El plan del PP contra el paro
Del mismo modo que Mourinho arroj¨® la toalla en la conferencia de prensa posterior al partido del Bernab¨¦u, los analistas tienen la obligaci¨®n de escrutar, con el mismo rigor que al Ejecutivo actual, a quienes van a gobernar en el futuro inmediato, como se?alan un¨¢nimemente todas las encuestas. A los pr¨®ximos campeones de la Liga pol¨ªtica: el Partido Popular (PP). M¨¢xime cuando Rajoy insiste en que con "esas gentes" en el poder (los socialistas) no se puede esperar m¨¢s. Exijamos, pues, en t¨¦rminos de calidad democr¨¢tica, saber lo que nos espera.
Es dif¨ªcil que coincida una hecatombe econ¨®mica m¨¢s perfecta que la que sufri¨® este pa¨ªs el pasado viernes: mientras la ministra de Econom¨ªa presentaba, impert¨¦rrita, un d¨¦ficit p¨²blico del 2,1% para el a?o 2014, el paro se disparaba a cifras ins¨®litas y desconocidas en la democracia (4,9 millones de personas), la inflaci¨®n repuntaba (3,8%) y los datos del consumo (comercio) del primer trimestre mostraban el r¨ªgor mortis que padecen muchas familias. No hay paliativos. La desagregaci¨®n de estos tres indicadores es todav¨ªa peor que los porcentajes principales porque resaltan la profundidad del desastre.
No m¨¢s distracciones: qu¨¦ va a hacer la oposici¨®n cuando sea Gobierno
Comienzan a conocerse los efectos de la crisis econ¨®mica en t¨¦rminos de distribuci¨®n de la renta y la riqueza y de crecimiento de las tasas de pobreza relativa: en esta ocasi¨®n, al contrario que en anteriores crisis, la desigualdad crece porque los pobres son cada vez m¨¢s pobres, ya que est¨¢n dejando de funcionar las pol¨ªticas p¨²blicas. A pesar de los esfuerzos realizados por los Gobiernos socialistas, de los que todav¨ªa puede en parte presumir Zapatero, la insuficiencia de las medidas de protecci¨®n al desempleo (ya hay m¨¢s de un mill¨®n de personas -una quinta parte de los parados- fuera del seguro de paro), la falta de articulaci¨®n de rentas m¨ªnimas auton¨®micas y las restricciones financieras de las Administraciones p¨²blicas, suscitan serios interrogantes sobre el peligro de inestabilidad social. La situaci¨®n del mercado de trabajo se convierte en el factor decisivo para explicar las situaciones de pobreza en sus diversas manifestaciones. Los parados empiezan a envidiar a los pensionistas, a pesar de que estos cobren poco.
La coyuntura explica mejor que otros factores psicol¨®gicos o personales la desaparici¨®n de Zapatero de la escena pol¨ªtica. Con esos datos no se pueden ganar unas elecciones y dif¨ªcilmente se podr¨¢ evitar la mayor¨ªa absoluta del adversario. El bar¨®metro del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) -que tambi¨¦n se hac¨ªa p¨²blico el viernes- daba 10 puntos de ventaja al PP, en una tendencia ascendente, y eso que no contemplaba todav¨ªa la acumulaci¨®n de cifras tan negativas para el bienestar de los ciudadanos.
Por tanto, coincidamos con Rajoy en que no es hora de bromas, ocurrencias, ni varitas m¨¢gicas. Demandemos a quienes nos van a gobernar que nos dejen de marear con maniobras de distracci¨®n (la pol¨ªtica antiterrorista, los ataques a TVE y al periodismo independiente, el "y t¨² m¨¢s" de la corrupci¨®n, ...) y nos cuenten qu¨¦ van a hacer con este pa¨ªs cuando lleguen a La Moncloa. Cu¨¢l es la alternativa y qui¨¦nes son las personas que van a insuflar las velas del crecimiento. Cu¨¢l es la "pol¨ªtica econ¨®mica conocida" que verbalizaba -sin decir nada m¨¢s- Rajoy en Pontevedra el pasado s¨¢bado. Un humorista -como se sabe hay humoristas que son los analistas m¨¢s agudos- publicaba hace poco una tira titulada Las alternativas del PP. En ella se ve¨ªa a Rajoy explicando su programa: "Para acabar con la crisis proponemos, en primer lugar, acabar con la crisis y no como hace ZP que no acaba con ella"; "si queremos acabar con el paro proponemos en primer lugar, y ante todo, crear empleo. Y no destruirlo, que es lo que hace ZP"; etc¨¦tera.
Si el PP no desvela sus alternativas ocurrir¨¢ -como hasta ahora sucede machaconamente-, que Rajoy ser¨¢ el primer pol¨ªtico que llegue a La Moncloa sin haber aprobado ni una sola vez en la valoraci¨®n ciudadana de los sondeos. Esta desconfianza sobre el valor de la oposici¨®n no es precisamente ¨®ptima para levantar una terrible coyuntura econ¨®mica que exigir¨ªa un pacto de todos los agentes implicados en ella y sobre el que los ciudadanos parece que ya hemos arrojado la toalla y desistido.
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