulo de hierba la cadencia de la pincelada en el lienzo, como si el tiempo no pasara y el contrario no existiera. Desbaratando todo prurito art¨ªstico, tras reconvertir en ¨¦xito el medroso empate (con el que rubricaba la p¨¦rdida de la Liga en su propio feudo) y subrogarse las decisivas paradas de un prodigioso Casillas, Mourinho ha conseguido, al menos, su primer t¨ªtulo con el Real Florentino. Pero, al no poder controlar la inercia destructora de su influjo, la Copa en cuesti¨®n acab¨® hecha a?icos bajo las ruedas del autob¨²s que la conduc¨ªa al m¨ªtico lugar de la celebraci¨®n. Catastr¨®fico acontecimiento cuya dimensi¨®n simb¨®lica a nadie escapa y cuya interpretaci¨®n metaf¨®rica dejo al perspicaz criterio del lector.
Personalmente, me gustar¨ªa imaginar que la Copa hubiera optado por suicidarse antes de verse en una vitrina, cual corona en tanatorio, mientras otras copas, m¨¢s reales que ella, entrechocaban en brindis familiares o emit¨ªan destellos discotequeros. Aunque tambi¨¦n pudiera darse el caso de que fuera una Copa acomplejada al mirarse en el espejo y descubrir en su flanco derecho el reflejo de un titular en letra impresa, ilustrado con la efigie de Cristiano Ronaldo, dedo-chupete erecto, ante una bandera espa?ola desplegada a toda plana.
Con Espa?a por bandera (Marca), rezaba el titular. Beligerante proclama, en defensa del himno nacional, para exaltaci¨®n de mercenarios a punto de patear patri¨®ticamente un bal¨®n y de espectadores proclives a exteriorizar sin pudor sus m¨¢s ¨ªntimas convicciones. Entre otros, aquellos que, viaje pagado y entrada regalada, saludaron al Real Madrid en la Final de Mestalla, palma abierta y brazo alzado, exhibiendo una pancarta que festejaba el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler.
Pap¨¢ Florentino deber¨ªa vigilar m¨¢s de cerca a los hijos de las mujeres invisibles. Cuando para finalidades partidistas se utiliza la bandera de todos, no puede haber tolerancia con el aguilucho de algunos.
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