Luz sobre un palacio
Hace pocos d¨ªas, de paso por Sevilla camino a un encuentro acad¨¦mico en otro lugar de Espa?a, ped¨ª a Guillermo V¨¢zquez Consuegra, arquitecto colega y amigo de muchos a?os, me permitiera visitar la obra de adecuaci¨®n del antiguo palacio de San Telmo para la sede del Gobierno regional de Andaluc¨ªa. Hab¨ªa recorrido a?os atr¨¢s con el propio Guillermo la primera etapa de los trabajos, que hab¨ªan concluido con una moment¨¢nea instalaci¨®n de parte de las oficinas del Gobierno regional en el sector del edificio inicialmente acometido. Ya entonces me impresion¨® much¨ªsimo la audacia y solidez con que se hab¨ªa afrontado el encargo. En efecto, el recorrido por los ambientes hist¨®ricos y los despachos o ¨¢reas de circulaci¨®n o de servicios renovados daban cuenta de una plena e inusual concomitancia: la rigurosa observancia de severos criterios de restauraci¨®n, tanto en las partes arquitect¨®nicamente m¨¢s notables del barroco palacio como en sus fachadas, y la incorporaci¨®n de exquisitos dise?os contempor¨¢neos donde no se hab¨ªan hallado vestigios importantes, o donde su planeamiento original permit¨ªa insertar un nuevo formato arquitect¨®nico, o tratar a los espacios recuperados con materiales o acabados exquisitamente elegidos. De aquella visita recuerdo especialmente la impresi¨®n que me hizo ver a los funcionarios que ocupaban el transformado palacio tan naturalmente desempe?ando sus tareas administrativas en un entorno totalmente remozado, convertidos en unos flamantes inquilinos que congeniaban perfectamente con una arquitectura concebida para una aristocracia cuya supervivencia en la memoria aparec¨ªa honrada por la atinada discreci¨®n y elegancia con que la nueva arquitectura sintonizaba con una materialidad decorativa transmutada en una est¨¦tica moderna del mismo rango art¨ªstico.
Con la intervenci¨®n de V¨¢zquez Consuegra ha renacido una obra cargada de misterio
Aquella primera visita -ya muy impresionante- no permit¨ªa avizorar lo que ser¨ªa la obra terminada. Creo sinceramente que se trata de uno de las realizaciones arquitect¨®nicas m¨¢s notables entre las importantes realizadas en torno al cambio del milenio, fundamentalmente porque abarca sin aspavientos y con un grado de invenci¨®n, prolijidad y elegancia una operaci¨®n profesionalmente muy compleja: transmutar una estructura barroca compleja y de magn¨ªfica factura, concebida inicialmente para un uso social y luego adecuada a uno residencial palaciego y suntuoso, en las instalaciones de un ente contempor¨¢neo y democr¨¢tico, sin que la operaci¨®n desmereciera la memoria de sus antecedentes ni las expectativas funcionales e institucionales de su flamante inquilino. El mayor m¨¦rito de la intervenci¨®n es que ha sido realizada ejerciendo a plenitud el potencial historiogr¨¢fico, tecnol¨®gico y est¨¦tico ahora vigente, vale decir manejando los diversos registros que era imprescindible conducir para lograr un resultado acorde con la grandeza lograda por sus arquitectos precedentes, y con la identidad moderna, democr¨¢tica y culta que hoy compete proyectar a una entidad pol¨ªtica madura y consciente de la importancia representativa de sus instalaciones.
