M¨¢s estampa que casta
Cuando falla el toro, por mucha presencia que tenga, la corrida del 2 de mayo, todav¨ªa una de las m¨¢s importantes de la temporada, se convierte en un espect¨¢culo de sainete, casi cercano al baile de disfraces. Fernando Roble?o en el quinto e Iv¨¢n Fandi?o en el sexto, con gran esfuerzo remontaron la tarde y estuvieron por encima de una corrida con m¨¢s fachada que fuste, falta de motor y escasa de casta.
En teor¨ªa, el cartel ten¨ªa dos atractivos. Una terna de toreros especializados en lidias dif¨ªciles. De los que, a pesar de bregar con lo que pocos quieren, no han perdido sus formas. Puede sonar balad¨ª, pero con un Juan Jos¨¦ Padilla o un Rafaelillo que se retuercen en los pases y abren el comp¨¢s para interpretar el toreo convertidos en alcayata, tenemos de sobra. Los tres de ayer eran capaces de someter ganado dif¨ªcil, sin aspavientos. El otro atractivo fall¨® todav¨ªa m¨¢s, no por fuera, pero s¨ª por dentro. Se agradece la intenci¨®n de salir del monoencaste Domecq y anunciar una corrida de Carriquiri te¨®ricamente fr¨ªos de salida. Salvo el sexto, fueron fr¨ªos en todo momento, alguno hasta calculador, pensando si embestir al trapo o al torero. Los astados no se entregaron en la muleta ni por asomo. Mucha encornadura, diferentes pelajes y malas intenciones.
Plaza de toros de Las Ventas
Plaza de toros de Las Ventas. Corrida goyesca del 2 de mayo. M¨¢s de tres cuartos del aforo cubiertos.
Toros de Carriquiri, desiguales de presentaci¨®n.
Jos¨¦ Pedro Prados, El Fundi: media estocada, pinchazo y descabello; silencio tras aviso y, estocada, silencio.
Fernando Roble?o: pinchazo y estocada, ovaci¨®n con saludos, y dos pinchazos y estocada casi entera, palmas.
Iv¨¢n Fandi?o: estocada de la que sali¨® prendido, ovaci¨®n, y estocada casi entera y descabello, oreja tras aviso.
Los astados de Carriquiri fueron fr¨ªos y alguno hasta calculador
Jos¨¦ Pedro Prados, 'El Fundi', se gan¨® el respeto en una tarde de compromiso
La pr¨¢ctica nos devolvi¨® a la realidad. En cualquier caso, se agradecen los planteamientos diferentes en citas especiales. Ya habr¨¢ tiempo para ver f¨®rmulas repetidas en la feria infinita.
El caso de Jos¨¦ Pedro Prados El Fundi es uno de los m¨¢s extra?os del escalaf¨®n. Hasta hace cuesti¨®n de cinco a?os era uno de los malditos de Madrid. Mientras que en Francia se le idolatraba, en Las Ventas los reproches eran constantes. Su especializaci¨®n en corridas duras, de las que no perdonan un ga?af¨®n y los toros saben que detr¨¢s de la muleta se esconde un bulto, le sirvi¨® para ganarse el respeto hasta el punto de perdonarle una aparente abulia en una tarde de compromiso como la goyesca. Al menos, eso s¨ª, como buen lidiador, evidenci¨® las condiciones del parado primero e intento t¨ªmidamente alg¨²n natural de buen trazo con el cuarto. Se justific¨® con una estocada decorosa y hasta otra tarde.
Con esas misma actitud parecieron venir Fernando Roble?o, muy querido desde su ¨¦poca de novillero, y el matador vizca¨ªno Iv¨¢n Fandi?o. Sin arrebatos pero pisando firme, Roble?o no perdon¨® un quite. Estuvo muy inteligente en el segundo, por tafalleras, una manera de lucirse y no someter a un animal justo de fuerzas. Cuando lleg¨® a la muleta solo trag¨® el primer muletazo, al segundo se paraba a mitad de viaje y en el tercero el matador no ten¨ªa m¨¢s remedio que aliviarse con un pase de pecho. El problema es que si somet¨ªa al toro se quedaba sin faena, y si lo mimaba las posibilidades de quedarse al descubierto se multiplicaban. En el quinto m¨¢s de lo mismo pero con algo m¨¢s lucimiento por el pit¨®n izquierdo. Casi con sacacorchos arranc¨® dos tandas de naturales.
Dec¨ªan los antiguos que una buena estocada vale una oreja, en el caso de Fandi?o tuvo que dar dos, una a cada toro para arrancar un trofeo. Se la jug¨® de verdad al perfilarse con el estoque en el tercero, tanto que casi pasa a la enfermer¨ªa. Por suerte, todo qued¨® en una taleguilla rota y un posible puntazo. En el sexto, su ¨²ltima oportunidad sali¨® a por todas, sin nerviosismo pero con firmeza. Midiendo cada paso, poni¨¦ndose en el sitio, intentando rematar el pase detr¨¢s de la cadera y buscando ligaz¨®n. Al principio las tandas eran de tres, despu¨¦s de cuatro, y al final, hubo una de cinco naturales, m¨¢s o menos enganchados, pero muy meritorios ante un enemigo con dos velas que no cab¨ªan en el enga?o y estiraba el cuello al final de cada muletazo. Antes de recibir el aviso se tir¨® despacito detr¨¢s de la espada, haciendo la suerte y vaciando la embestida por completo. La de Fandi?o no fue una oreja art¨ªstica, sino de reconocimiento a un profesional en ascenso.
Este aperitivo previo a San Isidro sirve para que tras el largo invierno los abonados vuelvan a encontrar el tono habitual de exigencia. No se reproch¨® demasiado la colocaci¨®n a Fernando Roble?o en el segundo de la tarde, muy al hilo. Ni se hizo demasiado ruido cuando los toros doblaban las manos al salir del caballo. Ya se sabe, en cuesti¨®n de una semana comienza el marat¨®n de m¨¢s de un mes de toros. Mejor ir poco a poco a dejarse la garganta protestando a primeros de mayo.
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