Beato Juan
El Papa m¨¢s viajero y medi¨¢tico, beatificado en tiempo r¨¦cord, llen¨® m¨¢s estadios que templos
A las 10.38 de ayer domingo, batiendo, como sol¨ªa, todas las marcas de anticipaci¨®n, entusiasmo fervoroso y resonancia mundial, el papa Juan Pablo II, nacido en la cat¨®lica Polonia como Karol Wojtyla, era consagrado beato. Hab¨ªa sido preciso que su sucesor, Benedicto XVI -y en un tiempo su ide¨®logo- dispensara del plazo ritual de cinco a?os a partir de la muerte del beatificable, para que comenzara el proceso correspondiente. En apenas seis a?os, el pont¨ªfice que m¨¢s ha concentrado la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n del mundo entero alcanzaba la primera estaci¨®n que le conducir¨¢, a no dudarlo, en tiempo tambi¨¦n r¨¦cord, a la santidad de la Iglesia cat¨®lica.
El santo padre, que fue el primero de la edad moderna elegido fuera de Italia, ha sido lo m¨¢s parecido que ha tenido el Vaticano a una estrella medi¨¢tica, y, al mismo tiempo, el mayor jefe de Estado que ocupara el solio de san Pedro. Hizo m¨¢s viajes al extranjero que nadie -no solo pont¨ªfices-; practic¨® su particular globalizaci¨®n del mensaje de Cristo en todo el planeta; habl¨® con los poderosos como uno de ellos, y cuando lo consider¨® necesario conden¨® sin paliativos la invasi¨®n norteamericana de Irak, lo que le hizo a¨²n menos querido del protestantismo sectario. No era la menor de sus virtudes la de no prosternarse ante nadie. Pero que tampoco se exagere diciendo que liquid¨® el comunismo sovi¨¦tico, porque este se destruy¨® a s¨ª mismo. En todo caso, el hecho de que Wojtyla llegara a Papa en lugar de a dirigente de kolj¨®s era toda una bomba de tiempo.
Su pontificado fue en extremo rigorista en todo lo relativo a la moral individual, lo que apart¨® o relaj¨® la fe de m¨¢s de un cat¨®lico; pero tambi¨¦n mantuvo una doctrina social comparable a la de los pont¨ªfices m¨¢s avanzados. Su mandato terrenal comport¨® mundanas sombras. Con su contagiosa personalidad medi¨¢tica, pero su relativo descuido del cristianismo de base, llenaba m¨¢s estadios que templos. Imposible olvidar la insuficiente atenci¨®n prestada al esc¨¢ndalo de la pederastia y abuso sacerdotal de la juventud congregante en Europa y Am¨¦rica. Wojtyla se vio tan impotente como sus antecesores para detener el proceso de descristianizaci¨®n en el mundo desarrollado.
Cientos de miles de creyentes se concentraron este fin de semana en Roma y el Vaticano para la vigilia papal en la noche del s¨¢bado y la ceremonia cumbre de ayer. Igualmente, altas representaciones diplom¨¢ticas honraban la ocasi¨®n; alguna, como la espa?ola, presidida por los pr¨ªncipes Felipe y Letizia; un desproporcionado nivel pol¨ªtico para un acto confesional. Hubo tambi¨¦n alg¨²n connotado tirano como el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, que es cat¨®lico, como tambi¨¦n lo era el dictador y general chileno Augusto Pinochet, a quien el Papa dio en su d¨ªa la comuni¨®n.
Con Juan Pablo II, hoy beato, creci¨® m¨¢s el Vaticano que la Iglesia de base, que es la base de la Iglesia.
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