El mayor m¨¦rito logrado por la transformaci¨®n efectuada contempor¨¢neamente es haber concertado el amplio y diverso espectro de los componentes que ahora conciernen a una operaci¨®n arquitect¨®nica asumida con plena integridad profesional y sentido de responsabilidad p¨²blica, tanto m¨¢s destacable por cuanto la obra es fruto de un proyecto carente de disfuerzos y de amaneramientos narcisistas. Sin abdicar en lo m¨¢s m¨ªnimo de un marcado compromiso para con los fundamentos tect¨®nicos de la racionalidad contempor¨¢nea, la intervenci¨®n de V¨¢zquez Consuegra se allana d¨®cil e inteligentemente a los patrones jer¨¢rquicos de las varias etapas de la arquitectura preexistente, forjando la nueva implantaci¨®n a partir de las claves estil¨ªsticas y sobre todo de lo esencial de los formatos espaciales, volum¨¦tricos y decorativos subsistentes. Abarca por ello tanto su adecuaci¨®n urban¨ªstica como el modelado paisajista del holgado jard¨ªn al que se vuelca por detr¨¢s, la reformulaci¨®n de su planimetr¨ªa y la incorporaci¨®n de un acerbo moderno concebido equilibrando magistralmente un audaz sentido de la forma y el espacio, con la matriz arquitect¨®nica del temario barroco y neocl¨¢sico predominante en la estructura preexistente. Este ¨²ltimo rasgo, notorio en todo el edificio, alcanza niveles exquisitos en ciertos espacios clave: la nueva escalera principal, cuyo desarrollo genera en su entorno un espl¨¦ndido espacio exaltado efusivamente por un refinado sentido de la luz, y en la que reluce, como un magn¨ªfico aderezo, el trazo singular de un pasamanos de bronce que ondula linealmente su potente eje central. No menos espectacular es el espacio del patio cubierto en el extremo Sur, un ambiente bordado en torno a una columnata recuperada del edificio antiguo que ha sido coronado con un espacio piramidal y oblongo que se entreabre hacia una c¨²spide cargada de hermosura y de misterio. La recuperaci¨®n de un patio antiguo como un nuevo espacio encapsulado entre muros que en su sentido vertical reiteran la patente neocl¨¢sica predominante en las dem¨¢s fachadas mediante un nuevo obstinado de vanos de similares dimensiones y un revestimiento de m¨¢rmol de un profundo color lacre, y horizontalmente generan un poderoso contrapunto mediante aleros del mismo material que resaltan los pisos, aporta al conjunto el sello m¨¢s notorio de su moderna intervenci¨®n, una composici¨®n cuya notable escala dota a la intervenci¨®n con una implantaci¨®n decididamente ajustada a su ¨¦poca.
Complementariamente, la nueva intervenci¨®n reboza de detalles espaciales, constructivos, decorativos, funcionales y t¨¦cnicos que promueven una lectura intemporal del edificio, la recuperaci¨®n de un linaje arquitect¨®nico que permiti¨® que transitara de ser una escuela para mareantes sevillanos en el siglo XVI, cuando fue inicialmente concebido, al opulento palacio barroco ejecutado por Leonardo y Mat¨ªas Figueroa el siglo XVIII, completado a comienzos del siglo XIX para los duques de Montpensier por Balbino Mari¨®n. Guillermo V¨¢zquez Consuegra a?ade a esa digna saga una nueva etapa -quiz¨¢s la m¨¢s brillante- que al abarcar en su totalidad a la f¨¢brica preexistente e incorporar el jard¨ªn a su composici¨®n cierra con singular autoridad y brillo la complicada historia de sus antecedentes.
Lamentablemente, la arquitectura en nuestro tiempo no ha sido pr¨®diga en producir casos como el del actual palacio de San Telmo. Indiscutiblemente, la intervenci¨®n contempor¨¢nea en una obra hist¨®rica, mayormente en casos del rango que ostentaba el arruinado seminario que ocupaba el palacio llegado a nuestra ¨¦poca, no ha generado ejemplos en los que la actualidad se haya traducido en una modernidad emocionante y respetuosa. Ahora, all¨ª, en San Telmo, en una Sevilla vapuleada urban¨ªstica y arquitect¨®nicamente por la cacofon¨ªa de una estil¨ªstica andaluza chabacana o ap¨®crifa, se ha producido un verdadero milagro arquitect¨®nico. Ha renacido una obra cargada de misterio y de sentido, en la que las genuinas ra¨ªces de su exquisito ancestro han recobrado una vida rigurosa y aut¨¦ntica. El Gobierno regional de Andaluc¨ªa debe felicitarse por haber permitido llevar a cabo una obra de tan insigne jerarqu¨ªa. Y cuidar que al ocuparlo definitivamente sea capaz de preservar intactos -como hizo al alojarlo transitoriamente- la arquitectura, la ornamentaci¨®n y sus magn¨ªficos jardines (los que por lo dem¨¢s tendr¨ªan que ser abiertos a la ciudadan¨ªa como una demostraci¨®n de sus genuinas convicciones democr¨¢ticas).
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