El mayor delator de la base militar
Un yemen¨ª acus¨® a m¨¢s de 100 compa?eros y fue liberado gracias a su colaboraci¨®n
Guant¨¢namo consigui¨®, con m¨¦todos que no se especifican en las fichas secretas desveladas por Wikileaks, presionar tanto a los prisioneros que decenas de ellos acababan delatando a sus compa?eros. En algunos casos, reclusos que hab¨ªan tenido un papel relevante en alguno de los campos de entrenamiento de Al Qaeda y que hab¨ªan visto pasar a muchas personas por all¨ª se convirtieron en objetivo prioritario del Gobierno estadounidense. Uno de ellos es un yemen¨ª que dio informaci¨®n sobre m¨¢s de 100 compa?eros de c¨¢rcel, una s¨¦ptima parte de los reclusos que han pasado por el penal. Lleg¨® a Espa?a el 4 de mayo de 2010 tras ocho a?os y tres meses en la base gracias a su "excepcional colaboraci¨®n" y a que comparti¨® sus "vastos conocimientos" con los militares de Guant¨¢namo.
El recluso facilit¨® muchos detalles de los que estuvieron en Tora Bora
El yemen¨ª es una prueba m¨¢s de que el objetivo del penal no era castigar a los prisioneros por sus acciones pasadas sino obtener informaci¨®n de ellos. Si colaboraban en los interrogatorios, aunque tuvieran una mayor implicaci¨®n que otros en actividades yihadistas, pod¨ªan acceder a la libertad. Su ficha militar est¨¢ fechada el 22 de agosto de 2008. En ese momento el recluso hab¨ªa proporcionado ya tanta informaci¨®n que los mandos de Guant¨¢namo consideraron que pod¨ªan dejarlo marchar.
Pero ya no pod¨ªa volver a su pa¨ªs. "Si regresa a la sociedad yemen¨ª, el detenido no buscar¨¢ reengancharse en actividades de apoyo al terrorismo salvo en condiciones extremas, pero ¨¦l y su familia podr¨ªan correr el riesgo de sufrir represalias por parte de expresos de Guant¨¢namo o de sus asociados debido a la colaboraci¨®n prestada", recoge su expediente. En Guant¨¢namo tuvo que ser apartado del resto de sus compa?eros, recibi¨® amenazas de muerte y en una ocasi¨®n lo rociaron con orina. Ante los tribunales de revisi¨®n de la condici¨®n de combatiente enemigo explic¨® su miedo con estas palabras: "Saad, que ya ha sido liberado, me dijo que si me iba a vivir a lo alto de la luna me encontrar¨ªan; que si lo hac¨ªa debajo de ella, tambi¨¦n".
Cuando accedi¨® a cooperar con sus captores, el diagn¨®stico de los estadounidenses sobre ¨¦l cambi¨®. Antes lo consideraban de riesgo alto y con un nivel medio de inter¨¦s en cuanto a la informaci¨®n que manejaba. Cuando empez¨® a hablar en los interrogatorios, ambos valores se intercambiaron. Pas¨® a ser medianamente peligroso y muy interesante para los analistas.
El yemen¨ª, nacido en 1974, pod¨ªa hablar con cierto fundamento de Al Qaeda y la yihad. Hab¨ªa entrenado en el campo de Al Faruq, en Afganist¨¢n, luchado en el frente tras la invasi¨®n de EE UU y huido a las monta?as de Tora Bora con Osama Bin Laden, donde los norteamericanos buscaron de forma infructuosa al l¨ªder de Al Qaeda durante meses. Como miembro de la conocida Brigada 55 de Bin Laden dispon¨ªa de informaci¨®n de extremo inter¨¦s para EE UU.
"El detenido ha proporcionado informaci¨®n extensa sobre las personalidades y eventos en Tora Bora, incluyendo observaciones de primera mano sobre Osama Bin Laden", indica su expediente. Habl¨® del hogar subterr¨¢neo del l¨ªder de Al Qaeda, rodeado de b¨²nkeres defensivos, y de su centro de operaciones. El yemen¨ª, que hab¨ªa llegado a la yihad de casualidad despu¨¦s de un pasado como peque?o traficante de drogas en Yemen y Arabia Saud¨ª, vio muchas cosas durante esos meses, pero los mandos militares sab¨ªan que los propios premios a los que pod¨ªa acceder colaborando pod¨ªan llevarle a exagerar o a inventar y dudan en algunas ocasiones de lo que dice si no hay ninguna otra forma de corroborarlo.
No se sabe cu¨¢nta de la informaci¨®n que dio era cierta. Los tribunales norteamericanos han desechado muchas de sus declaraciones incriminatorias hacia otros detenidos por no ser lo suficientemente fiables.
Su integraci¨®n en Espa?a est¨¢ siendo complicada. Lleg¨® en un estado mental mejor que su predecesor, el palestino Walid, pero no tard¨® en quebrarse. No conoc¨ªa Espa?a ni el idioma, y sufri¨® varios episodios de depresi¨®n grave que provocaron su internamiento en un hospital durante unas semanas para garantizar su seguridad y curaci¨®n. Tras el tratamiento m¨¦dico mejor¨®, y ahora vive, al igual que el palestino, cobijado por una ONG y apoyado por el Gobierno espa?ol mientras se recupera poco a poco en un pa¨ªs hasta hace meses desconocido para ¨¦l.
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